Zayn no había ido a la escuela aquella noche y Harry lo echó bastante de menos. De todas las personas que iban a sacarse el graduado escolar, Zayn había sido quién más se había aproximado a su edad, ya que el resto de sus compañeros eran personas adultas de más de treinta y cinco años. Sólo Zayn y Harry no llegaban a la veintena. Miró varias veces hacia el pupitre vacío a su lado preguntándose qué sería lo que había impedido a su amigo el venir a las clases.
El profesor Summer, que les daba la asignatura de historia, los sorprendió a todos con un examen no programado sobre el Imperio Inca y Harry supo que no aprobaría ese examen. No es que no supiese más o menos de qué iba el tema, al fin y al cabo había estado atento a todas las clases, pero la historia Inca, Azteca y Maya, eran un galimatías para él y, a menudo, solía confundirlas entre sí; y lo más preocupante era que Zayn iba a perderse el examen. Contestó las preguntas como pudo, a sabiendas de que lo estaba embarullando todo, como de costumbre; pero para el profesor Summer, un examen mal hecho era mucho mejor que uno en blanco y, siempre podía presentarse a un segundo test de recuperación.
En la hora de descanso, Harry preguntó a los demás si sabían dónde vivía Zayn o si tenían su número de teléfono, pero ninguno sabía nada de él. El muchacho se maldijo por no haber reparado antes en ese detalle y haber intercambiado los números telefónicos entre sí. No es que él tuviese un móvil o un teléfono fijo propio (él no podía permitirse ese lujo) pero al menos podía haber explicado a Zayn que siempre podían localizarlo en el bar y haberle dado ese número.
El resto de las clases concluyeron con normalidad. Los profesores les dijeron que la mayoría de ellos habían aprobado los exámenes anteriores y Harry se alegró mucho al saber que Zayn había aprobado con tan buena nota como él. Aquello era importante para Zayn, al igual que era importante para él mismo. Había dejado sus estudios sin terminar porque su padre lo había tenido trabajando en su granja desde que era un niño. El hombre había sido un verdadero hijo de puta, borracho y agresivo que pegaba a su mujer y a su hijo. Nadie había acudido a su ayuda. En su pequeño pueblo apenas había un agente de la ley, Laylan, y éste tenía una edad demasiado avanzada como para meterse en trifulcas familiares; y para colmo, su madre murió de unas fiebres, justo el día en el que él cumplió doce años. Su vida se convirtió en un verdadero infierno. El hombre bebía cada vez más y las palizas habían sido el pan de cada día... hasta la noche en la que había entrado en su habitación y lo había violado brutalmente. Harry había huido de casa, dejando atrás toda aquella miserable vida para abrirse camino por su cuenta entre las calles de la ciudad, en dónde el señor Abbot Breggins (el antiguo dueño del Nancy's Team) lo había acogido en su bar a cambio de ciertos... favores sexuales. Sin nada que llevarse a la boca, el muchacho había aceptado la oferta y, para su sorpresa, aquel hombre no lo había tratado tan mal como él había esperado: aleccionó a Harry sobre el arte de complacer a un hombre, le dejó una de las habitaciones con baño del piso superior y permitió que el chico se buscase su propia clientela entre los asiduos a su bar; y cuando el hombre falleció tres años después de un infarto, su hijo Brad (que había heredado el negocio) le había permitido seguir viviendo y trabajando allí, siempre y cuando pagase una renta por el alquiler: el señor Breggins Junior sabía que muchos de sus más cotizados clientes venían al bar por el chico y que, mientras esperaban para subir a su habitación, dejaban bastante dinero en su caja registradora.
Pero Harry había tenido siempre la intención de terminar, al menos, la enseñanza básica; por lo cual había entrado en la escuela nocturna a fin de poder trabajar limpiando el bar a mediodía, por la tarde-noche sacarse el graduado y, por último dejar algunas horas para poder sacarse un dinero extra con sus clientes a cambio de sexo; aunque por suerte, era solo los fines de semana cuando tenía más trabajo horizontal. Harry, casi siempre, dormía por la mañana.
Salió a las once, como siempre, con un mal sabor de boca, preocupado por lo que le hubiese podido suceder a Zayn. Sabía que la noche anterior su amigo había estado preocupado por su retraso a casa, así que su falta de asistencia a las clases había hecho que se anudase su estómago.
Aquella noche, después de despachar a dos clientes de los cuales uno sólo quería que le hiciese una mamada y el otro lo folló rápidamente por detrás, entusiasmado por que su equipo de fútbol había ganado la liga, apenas durmió. Tuvo pesadillas soñando que Zayn no había llegado a casa la noche anterior porque lo habían atropellado, raptado, violado o matado algún delincuente callejero.
Se había despertado varias veces, empapado en sudor, temiendo por la vida de su amigo y, cuando se percató de que no podría cerrar los ojos sin ver una horrible escena de muerte y sangre, se levantó de la cama, se vistió, bajó al bar y se puso a barrer el suelo, colocar las mesas y limpiar los baños. Al menos su trabajo estaría hecho para cuando Jules llegase para abrir el local. Una vez terminado, se sentó en el reservado con un vaso de dulce y espeso chocolate caliente. Fue entonces cuando se fijó en el periódico del día anterior que alguien había dejado sobre la mesa y, al abrirlo con pereza, una noticia que ocupaba la primera página le llamó la atención. En el titular, podía leerse en letras grandes y negritas: "Louis Tomlinson, hijo y nieto de los socios del bufete Tomlinson e hijo, demuestra la inocencia de Keith Primes, acusado de asesinar seis mujeres en los llamados Crímenes del Ajedrez." Y al artículo le acompañaba una foto central de un hombre joven, al que Harry reconoció como su fetichista señor Tomlinson. No le sorprendió el que fuese abogado. Saboreó su nombre, pronunciándolo suavemente entre sus labios: Louis. Él no había sabido cómo se llamaba. La primera vez que lo conoció, él se había presentado como "señor Tomlinson" y jamás le había dicho una sola palabra sobre su vida ni su trabajo. Ahora comprendía porqué llegaba a él, a menudo, con estrés y se mostraba un poco más enérgico que cuando venía relajado. Supuso que los problemas en los tribunales podían hacer que un hombre perdiese los nervios. Casi lo envidió. A él le estaba costando mucho sacarse el graduado, para no ser un analfabeto total, tanto física como económicamente. Gastaba parte de su dinero en libros y material, así como en pagar las clases a las que asistía. Por suerte, cuando vivía su madre, ella le había enseñado a leer y a escribir.
Y su mejor cliente era un abogado de lo que debía de ser un bufete de alto nivel.
No quiso regodearse en su desdichada suerte al haber nacido en un pueblucho dejado de la mano de Dios, con un padre borracho, una madre que nunca había tenido el valor para abandonar a su marido y alejar a su hijo de aquella vida de miseria y una granja que daba más trabajo de lo que reportaba. Simplemente así era la vida. Como solía decir su profesor de literatura, el señor Dickens: unos nacían con estrella y otros estrellados. Y él había nacido bien estrellado.
Dejó el periódico sobre la mesa y se recostó sobre ella. Por un momento sus ojos comenzaron a picarle y decidió cerrarlos sólo unos segundos...
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Pretty Harry - LARRY
FanficHoy les traigo la adaptación de nueva historia Larry. ¡No es mía! Yo no la he creado, solo la adapte, no me doy crédito. Esta historia es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas de sexo explícito, si te molesta el tema no lo leas, y si er...