Densas espirales de incienso se elevaban en el aire. Frente a Betsabé ardían velas rojas que daban a su piel pálida un matiz dorado.
Estaba sola, en la oscuridad de su cámara, serena y tranquila. Se había despojado de sus ropas y soltado su cabello para mostrarse a su divina Madre tal y como ella la había engendrado, desnuda y vulnerable. Avanzó serenamente hasta introducirse en el círculo de sangre (su propia sangre, brillante y plateada) que había trazado en el suelo.
Hincó una rodilla en el centro del círculo mágico y juntó las manos en actitud de oración, mientras su larga cabellera se desparramaba por sus hombros desnudos y cubría su esbelto y delicado cuerpo. Las varas de incienso y las velas que ardían no alcanzaban a calentarla, pero de todos modos ella jamás sentía frío ni calor.
Con la diestra sujetaba un afilado puñal (el puñal del sacrificio que, hacía dos años, la había revelado como ser inmortal, el puñal de Gertrude), con la siniestra se tocaba el corazón que le latía apresurado entre los pequeños pechos.
Cerró los ojos, y cuando su mente estuvo libre de todo pensamiento, entonó con su voz melodiosa la oración que Gertrude le había enseñado. La Invocación a Lilith.
Escúchame, Madre Lilith. A Ti te hablo.
Tú que habitas en morada oscura, Ten Misericordia de tu Hija.
Tú que respiras azufre, Ten Misericordia de Tu Hija.
Tú, cuya belleza es más radiante que el Sol y más misteriosa que la Luna, Ten Misericordia de Tu Hija.
Tú, cuyo seno engendra lo inmortal, cuyas manos aplastan lo mortal, Ten Misericordia de Tu Hija.
Tú, cuyos labios destilan la sangre del enemigo, Ten Misericordia de Tu Hija.
Tú, que eres el Principio y el Fin de toda vida, Ten Misericordia de Tu Hija.
Escúchame, Madre Lilith. A Ti te hablo.
Oh, Princesa de Bulinka, escucha la llamada de Tu Hija.
Oh, Venus Ilegítima, escucha la llamada de Tu Hija.
Oh, Esposa de Samael, escucha la llamada de Tu Hija.
Oh, Tú, Que fuiste Primera en Nacer, escucha la llamada de Tu Hija.
Oh, Tú Que Te haces a Ti Misma, escucha la llamada de Tu Hija.
Oh Tú, Madre de Todos Nosotros, escucha la llamada de Tu Hija.
Ángel de Oscuridad.
Reina de la Vorágine.
Señora de las Bestias.
Hermosa como el mar, fuerte como los cimientos de la Tierra.
No tengas en cuenta mi soberbia, no tengas en cuenta mi falta de fe.
Ven a mí ahora, pues yo te invoco.
Escúchame, Madre Lilith... ¡a Ti Te hablo!
En el momento en que exclamaba el fin de la letanía, bajó con decisión la hoja y se hizo un corte entre los senos, siguió bajando hasta llegar al ombligo, momento en que se le resbaló el puñal de entre los dedos y se dobló en dos, jadeando de dolor.
La herida no era profunda, pero sangró profusamente, salpicando con un chorro brillante el centro del círculo. Una somnolencia extraña la invadió y estuvo a punto de desvanecerse sobre el charco de su propia sangre, pero entonces notó que la herida se cerraba y recuperaba las fuerzas. Pero no tuvo valor para alzarse. Se quedó allí doblada, temblando por una sensación que jamás había experimentado antes: el miedo.

ESTÁS LEYENDO
Tomb Raider: El Cetro de Lilith
FanfictionDespués de dos años, Lara Croft ha perdido la esperanza de volver a ver a Kurtis Trent, el cual parece haber sido tragado por la tierra. Pero la desaparición del Orbe y sus Fragmentos, así como la aparición en escena de una bella y misteriosa mujer...