La Fiesta

1K 83 1
                                    

Eran las nueve de la noche, de una noche más calurosa de lo habitual, con luna llena y estrellas completamente relucientes, más que en el resto del año. En el cielo no se veía ni un solo rastro de nubes, y la noche prometía ser tan cálida como el día que la había precedido. Aun sin terminar de recuperarse del intensivo día de limpieza que había tenido que soportar, Abraham acaba de Salir de su habitación, ya vestido y prácticamente arreglado. El muchacho iba vestido con una playera blanca, unos jeans azules con cadenas en los bolsillos, una chaqueta de hilo negra y zapatos negros. Ya solo le quedaba peinarse. Pensando en la noche que le esperaba, y deseando que la fiesta a la que Tony quería llevarlo no fuera un completo aburrimiento, Abraham se dirigió al baño con paso presuroso, pero estaba ocupado. su hermano había llegado antes, y ahora se estaba peinando, tarea que siempre le llevaba su tiempo.

-Abre la puerta, no eres el único que tiene que adecentarse. –Dijo Abraham, golpeando la puerta del lavabo.

-No, Abraham, ahora estoy yo. - respondió Tony, con la vos ahogada por las cerámicas de adentro del cuarto de baño.

-Ah, vamos, Tony, estas ahí dentro hace horas. -Dijo Abraham, en tono exasperado.

-Espera tu turno, Abraham. -Dijo Tony, que parecía estar disfrutando mucho con el enfado y el apuro de su hermano menor.

- ¡Apúrale! -Le gritó Abraham, en tono enfadado, dándole una patada a la puerta.

Tony hizo esperar a Abraham por alrededor de diez minutos más, y finalmente abrió la puerta con una sonrisa de maldad en las delicadas facciones, y salió de la habitación pavoneándose y dándose aires. Su hermano mayor iba vestido con una camisa negra, una chaqueta de jean azul, unos pantalones de vestir negros y zapatillas blancas, y estaba perfectamente peinado y perfumado. Abraham en realidad no podía quejarse de su hermano, Ya que el muchacho era igual que Tony para peinarse y arreglarse. Abraham también solía estar al menos una hora frente al espejo, como si fueran mujeres maquillándose. Pasó al menos media hora, hasta que Abraham consiguió declararse satisfecho con su aspecto, que relucía casi perfecto en el espejo. Al salir del cuarto de baño, Abraham pudo ver, con sumo horror, como su madre intentaba acomodar la camisa de Tony, porque según ella, estaba desprolija y desaliñada. Tony oponía su mayor resistencia, pero estaba perdiendo la batalla espectacularmente, mientras Susana de Mateo alisaba cada pliegue de la prenda, criticando a su hijo primogénito por ser un descuidado.

- ¿Es que no te das cuenta de que pareces un patán? –Le reprendía Susana, en tono casi enfadado.

-Basta, mamá. –Pudo escuchar Abraham, que Tony le decía a su madre, enfurruñado y enojado. –Nadie se fijará en una mísera arruga de mi camisa.

-No vas a salir de esta casa como un patán dejado y descuidado. –Dijo Susana, en tono amenazador.

Por su parte, conteniendo la risa a causa del bochorno y el terrible enfado de Tony, Abraham Entró a su dormitorio, y se miró con gesto grave y examinador al espejo, y no pudo evitar el alegrarse de no llevar puesta una camisa, porque si lo hubiera hecho, era sobrado que la estaría pasando igual que el pobre de Tony, que ahora estaba sufriendo y soportando un sermón de su madre, que abarcaría los temas que irían desde el descuido que los jóvenes hacia su aspecto, y hasta lo que podrían pensar los demás de él y de su familia si lo veían con semejantes pintas.

Después de contar tres veces hasta cien, mirarse cinco veces al espejo para checar que todo en su bien cuidada apariencia estuviera en orden, y perfumarse más de seis veces con agua de colonia de frescura de menta, Abraham decidió salir de su cuarto y bajar las escaleras en dirección a la salita, donde Antonio, Susana y Tony lo esperaban, los padres sentados en el sofá, tomándose unas tacitas de alelí, y discutiendo sobre el trabajo de Antonio, quien era arquitecto, y tenía unos cuantos proyectos pendientes de entregar.

Yo Soy Un Vampiro CORRIGIENDO ERRORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora