Capitulo 2

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Éste cerró la puerta tras de sí, después de haber echado un vistazo a Harry, recorriendo su cuerpo de manera apreciativa, con una mirada lasciva en sus ojos.

- Veo que mi pequeña putita ya está dispuesta para mí- le dijo con su voz enronquecida por el deseo.

Harry bajó la vista y no contestó: al señor Tomlinson no le gustaba que hablase.

El hombre se quitó el abrigo y lo tiró sobre una de las dos sillas que descansaban junto con una mesa de madera a un lado de la habitación.

Era un hombre alto, de anchos hombros y estrecha cintura, de no más de treinta años. Sus cabellos castaños caían sobre sus hombros enmarcando un rostro perfectamente delineado y sus ojos color azul tenía un brillo perverso, astuto y caliente como Harry no había visto jamás. Por sus ropas caras y de corte impecable, al muchacho no le cabía ninguna duda de que el señor Tomlinson nadaba en la abundancia. Quizás por eso, Harry nunca se había hecho ilusiones de llegar a nada más con él que no fuese la relación cliente-puta que ambos mantenían. Tenía bien presente que alguien tan...inalcanzable como el señor Tomlinson, jamás se rebajaría a mirar dos veces al chapero que le calentaba la cama, de no ser para decidir si follaría primero su boca o su culo. Al menos, él pagaba muy bien por sus servicios, así que Harry se esforzaba por complacer a aquel hombre, disfrutando de su hermoso cuerpo a cambio.

- Hoy no voy a encadenarte, puta- le dijo el hombre apoyándose contra la mesa- Quiero que vengas gateando hasta aquí.

Harry obedeció mansamente. Sacó sus manos de los grilletes y se arrojó al suelo poniéndose en cuatro patas, avanzando hacia el hombre tal y como le había dicho. Al llegar hasta su altura, el señor Tomlinson le agarró de los rizos y tiró suavemente hacia arriba de ellos para que se levantase. Lo hizo girar hacia la mesa y lo dobló sobre ella de forma que su cuerpo formó un ángulo de noventa grados, con el pecho y el abdomen sobre ella y su mitad inferior colgando del borde. El señor Tomlinson le propinó una palmada en las nalgas desnudas, lo suficientemente fuerte como para que picase. Harry reprimió un gemido. No sabía cuánto le iba a costar la indiferencia que él le había mostrado en el bar, pero estaba seguro de que, por muy irritado que estuviese el hombre, éste jamás lo dañaría seriamente. El señor Tomlinson era un fetichista pervertido, sí, pero no era un hombre innecesariamente cruel. O, al menos, con él nunca lo había sido.

- ¿Sabes lo caliente que me has puesto, putita? ¿Sabes lo que he sufrido al verte con ese chico hace un rato? Me he estado quemando por dentro mientras que tú le dabas toda tu atención a otro hombre en mi propia cara.

El señor Tomlinson le dio otra palmada. Harry apretó los labios, pero no pudo evitar soltar un gemido de dolor.

- Me has ignorado adrede.- siguió- ¿Sabes qué es lo que mereces por tu actitud? ¿Sabes qué es lo que me has obligado a hacerte?

El hombre se giró hacia la cama y se dirigió hacia la mesilla. Cogió los utensilios que Harry había dejado sobre ella y volvió sobre sus pasos para dejarlo todo sobre la mesa, delante del rostro del chico, que no se había movido ni un milímetro de la posición en el que él lo había dejado, a excepción de sus ojos, que no se habían perdido ni un solo movimiento del hombre.

- Creo que voy a darte unos buenos azotes por tu desafío- murmuró el hombre cogiendo la fusta y sacudiéndola en el aire, haciéndola silbar- Sí, unos azotes es lo que te mereces pero...- soltó la fusta y agarró la cola- como has sido una perra mala allá abajo, te pondré primero esto en tu bonito culo.

Fustigó enérgicamente las nalgas del muchacho con los flecos de cuero que colgaban del pene de látex, provocando una aguda picazón en la zona en dónde se estrelló el material, haciendo que Harry se encogiese por lo inesperado del golpe más que por el dolor. Después, giró el juguete, deslizando el mango por el pequeño canal entre sus cachetes. Harry gimió suavemente al sentir el flexible tacto del pene de látex, pero no pronunció palabra alguna. Conocía las reglas. Si una sola palabra abandonaba sus labios, el señor Tomlinson tendría vía libre para castigarlo duramente por su negligencia. Harry ya había probado una vez ese castigo, por lo que no quería repetir la experiencia.

Pretty Harry - LARRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora