Touch my heart Kumiho

Llorar es cosa de humanos

Mire a mi amiga tendida en el suelo, muerta. Mis lágrimas se derramaban sobre mi cuerpo y se fundían con la sangre de mi amiga. Notaba algo raro dentro de mi, como si estuviese enferma. No... No era eso. Me sentía... Mal. Era eso lo que llaman tristeza? Acaso sería culpa? Parecía que mi nueva forma humanoide no solo cambiaba mi cuerpo. Esto no lo sabía. No lo entendía. Pensé que me haría más fuerte, no más vulnerable. Porque tenía que sentirme así? Porque tenía sentimientos?
Escuché pasos que se acercaban asi que salte por la ventana, dirigiéndome al bosque en el que ella me había encontrado.
No sabía en que parte del bosque estaba, pero si sabía que ya no me encontraría nadie. Me fijé bien en mi alrededor, en el paisaje y los árboles y entonces me di cuenta. Estaba en el lugar en el que ella me había encontrado herida.

Era un día muy caluroso y yo estaba buscando una presa fácil que no me diese muchos problemas a la hora de cazarla. Llevaba hambrienta ya un par de horas pero no había encontrado ni un mísero conejo. De pronto vi uno saltar desde un arbusto. Primero me acerqué con cautela para luego poder darle caza de un solo salto. Me moví con sigilo entre la maleza pero el ruído de una rama rompiéndose bajo mis pies alertó a mi presa que salió corriendo despavorida. Yo desesperada por comer comencé a perseguirla, decisión que lamentaría unos segundos después cuando una trampa para osos me cojiese la pata. Me quede atrapada. En unas horas unos cazadores vendrían a comprobar sus trampas y me encontrarían atrapada y vulnerable. El cazador se había convertido en la presa. Habían pasado ya unas seis horas desde que me había quedado allí atrapada y desde que había aceptado mi destino. Tras mis 999 años de vida acabaría muriendo justo antes de alcanzar mi meta.
Al rato vi a una chica acercarse. Pense que estaba acabada. Cuando llegó a mi lado abrió la trampa, dejando mi pata ensangrentada libre mientras yo lloraba. La chica comenzó a llorar y me cogió en brazos.
Tardamos cinco minutos en llegar a su casa, donde obligó a su madre a que me llevasen al veterinario. Los meses siguientes la chica me culmo de cuidados y mimos y yo no había sido más feliz en toda mi vida.
Entonces ocurrió.
Mi renacer sucedió y mi hambre primaria difuminó mi mente, quitando cualquier atisbo de conciencia hasta saciarme.
Cuando recordé todo esto mis ojos se llenaron de lágrimas y mi voz, femenina y delicada y que nunca había escuchado antes, clamó el nombre de mi amiga hasta que acabé dormida y agotada sobre la hierba del bosque. Jamás olvidaré el nombre de mi amiga.
Ahrielle