Un último gesto

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Estaba oscuro. La única luz que había en la habitación era la de Ahrielle y no brillaba con demasiada intensidad.
Llevaba despierta una hora, no sabía cuanto llevaba allí ni cuanto tiempo había estado inconsciente. Solo sabía que si no escapaba de allí nada bueno iba a pasar.
-¿Estas bien?
Ahrielle por fin habló
-Si... Tranquila.
Hubo un silencio vacío. Algo estaba mal con Ahrielle...
-Lo siento mucho...
Entonces escuché sus llantos en mi cabeza. No sabía porqué pero parecía que se sentía culpable.
-Lo siento muchísimo....
Cada vez su llanto se escuchaba más y más alto. No podía verla así.
-¿Pero qué dices so tonta? ¿Lo sientes? ¿Porqué? No has hecho nada malo ni tampoco ha sido nada por tu culpa.
-Por favor... Perdona a mi hermano... Todd no es así... -Aunque no podía ver sus lágrimas notaba como si estuviese sintiendo cada una de ellas cayendo sobre mí. -No lo es...
-Tranquila.... No estoy enfadada ni nada de eso.
-No puedo...
-¿No puedes transformarte de nuevo en zorra o algo?
-No controlo bien mis poderes... No aún.
Una puerta se escucha abrirse unos cuantos metros por encima de mi cabeza. Parece que me tenía encerrada en un sótano. Una luz se cuela por el marco de la puerta, pero al cerrarla la oscuridad inunda de nuevo la habitación.
Oigo pasos bajando escaleras.
-¿Sabes? Nunca pensé que cazarte sería tan fácil.
Se escucha el sonido de un interruptor y se enciende la luz. El sótano estaba lleno de maniquíes, telas y cosas de informática, aunque a pesar de estar tan lleno, se notaba que estaba ordenado.
Me quede en silencio con los ojos entrecerrados, no podía ver nada después de estar tanto tiempo en la oscuridad. Para cuando pude abrirlos vi el rostro de un chico. Era alto, de pelo rubio muy oscuro y ojos de un azul muy intenso. Los colmillos asomaban por fuera de sus labios y sus colas eran del mismo color que su pelo. Había contado tres colas.
-¿Ya puedes verme?
Seguí en silencio.
-Te estoy hablando maldita zorra.
Su expresión cambió por completo.
Seguía escuchando los sollozos de Ahrielle, notaba como con cada palabra que escuchaba de su hermano se ponía peor.
Tenía que solucionar esto lo antes posible
El no dejaba de mirarme mientras su odio ardía en sus pupilas, quemándome. Era como si con su mirada me estuviese condenando al más horrible de los infiernos.
-Espera... ¿Acaso no sabes hablar el lenguaje de los humanos?
-Si se...
-Anda, por fin una palabra que sale de tu boca. Bien pues ahora que se que me entiendes y puedes hablar... -Su sonrisa marcaba aún más sus afilados colmillos. Sabía que nada bueno saldría de ella -... Disfrutaré aún más torturándote.
Antes de levantarse y dejarme de nuevo sola en aquel sótano frío y sin luz me dedicó un último gesto.
Se relamió lentamente los labios para mí.


Touch my heart KumihoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora