La estática que se sentía en el ambiente era tan palpable que estaba segura de que la podría cortar con un cuchillo. Arnold la observaba, sus ojos verdes la estudiaron con cautela, mientras sus rasgos ligeramente más maduros se mostraban fríos, imposibles de leer. Sintió que su lengua estaba tan pesada que se atragantó con ella cuando quiso decir algo, el silencio era tan denso que no podía soportarlo. Cerró la puerta tras de sí y los nervios de Helga se dispararon como locos al sentir esa intimidad en la que acababan de entrar. Al final Helga no pudo pronunciar ni una palabra, pero Arnold sí Habló:
―El señor Brown me ha enviado con usted. Tuvo unos pendientes que atender, así que no pudo presentarme en persona. ―Helga tuvo que parpadear un par de veces para salir de su transe de sorpresa. Tardó unos segundos en procesar y entender las palabras que acababa de decirle. Se levantó de su silla con torpeza, sus rodillas se trabaron con el escritorio y reprimió unas cuantas maldiciones cuando se golpeó la rodilla. Se avergonzó, sobre todo, porque para ser la primera vez en mucho tiempo que no se veían, estaba causando una impresión pésima.
―E-está bien... humm... si quieres puedes dejar tus cosas aquí...―le señaló un escritorio a su derecha. Le era extraño ser tan amable con él, más extraño aún sentirse de esa manera tan tímida y patética. Arnold ni se inmutó con su extraño comportamiento, asintió y dejó un portafolio ―que ella no había notado por estar tan embobada observándolo― en una silla.
Hace tres días habían traído un escritorio para su nuevo compañero a su oficina. Helga en un principio cuestionó al Señor Brown del por qué no le daba al nuevo una oficina personal, solo para él, el viejo tacaño dijo que tardarían meses en prepararle una. Helga sabía muy bien que era por el poco personal en el que el edificio disponía. Se le revolvió el estómago al darse cuenta de que, en efecto, ahora tendría que compartir oficina con él hasta que se encontrase lista la suya.
Arnold no dijo nada más, su seriedad la golpeaba como un puño. Ella solo se limitó a caminar con lentitud en dirección a la salida, lo miró de manera disimulada. Arnold ni la miró, estaba concentrado en acomodar varios papeles que traía consigo en los cajones. Abrió su portátil y la conectó al internet. Ella fingió que rebuscaba en uno de los estantes de su oficina, aun observándolo un poco más, le era imposible dejar de hacerlo, era como si no pudiera creérselo. Para ser sincera, ella no tenía idea de que Arnold se había dedicado al mundo editorial, mucho menos de que él estuviese interesado en trabajar en Hillwood.
Después de la graduación, Arnold tomó una universidad en Londres, donde vivió allí. A Helga le supuso un gran alivio, no sabía lo que pasaría si ambos vivían en la misma ciudad, era como si Hillwood fuera demasiado pequeño para que ellos dos pudieran respirar con tranquilidad. Se mordió el labio inferior tratando de pensar en qué decir o qué hacer. Pensó en volver al trabajo, pero supuso que no podría concentrarse con su presencia a su costado. Suspiró y lo miró de nuevo. Se sobresaltó al descubrir a Arnold observándola.
―¿Puedo saber por qué me mira tanto Señorita Pataki? ―Su voz fría le heló los huesos. Esa mirada que no dejaba pasar ni una emoción al exterior la escaneó con atención ¿Señorita Pataki? Abrió la boca, pero la interrumpió con brusquedad.
―Soy consciente de que compartiremos oficina, pero empieza a incomodarme. ―Ahora esta vez se le sonrojaron las mejillas.
―L-lo siento...―un momento, ¿acababa de disculparse? Frunció el ceño al darse cuenta de lo que estaba saliendo de sus labios. Arnold, en cambio, aceptó la disculpa haciendo un ademán con la cabeza.
El hecho de encontrarse con Arnold, el viejo amigo de su infancia y con que quedó en malos términos, ya era algo demasiado sorprendente en sí mismo. Sin embargo, su manera de comportarse la dejaba con la guardia baja, una manera en la que su comportamiento tanto físico como social indicaba que el hombre frente a ella era otra persona, una persona demasiado... fría. Aun podía recordar al chico sonriente, sereno y amable con todos, al chico servicial y bueno.
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En Busca de una Familia (Corrigiendo)
FanfictionHelga a tenido una adolescencia muy difícil y turbulenta. Ahora a sus 23 años, y siendo considerablemente exitosa, lucha por olvidar su pasado. Sin embargo, el pasado vuelve a ella en forma de cabeza de balon. Arnold Shortman regresa a su vida como...