Capítulo 35

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El derrumbe de mis emociones era inminente, mi mente, mi vida, mis pensamientos eran aguas cristalinas y abismales. Alguien había arrojado una gran roca sobre ellas, volviéndolas turbulentas y perturbadas.

Tal vez yo era una gran roca, y había sido arrojada contra muchas personas en el pasado. Turbando aguas y causando tsunamis. Lo cierto es que, en la vida, todo tiene un precio.

Si todo se rige bajo esta regla, entonces deberían haberme pasado, muchas, muchas cosas ya. Sin embargo, yo no estoy pagando esta muerte, de lo contrario, la muerta debería ser yo.

No quiero sonar como las tontas películas de Disney, no creo en los príncipes y los cuentos de hadas. No creo que el bueno prevalece y el malo tiene una muerte cayendo desde algo muy alto. A decir verdad, eso seria muy gracioso.

La vida me ha jodido tanto, tanto, que es inaceptable. Estoy enojada, furiosa. ¿Creías que me ibas a derrotar así porque sí? Me ha costado mucho, muchísimo, levantarme. No pienso ceder ni un centímetro. Y si las cosas seguirán así, entonces yo, Helga G. Pataki, le declaro la guerra a la vida.

...

Ha pasado tanto tiempo ya lamentándose, pensando en que todos esto era una mierda, pensando que no habría nada ya que la sacaría de ese hoyo, ni siquiera sus amigos. Lo cierto es que ella salió de ese hoyo. Arrastrándose con las manos, con las rodillas sangrantes y medio viva.

Las cosas parecían ir yendo bien hace apenas un día, sin embargo, la vía es cruel, es astuta y embustera. Y Helga estaba harta.

¿Creían que la verían derrumbada?

Pues no. Helga se negaba a volver a ese hoyo oscuro y frío, donde luchas para respirar y vivir. Helga estaba enfadada, y en estos casos... Esa ira era lo que la mantenía cuerda.

Ella no quería la tristeza, ella no quería la inhibición y la desesperación. Helga no quería sufrir. Y que la atropellara un autobús si dejaba que lo hiciera.

Prefería estar muerta que vivir, pero sin vida.

Así que se levantó, y se puso a trabajar.

Llamó a su tío Jade y le pidió que se encargará del funeral en lo que ella llegaba a Hillwood.

Al día siguiente, se preparó. Se puso la mejor ropa que Jack le había hecho, se maquilló y arregló exquisitamente, se arregló el cabello en la peluquería y salió a terminar su trabajo.

Ese enfado no era como los otros. Era como una llama, no un fuego abrasador, una pequeña llama, persistente, inmortal. Esa que nada la puede apagar.

Richelle le dijo a su hermano lo ocurrido, pues de inmediato fue a verla y decirle que estaba allí para ella, que no se crea huérfana pues ellos eran su familia ahora y siempre sería así. Helga no quería derramar ninguna lágrima, aunque fue imposible.

—No pienses que porque ahora lloras eres débil. Mañana reirás, te burlas de nosotros, como siempre lo haces. Eres una de las chicas más fuertes que conozco Nany. Nunca estarás sola. — ella lo sabía. Ciertamente, la familia que le fue arrebatada también le fue compensada.

Solo delante de él se permitió llorar. Richelle solo el primer día, no por rechazo ni nada, era solo que no quería que ella la viera débil. Amara también le hizo saber que estaba allí para ella cuando la necesitara, incondicionalmente. Esa chica dulce sabia lo que era ser huérfana, pues ella por mucho tiempo no tuvo padres.

En Busca de una Familia (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora