Capítulo 45: Agonía sin fin

65 5 0
                                    

Día 22 en la Vorágine.

Que la Luz me perdone, pero estoy mancillando este manuscrito ancestral con un bolígrafo infame y una letra torpe y temblorosa, a través de las últimas páginas en blanco que, sospecho, la sibila Herófile debió dejar para mí. Quizá el que yo, Marcus, el Sabio, haya de escribir esto, sea otro de los grandes planes de la maligna voluntad que a todos nos devora.

Digo que es el vigésimo segundo día, y parece cosa de risa, dado que aquí es difícil percibir el paso del tiempo. Nada cambia en esta vasta extensión. Pero yo soy capaz de percibirlo, quizá porque de nuevo, eso es lo que interesa a alguien. Se han ido arrastrando lentamente, y aquí estoy, al término de mi camino, sin haber avanzado hacia ninguna parte y sin casi alimento o bebida. De todos modos, sé que no moriré hasta que mi tarea no esté completada, sea cual sea.

A través de brumas sutiles percibo a mis otros compañeros, que no me perciben a mí ni se perciben entre ellos. Confieso que me está resultando enloquecedor ser testigo de la lenta agonía del hermano Kurtis, tal y como debe estar sintiéndose la pobre Giulia. Me pregunto por qué este malvado plan la habrá arrojado en medio de tan macabro escenario. Pero los demonios siempre han adorado el sufrimiento gratuito. En eso, no es que sean muy diferentes de los seres humanos.

Ahora, cuando por fin el Guerrero parece estar entregando los últimos resquicios de su fortaleza física bajo la despiadada embestida de nuestros ancestrales enemigos, no puedo dejar de admirarme por la fortaleza de Lara. No es que a ella la hayan tratado con más piedad. Pero no le han temblado las piernas en ningún momento, ni la mueve a compasión el futuro incierto de su hijo. Ha recibido ya más heridas de las que podrían caberle en el cuerpo y algunas son insoportables, pero no he visto que se rompa su máscara de dureza. Acaso ella sea la más fuerte de todos nosotros.

Qué puedo decir de Betsabé, salvo que sigue siendo un misterio impenetrable para mí. Ya tiene aspecto de fantasma. Sé que puede verme, que me devuelve la mirada cuando los demás no pueden hacerlo, pero siempre lo hace en silencio. ¿Qué pasa por tu mente, Hija Bendita? Sabes que creo en tu pureza y en tu bondad, pero si no luchas contra tu naturaleza, no te salvarás. No se salvará nadie.

En medio de esta demencial sucesión de horas vacías y artificiales, pues sé que aquí el tiempo debe arrastrarse cuando en el mundo mortal vuela, una misteriosa revelación ha llegado a mí de una forma terrible y certera. Sé por qué la Amazona y su hijo no nacido deben acabar en el altar de Lilith. No me atrevo a escribirlo aún. Temo que semejante abominación tome forma y fuerza al haberlo escrito. Soy un viejo supersticioso y la sola idea de la aberración que le espera a Lara me hace doblarme de náuseas. Y la sola idea de que Betsabé consienta algo así hace desmoronarse mi fe por momentos, pues ahora sé, con conciencia totalmente lúcida, que ni siquiera Joachim Karel, que era un ser sin sentimientos ni escrúpulos, hubiera tolerado semejante acción. Más que nada por lo que ello representa.

Betsabé debe abandonar esta locura, debe rebelarse a lo que se está preparando para cumplir con toda docilidad, o la humanidad entera estará perdida. Se me parte el corazón, que aún conservo a pesar de todos mis largos años, al ver este esperpéntico panorama, pero el bien de la humanidad bien vale el sufrimiento de un hombre justo como Kurtis. Si se cumplen los planes de Betsabé, tanto dolor, tanta agonía sin fin, no habrá valido para nada.

(...)

Pero... ¿qué ven mis ojos? ¿Un Lux Veritatis... desprevenido?

Al sonido de la voz burlona, cruel, Kurtis entreabrió levemente los ojos. Estaba reclinado en otra abrupta roca, donde se había dejado caer tras su último combate. De los despojos ensangrentados que había hecho con los demonios que le habían atacado, no quedaba nada. En fin, para qué sorprenderse.

Tomb Raider: El Cetro de LilithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora