El arte del engaño

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Habíamos esperado durante una semana para poder pulir mejor nuestro plan. ¿El resultado? Haber que tal sale... por mucho que pensáramos las cosas el plan era el que era, por más vueltas que le diésemos no podíamos adivinar todas las complicaciones que se podían dar, ya que eran infinitas. Podía ser que al llegar aunque Todd me lleve con él ni siquiera les importe y nos maten a los dos. Puede que alguien nos haya estado espiando y sepa lo que nos tramamos. Puede que el Dios Shinto se haya enterado del percance en la Ciudad de los Muertos y sepa lo que tramamos. Podía pasar cualquier cosa, pero estábamos preparados. Nada ni nadie nos iba a poder disuadir de intentarlo. Para ambos, Ahrielle era demasiado importante como para echarse atrás.

Decidimos que el mejor lugar para llevar a cabo el plan era el bosque en el que Ahrielle me encontró. En ese lugar no solían pasear los humanos y era lo suficientemente amplio como para escapar en caso de que se diesen problemas. Si algo llegase a ocurrir, ya sabríamos lo que tendríamos que hacer. Nuestras vidas no importaban con tal de conseguir nuestro objetivo, así que si pillaban a alguno de nosotros, el otro simplemente escaparía dejándolo atrás. Era fácil de entender, si te pillan, estás muerto. Eso es todo. Tenía que quedar al menos uno de nosotros para seguir luchando por el bien de Ahrielle.

Eran las cinco y media de la tarde, cuando llegamos al centro del bosque. Debido a la estación en la que estábamos el sol ya se estaba escondiendo mientras las hojas marchitas de los árboles caían poco a poco, mecidas por un viento muy suave que provenía del sur.

"No podéis hacer esto. ¡Es una locura!"

-Ya está decidido.

Vinieron desde arriba. Los mensajeros de Dios salían de los rayos del sol como si apartasen una simple cortina. Eran ángeles. Ni siquiera nos habían recibido con simples mensajeros... esto era algo que no nos esperábamos.

-Parece que somos importantes...

-A mí no me preguntes, solo era un mensajero, ni siquiera sabía que existían los ángeles.

No sabía porque, pero la situación me resultaba de lo más graciosa. Realmente nada de lo que habíamos pensado estaba ocurriendo. Menos mal que ya veníamos con la idea de improvisar...

-Mensajero Todd. –El ángel con las alas más grandes se dirigió a Todd, con aire de superioridad, como no.- ¿A qué viene tu llamada?

-En realidad no me ha hecho falta llamaros, habéis venido vosotros solitos. Tengo que agradecéroslo, desde luego, sería un buen dolor de muelas si tuviese que andar gritando por ahí para que aparecierais.

De repente el ángel se abalanzó sobre Todd con una mirada furiosa. Lo tumbó contra el suelo mientras posaba un pie sobre su pecho para que no se pudiese mover.

-No deberías hacerte el gracioso después de los problemas que has causado.

-Lo siento, no pensaba en ofenderos. Solo quería aclarar mi inocencia.

-¿Inocencia? De nada te servirá traer a esta zorra después de tu traición.

-En realidad... -Todd cogió el pie del ángel y lo lanzó por los aires, sonriendo- solo era un engaño para acercarme a ella. Pensé que a "su Deidad" le gustaría matarla el mismo incluso más de lo que le gustaría que la matase yo.

El ángel, en un ágil movimiento con sus alas, se estabilizó en el aire enseguida. No parecía que lo hubiesen lanzado por los aires hacía tan solo dos milésimas de segundo.

-¿Cómo osas tocarme?

-Yo de ti no me pondría tan gallito. En cuanto explique la situación al Dios Shinto estoy seguro que le agradará muchísimo mi decisión, es más, puede que incluso me ascienda por ser tan eficiente. Quien sabe, puede que acabe siendo incluso tu jefe y te haga lamerme el culo hasta hartarme.

Era demasiado agresivo para una misión tan delicada. Tanto, que era como ver a un oso intentando enhebrar una aguja.

-Tsk... ya veremos como acabas cuando Nuestro Señor te vea.

Nos llevaron con ellos. La sensación de elevarte porque un cascarrabias con alas te lleve era agridulce. Volar era extremadamente agradable pero que semejante imbécil te agarre por los pies sin ningún cuidado no tiene ninguna gracia, y mucho menos si llevas falda. Aunque para él era totalmente gracioso.

Cruzamos los rayos de sol en un instante y de repente estábamos en un lugar totalmente distinto. Estábamos frente al Dios Shinto.

-Vaya. Parece que hemos encontrado a la parejita.

-Le pediría que no nos vuelva a llamar así. Solo he cumplido con mi deber.

-Si, si, claro, ya escuché tu conversación con mis ángeles.

-Me alegro de no tener que repetirlo.

Dios... que idiota más bruto...

-Bien, pero no pensarás que me he tragado todo eso después del numerito que montaste en la Ciudad de los Muertos ¿verdad?

Mierda...

-Solo buscaba la manera de resucitar a mi hermana. En ese momento ya tenía a esta zorra bajo mi hechizo de control.

-Ahhh bueno, entonces eso supongo que lo cambia todo ¿no? –Su apariencia risueña daba a entender perfectamente que ni de broma se lo había tragado. Era muy irritante ese tonto en boca de semejante esperpento. Podía ser un Dios, pero no le vendría mal una dieta y un peluquero... -bien, pues como solo buscabas el bienestar de tu hermana y "has cumplido" con tu misión, supongo que puedo concederte ese deseo.

-¿De qué hablas?

De repente el ángel de antes intervino.

-Deberías hablar con más respeto delante de Nuestro Señor.

-Tu cállate que contigo no va la cosa.

Hizo como si fuese a asestarle un golpe con la empuñadura de la espada que cargaba, pero el Dios Shinto le indicó que parase levantando la mano en señal de paz.

-Quería decir, que ya que has cumplido tu misión con éxito yo mismo devolveré a tu hermana a la vida, tan sólo entrégame a esa zorra.

-Espera. Tu nunca me habías dicho que harías eso si cumplía con mi misión.

-Es cierto, pero como tú ya has dicho no solo la has cumplido, sino que has superado mis expectativas teniendo el valor de presentarte aquí solo para traerla ante mí. Esta es tu recompensa ahora, mensajero.

Tenía que ser una trampa... si el Dios Shinto pudiese hacer eso ya se lo hubiese prometido antes como recompensa. Lo malo era, ¿ese idiota agresivo se daría cuenta del engaño?

-Ahryelle... lo siento...

Parecía que no...


Touch my heart KumihoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora