El señor de la niebla

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Esa cosa estaba por alcanzarme. No llevaba corriendo demasiado, pero mi cuerpo cansado no era capaz de más. Estaba sin aliento, me quede quieto casi sin poder respirar, y entonces ocurrió algo inesperado, pero favorable. Mi cuerpo... volvía a sentirse como de costumbre. Echaba de menos poder moverme sin que me pesasen hasta los párpados, pero, por desgracia, ya era tarde. Ya no podía huír, me había alcanzado, aunque, ahora que volvía a estar en forma casi lo prefería así.
El tío iba en calzones y con una camisa echa jirones, toda rota y sucia. Se notaba que que era el señor de la niebla... y que esta no le dejaba ver más abajo de su barbilla. El mastodonte medía por lo menos 5 metros y no podía ni verle la cara, aunque también daba gracias por eso. Viendo el resto del cuerpo no me gustaría descubrir la "cereza sobre el pastel" .
-Anda hola grandullón, ¿quetal las vistas desde ahí? Por que las mías no son muy agradables.
-Tu, maldito humano, ¿cómo osas cruzar el umbral de los muertos y desafiar al dueño y señor de estas tierras?
-Ya se que entre ese barrigón y la niebla no ves muy bien pero te recuerdo que no es precisamente tierra lo que estamos pisando.
-¿Te crees muy gracioso mocoso?
-¿Te crees que la niebla aparte de tapar tu seguramente fea cara también oculta tu mal olor? Porque si es así dejame decirte que no.
-Maldito mocoso, ¡te mataré!
-Y yo te daré un consejo, dúchate. Te sentiras un gigante bello y realizado.
Su cara debió ser un poema porque el cabreo que se pilló fue casi tan grande como el. Me intentó coger un par de veces y al ver que no lo conseguía me lanzó un manotazo intentando aplastarme. En ese momento aproveche para clavarle una de mis espadas en la mano y subirme en su brazo lanzandome con una voltereta hacia delante. Nada más caer de pie comencé a correr por su brazo, lo tenía tan asqueroso que pense que en cualquier momento me resbalaría con su sudor, pero me mantuve en equilibrio. Con su otra mano se dio un golpe en el hombro, tratando de darme a mi. Pobre imbécil. Salté entre sus dedos y con mi otra katana le ensarté la mano en el hombro. Ahora no se podía mover sin arrancarse las manos. Aproveché la oportunidad y salté hacia arriba, más arriba de su cabeza, y cuando vi que estaba llegando a la altura de sus ojos llamé a mis katanas con mis poderes y cuando estaba a la altura idónea se las clavé en los ojos, las usé para impulsarme de nuevo hacia arriba y al volver a quedar a la misma altura aproveche para impulsarme con los pies en ellas, clavándoselas aún más hondo y saliendo disparado hacia atrás. Caí de pie, claro está.
-Bueno, supongo que lo de la ducha lo puedes dejar para otra vida.
Encuanto me cansé de burlarme de el, llamé de nuevo a mis katanas. Puaj... Luego debería limpiarlas.
-¡Guau! Eso sí que es un buen espectáculo.
Esa arpía otra voz.
-Me alegro de haberte divertido. Si quieres divertirte más entrando al escenario aquí me tienes.
-No soy tan tonta como ese gigantón estúpido. Pero me si me ha sorprendido mucho que de repente te veas con tanta vitalidad cuando antes te costaba hasta respirar.
-Si, ha sido una grata sorpresa.
-¿Seguro?
-¿A qué te refieres?
-Si tu "vitalidad" ha crecido tanto, eso es porque el que te ha mandado aquí se ha vuelto inmensamente más poderoso o...
-¿O?
-O ahora te mantiene aquí otra persona mucho más poderosa.
No puede ser...
-Espero que seas amigo de esa nueva persona que te mantiene aquí, porque si no es así, me divertiré mucho comiéndote, justo después de que acabe con la comida que me acabas de preparar.
-¿Qué?
-Ya puedes rezar chico, porque como mueras de verdad aquí, te devoraré vivo, y si no lo hago yo, lo hará cualquier otro carroñero.
-Maldita arpía.
-Disfruta de tu estancia aquí, espero que se te haga eterna...
Salí corriendo en dirección a la ciudad de los muertos. Tenía que conseguir ese libro, tenía que saber si hay alguna forma de devolver la vida a Ahrielle y también si tengo alguna forma de devolver al mundo de los vivos por mi cuenta. Si lo que dijo esa arpía era cierto y estoy en manos de Eva, Ahryelle está en peligro.
Tengo que ayudarla

Touch my heart KumihoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora