Pretty Harry - LARRY

Capítulo 14

Había tenido problemas para controlar a Zayn en la Terminal del aeropuerto, en cuanto ambos vieron a Harry bajar las escalerillas del jet privado de los Styles. El muchacho se había retorcido como un poseso en sus brazos, intentando llegar hasta él; pero Louis lo había contenido con mano de hierro: no quería que el muchacho protagonizase una escena delante de la nueva familia de Harry.

- Sólo quiero hablar con él- le había suplicado Zayn con los ojos llenos de lágrimas- Quiero que me diga a la cara que ya no le importamos, que no quiere saber nada más de nosotros.

- Seguro que sí quiere saber de ti- le había respondido Louis- pero ahora no es el momento, Zayn.

- ¿Entonces cuando?

- No lo sé.- se encogió de hombros- Quizás cuando todo haya vuelto a la normalidad y...

- ¿A la normalidad?- le había preguntado Zayn incrédulo- ¿Qué normalidad? ¿Quieres decir que sólo puedo hablar con él si él regresa al Nancy's Team? ¿Si él deja a su rica familia y...?

- No estoy diciendo eso- atajó Louis obligándolo a mirarle a los ojos- Pero tienes que comprender que quizás Harry necesite tiempo para acostumbrarse a su nueva vida... y a su nueva familia.

- ¿Tiempo? ¡Ha estado más de dos meses en París!- había exclamado el chico-

- ¿Cuánto tiempo más necesita?

- Dejémosle una semana más- le había prometido Louis- y después, te llevaré a verle. ¿De acuerdo?

- Una semana- asintió categóricamente el muchacho- Pero ni un día más. Quiero que me mire a los ojos y que me diga que ya no le importa nuestra amistad y que tú...

- No, Zayn- negó el abogado- No me incluyas en esto, por favor. Yo jamás podré acercarme de nuevo a él. Todo que le hice y lo que ocurrió a continuación es totalmente imperdonable. Te llevaré a ti y te ayudaré a recobrar su amistad pero... yo estoy ya fuera de todo eso.

- ¡Pero tú no sabías que John...!- protestó.

No pudo terminar la frase, ya que la mano de Louis cubrió su boca en un intento por acallarlo.

- Será mejor que nos vayamos, no quiero que él vea que estamos aquí.

Zayn se giró de nuevo justo cuando la tía-abuela de Harry lo apartaba de la multitud y le hacía entrar en un lujoso coche.

- Míralo, Louis- señaló- Está mucho más delgado. Puedo verlo hasta desde aquí... y parece el muñequito Ken de Barbie. ¿Qué más habrán cambiado de él?

Louis se mordió el labio inferior y no contestó.

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Le habían puesto un tutor para proseguir con sus estudios, y otro que le enseñaría modales y protocolo: para las fiestas de Navidad (y faltaban 2 semanas) Harry sería presentado oficialmente a la familia (al parecer, la reunión del aeropuerto no contaba como presentación) y la tía Priscila estaba dispuesta a todo para que su sobrino- nieto luciese como un chico culto y educado. Aquello era como esperar a que nevase en el infierno, pero a ella no la detendría el hecho de que contase con sólo catorce días para conseguirlo.

Harry, acostumbrado como estaba a obedecer, se dejaba guiar por aquellos dos hombres en sus lecciones diarias, si no con entusiasmo, al menos con interés: al fin y al cabo él no quería avergonzar a la mujer que le había salvado la vida, con su dinero y sus médicos. Ellos comenzaron por lo más sencillo: el señor Terry Swanson comenzó a aleccionarlo sobre la historia de la familia, el árbol genealógico de los Styles, sus vidas y logros personales... mientras que el señor Elías Clauss le mostraba cómo caminar erguido, cómo saludar cortésmente con un apretón de manos y una leve inclinación de cabeza, cómo usar los diversos cubiertos que ponían ante él (y de los que Harry ni siquiera había oído hablar), cómo comenzar o seguir una conversación cortés e incluso cómo vestirse para cada ocasión o evento social según la hora del día o la noche. A menudo, Harry acababa rendido al final de cada jornada, aturullado por toda aquella información que los dos tutores trataban de meter apretadamente en su cabeza, y a una velocidad de vértigo. Sólo las pastillas que le había recetado el médico le ayudaban a relajarse lo suficiente como para poder dormir sin las acostumbradas pesadillas que lo habían acosado tras su... "accidente". Había cambiado tanto su vida en tan poco tiempo... y aún le quedaba mucho más por hacer. De momento, ya ni siquiera se reconocía en el espejo. Estaba más delgado y pálido, su cabello había sido peinado hacia atrás con aquel gel fijador que le aplastaban los rizos contra el cráneo, dándole un aspecto mucho más lampiño. Ya no utilizaba las cómodas camisetas ni los viejos jeans que tanto le gustaban: ahora vestía trajes de Giorgio Armani, de Tom Ford, de Calvin Klein... y todos sus complementos (corbatas, zapatos, pañuelos...) Todo esto hecho a su medida. Harry no acababa a acostumbrarse a ello. Se sentía incómodo con esas prendas y odiaba, en especial, las corbatas. A veces llegaba a pensar que éstas parecían la soga de un ahorcado rodeando y apretando su cuello; sin embargo no se quejaba... nunca se quejaba.

El poco tiempo que le dejaban los tutores para que se distrajera un poco, lo dedicaba a pasear por los jardines. Le gustaba el olor de las matas de jacintos, azucenas y rosas, así como disfrutaba de los hermosos colores de las diversas flores que salpicaban todo aquel verdor. Era allí, en la paz y quietud de los arbustos, en dónde podía pensar en todo lo que había dejado atrás. Se preguntaba si el señor Breggins había encontrado a otro chico que ocupase su lugar en el Nancy's Team, si aún le estaba esperando su habitación intacta por si él regresaba algún día, si sus clientes le echaban de menos, si Louis... No, no pensaría más en Louis Tomlinson.

Sin embargo una y otra vez se descubría pensando en él, recordando el rictus lascivo y algo cruel de su boca, el brillo endemoniado de sus ojos, la dureza y suavidad de su pene... Y Harry siempre, siempre acababa llorando por él.

Aquello no tenía sentido. No tenía razón de ser. Él jamás sería nada más que la puta del hombre.