El mundo de los espíritus

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Me desperté cansado, como si me acabasen de dar una paliza entre varios. Las piernas y los brazos me pesaban, no podía moverme bien. Es como si la gravedad huviese aumentado.
Estaba en un páramo blanco asolado por una niebla espesa que no dejaba más de diez metros en el horizonte. Estupendo, no me podía mover con soltura ni ver mas allá de mis pies y aún encima no sabía donde estaba. Llevaba la ropa que tenía puesta antes de que Ahry me... Bueno, me matase. El kimono de espadachín y mis dos katanas. Al menos tenía armas...
Estuve andando durante lo que me parecieron horas (aunque como mucho llevaría media) y seguía sin ver nada más que la maldita niebla, que seguía igual o más densa que antes. Así, ¿cómo iba a encontrar la ciudad de los muertos? Estaba perdido...
Un alarido se escuchó en la lejanía, sonó como un grito ahogado. Ponía los pelos de punta. Decidí ir hacia el lado contrario, un alarido así no podía haber salido de ninguna alma que habite en este mundo, al menos no de una normal. En ese momento entendí porque Shinto me había advertido sobre no salir de los límites de la ciudad... No quería que me perdiese en la niebla y me encontrase con lo que sea que haya hecho ese sonido.
Pasos. Lentos. Se escuchan algo lejos.
Pasos. Otra vez lentos. Esta vez suenan más cerca y a mi espalda.
Era una emboscada. Fuesen lo que fuesen esos seres, me estaban rodeando. Desenfundé mis katanas y las empuñe una en cada mano. Siempre que las había usado me había parecido que usarlas era tan fácil y tan poco pesado como jugar con unas de plástico, pero esta vez era como si tuviese que levanar mazas de veinte kilos por lo menos, y lo peor no era que me pesasen las katanas más de la cuenta, no, el problema eran mis brazos, que me costaba hasta levantarlos... si venían demasiados no sabía si podría defenderme.
Los escuchaba cada vez más cerca, esta vez escuché en total a tres. Tres no eran suficientes.
Un tajo aéreo se precipitó desde mi derecha, lo paré con mi katana izquierda y vi que eran esos seres. Parecían una mezcla entre fantasmas y calaveras, solo que en versión mucho más asquerosa y repugnante.
Esa cosa cargó hacia delante obligándome a a retroceder pero enseguida me acerqué a el y chocamos espadas de nuevo. Me fijé en que la suya estaba parcialmente rota y agrietada. Desvié su espada por mi izquierda y le di una patada girando sobre mi mismo usando mi brazo derecho para hacer el giro. Del golpe lo alejé unos cinco metros, lo suficiente para fijarme en la grieta más grande de la espada, y cuando se giró me lancé hacia el con una estocada precisa hacia ese punto. Enseguida sonó un sono sordo al caer la espada en el suelo. La cosa comenzó a gritar y a retorcerse agonizante, hasta que finalmente se convirtió en cenizas.
Sus compañeros salieron de entre la niebla, amenazantes, pero cuando vieron las cenizas de su compañero se fueron alejando hacia atrás sin dejar de mirarme hasta desaparecer en la niebla. Sus alaridos sonaban mientras se alejaban.
Continue andando un buen rato pero no encontré nada. Solo niebla.
Estaba solo...
-¿Estas perdido?
O eso pensaba.
-¿Quien anda ahí?
-Quien sabe... Podría ser otra de esas criaturas de la niebla, o la misma niebla. Puede que solo sea tu conciencia volviéndose loca por la soledad.
-Lo dudo, no llevo tanto tiempo vagando por la niebla.
-¿Cómo lo sabes? Puede que eso lo pienses porque tu mente ya esta rota por el paso del tiempo. Puede que lleves milenios caminando por la niebla.
Seguía sin saber quien me estaba hablando pero una cosa estaba clara, estaba intentando confundirme.
No le daría ese placer.
-Si solo vas a hablarme de tonterías espero que nobte importe que me vaya. Tengo que encontrar la ciudad de los muertos.
-Ajajajajajaja -Su risa sonaba sonaba muy aguda, casi como un chillido. -No podrás llegar nunca.
-¿Eso quien lo dice?
-Una servidora. Pero si quieres continúa andando, yo seguiré disfrutando de tu paseo hacia la locura.
No podía evitar pensar que tenía razón.
-¿Qué otra opción me propones?
-Te aconsejo que me escuches, así quizás consigas hacer algo incluso más productivo que vagar perdido.
Se notaba mucho que se estaba burlando de mi, pero tenía que seguirle el juego, puede que fuese mi única posibilidad de salir de la niebla.
-Dime entonces, ¿Qué propones que haga?
-Sal de la niebla.
-Eso es lo que estaba intentando.
-No me has entendido, sal de la niebla. Sal.
-No se puede salir.
-¿Estas seguro?
Un brisa fresca comenzó a ascender desde mis pies hacia arriba. Parecía que esa era su forma de decirme que mirase hacia arriba...
Mirar arriba.
Lo entendí. Salté con todas mis fuerzas a pesar de que mi cuerpo pesaba muchísimo más de lo normal. Salté y conseguí ver más allá de la niebla. Si. Allí estaba. La ciudad de los muertos.
Caí de nuevo en el suelo y me hice bastante daño en las piernas, parece que mi cuerpo aparte de parecer más pesado también estaba más débil.
Un sonido me puso los pelos de punta. Mi sangre hervía en mi cuerpo a la par que parecía helarse. Escalofríos me abordaron como si estuviese a punto de morir de fiebre.
Un rugido se había escuchado a lo lejos, pero aquel rugido no había sido normal.
-¿Qué ha sido eso?
-Parece que el señor de la niebla te ha visto saltar por encima de las nubes. Uno no deberíar "ir por encima de sus posibilidades".
-Me has engañado.
-No, no te he engañado. Te he dado lo que querías una salida. Ahora solo tienes que llegar hasta ella.
-Maldita...
-No me culpes de tus errores, yo solo quería disfrutar de un buen espectáculo, al igual que el señor de la niebla disfruta viendo como las almas perdidas se sumen en la locura a medida que se pierden en la desesperación de su niebla.
-Malditos chalados.
Comencé a correr lo más rápido que mis piernas me permitían mientras escuchaba la risa aguda de esa arpía.
No sabía lo que era ese señor de la niebla pero si sabía que si me cogía jamás me dejaría salir de aquí, y solo tengo tres días para volver al mundo de los vivos.
Tenía que correr por mi vida.

Touch my heart KumihoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora