Reencuentro

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Ahí estaba. En la oscuridad casi no podía verle pero su olor era inconfundible. Sangre, sudor, grasa...
Era repulsivo, no me podía ni imaginar el alimentarme de el, pero algo... Al menos no me moriría de hambre. Estaba a pocos metros de el, se notaba por el olor cada vez más fuerte e intenso. Le tenía.
-¿Podrás con el?
Vaya pregunta...
-¿Por quién me tomas? -Dije en tono burlón.
Me agazapé justo detrás de él, era el momento apropiado.
Salté sobre él y antes de que pudiese siquiera sorprenderse le rodeé el cuello con las piernas y se lo partí. En cuento escuché el crujido me eché hacia adelante apoyando un brazo en el suelo y con una pequeña acrobacia lo lancé hacia arriba con mis piernas.
Me agaché justo después de lanzarlo y cuando vi que estaba a punto de caer sobre mí le atravesé el pecho con mis garras, con su corazón en mi mano. Una pena que ya no sintiese dolor...
Su sangre caía por mi brazo y me goteaba en la cara. Tenía una sonrisa dibujada en mi rostro, se sentía tan bien cazar en esta forma... Su sangre entró por mi sonrisa y noté que no estaba tan rica como pensaba. Se notaba la cantidad de colesterol que tenía. Pero al menos su corazón sería más comestible.
Le tiré en el suelo justo enfrente de mí y me llevé su corazón a la boca. Ahora su cuerpo ya no me servía de nada.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, desde mi garganta hasta la punta de mis colas. Era una sensación genial. Nada en comparación con el sabor.
No tardé mucho en acabármelo... Tenía mucha hambre. Ahora ya estaba una cosa solucionada. Solo quedaba lo de la ropa. Según lo que me había dicho Ahrielle solo necesitaba algo que me permitiese entrar a las tiendas para poder comprar ropa nueva. Ups, casi se me olvidó robarle, ¿Cuanto tendría?. Le cogí la cartera, llevaba en total 5.000 libras y 2.000 dólares. ¿Sería eso mucho?
-Guau! Eso es mucho dinero.
-¿A si?
-Si. Aunque se distintos países, pero conozco una tienda que acepta dinero de cualquier país. Es una boutiq un poco cara pero con ese dinero podrás comprarte unas cuantas prendas.
-Guay.
-Ahora vamos a donde te dije, se que no será divertido llevar la ropa de una muerta, pero al menos solo será por un rato, mientras no te compras algo.

Nos llevó un rato pero no se me hizo largo el camino. El precipicio era pronunciado y se notaba que cualquiera que se lanzase a caer desde arriba, moriría. Varios coches estaban destrozados en la hierva, incluso algunos estaban atravesados por árboles. Era muy triste ver un escenario así, de gente abandonada tras su suicidio.
-¿Nunca viene nadie a por los cadáveres?
-No... Piensan que es mejor no saber quien acaba aquí. Hubo rumores de que gracias a eso algunos asesinos traían aquí a sus víctimas ya que jamás las encontrarían, pero cuando policías vinieron aquí a investigar lo único que encontraron fue a cuerpos aplastados en su coche o cadáveres aplanados en el suelo, a consecuencia de la caída.
-Que horrible...
-Lo sé.
-Nunca entenderé porque los humanos se suicidan.
Decidimos no seguir con la discusión, ambas queríamos salir de allí cuanto antes así que lo mejor era coger algo rápido y largarse.
Estuvimos como media hora mirando, pero toda la ropa estaba hecha harapos o llena de sangre y vísceras. Incluso habíamos encontrado dientes y restos de uñas en algunas prendas. Se notaba que alguna gente que se tirado en su coche había sobrevivido de alguna forma a la caída y que se habían arrepentido, intentando salir a pedir ayuda. Los rasguños y la sangre en algunas puertas era la prueba. Pobres desgraciados.
Estábamos a punto de tirar la toalla cuando, como por arte de magia, encontramos un abrigo rojo en el suelo. Estaba casi impoluto, solo estaba algo manchado por la hierba.
-Por fin.
-Si... Gracias a Dios... Ahora vámonos de aquí, no quiero pasar en este lugar ni un minuto más.
Algo me molestó.
-Espera...
-¿Qué ocurre?
-Este abrigo no huele a humano.
-¿Qué quieres decir?
Antes de que pudiese contestar, una sombra se lanzó desde lo alto del precipicio, y sin ni siquiera apoyarse en ningún sitio ni usar ninguna acrobacia, cayó de pie justo enfrente de nosotras. Ni siquiera había sentido la caída.
-De nada.
No me lo podía creer.
¿Alguien como yo?
-Encantada. Soy Eva.
Su tono burlón y su reverencia hizo que me cayese mal al instante. Eso y una sensación que me decía que le arrancase la cabeza. Esto debía ser odio a primera vista.
-O vamos, se que las Kumihos somos bastante territoriales pero vengo de buenas.
No se porque pero me parecía que estaba mintiendo.
-O todo lo buena que puedo ser cuando acabas de matar a mi esclavo.
Eso explicaba que el corazón de la mujer no estuviese.
-Y, ¿Qué es esa cosita tan mona que tienes ahí?
¿Podía ver a Ahrielle?
-¿Puedes verla?
-Cualquiera con un mínimo de visión podría, tu amiga, a pesar de lo pequeñita que es,  podría iluminar un bosque entero.
¿De qué iba esa tía?
-Dime, ¿Qué pasó entre vosotras para que sea tu compañera de alma?
-¿Compañera de alma?
-Si. Tu fuego fatuo. Tu amiga por la eternidad. Me interesa saber que tipo de vínculo teníais para que eso ocurriese.
-Ahryelle vámonos, esta Kumiho no me da buena espina.
-Guau! ¿Es una humana? Pensé que sería algún antiguo amigo del bosque, pero ¿esto?
-Si mejor vámonos Ahrielle.
-¿Compartís hasta el nombre? Que íntimas parecéis... Me pregunto como acabaría siendo un fuego fatuo... Aunque, si, me lo imagino. Tu la mataste ¿verdad?
-Cállate.
Me estaba enfadando cada vez más.
-Seguro que no controlaste tu hambre y la mataste, ¿me equivoco?
-He dicho que te calles.
Justo cuando iba a abalanzarme sobre ella algo saltó y se puso en medio, justo entre las dos.
Algo no... Alguien...
Todd.


Touch my heart KumihoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora