Capítulo 17

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― He tenido una excelente compañera de trabajo, debo admitir. Pero creo que es tiempo de independizarme. La señorita Pataki no me puede estar instruyendo todo el tiempo, y es algo entendible según su condición ― Arnold no tenía pensado, para nada, el olvidarse las instrucciones de Helga tal rápido. Aún tenía cosas qué aprender, y no era recomendable salirse de su intrusión cuando aún no dominaba la dinámica al cien. Lo cierto es que no difiere mucho el trabajar allí que en Londres. Lo diferente era que, de hecho, no era lo mismo ser ejecutivo al puesto que tenía antes. Tenía más responsabilidades, más trabajo y más poder. También las decisiones recaían en él hasta cierto punto. Era abrumador, no entendía como Helga lograba manejar todo aquello sin despeinarse. Helga era una chica obsesiva sin duda. Pero él aprendía rápido, era eficiente, disciplinado y decidido. Sabría apañárselas, aun sin las instrucciones de Helga. En todo caso, debía hacer caso a las órdenes de Jack y salir de la oficina de Helga si no quería que le quitasen el diario y se negase a hablar de ella. Era increíble esa debilidad que tenía hacia ella y no sabía de donde provenía. Ya habían pasado dos semanas desde que llegó a Hilwood, dos semanas de convivencia con Helga. Esa chica no había hecho nada contra él, ya no lo molestaba, ya no lo intimidaba... simplemente no hacía nada. Le preocupó mucho el rumbo que estaban tomando sus emociones, no las entendía.

Su jefe lo sacó de sus pensamientos. Sentado en escritorio, el Señor Brown se reclinó aún más en la silla mientras llevaba la mano a su barbilla en señal de profunda concentración. Arnold realmente se vio tentado a rodar los ojos, pero se contuvo. No era correcto ni conveniente mostrarse insolente ante su jefe. El hombre regordete sostuvo la posición por algunos segundos, hasta que lo miró con resolución en los ojos, Arnold tuvo un mal presentimiento.

― Me parece que aun necesitas instrucción considerando que es la primera vez que asumes un puesto de tanta importancia. Pero la señorita Pataki no se ha estado sintiendo muy bien en estos últimos tiempos, y es preciso su recuperación. ― Arnold pudo detectar resignación en su voz. Era cierto que no le hizo mucha gracia al señor Brown cuando recibió la incapacidad de quince días que el doctor de Helga solicitó. Muy probablemente ese hombre la considerarse necesaria. Arnold era realista, tal vez si fuese necesario tener a Helga gruñendo por ahí. Nadie era tan autoritario, eficaz y talentosa como ella. Arnold tuvo la impresión de que el discurso del señor Brown no había acabado allí, y cuando lo vio volver a tomar respiración para hablar, supo que no le iba a gustar.

― Aunque, tú tienes mucho talento señor Shortman y ahora que ella no va a poder asistir por un tiempo, quizá fuese necesario un remplazo para ella. ¿Qué le parece? ― justo lo que se temía. Ya tenía mucho trabajo de por sí ¿Cómo podría encargarse del suyo y todavía de el de ella?

― Pero... yo ya tengo mucho que hacer con lo que tengo ahora― y era la verdad, no quería ni imaginarse todo lo que tendría que hacer si asumía todo eso. ― El hombre le regaló una sonrisa tranquilizadora.

― Tal vez podría considerar una oficina para usted solo si me hace ese pequeño favor― ¿Qué era este tipo de manipulación? Esta vez no pudo evitar fruncir el ceño. Se supone que él debería tener su propia oficina y no tendría que negociarla.

― Señor Brown... ¿es que no piensa darle un lugar de trabajo a su segundo ejecutivo? ― su voz era controlada, moderando su tono, pero no sonaba amable... exactamente. Quería recordarle que él no era cualquier trabajador y que no iba a ponerse a negociar algo tan obvio como eso. El señor Brown lo miró como si haya dicho algo muy insultante.

― Por supuesto que sí señor Shortman, sin embargo, tiene que considerar el hecho de que se tiene que preparar dicha oficina, como supongo usted sabe. Me gustaría que me ayudase con el trabajo de La señorita Pataki y use usted esa oficina en su ausencia, así tendría donde hospedarse mientras le preparan la suya. ― Arnold lo miró pensativo, y ahora él fue el que se reclinó en la silla. El señor Brown bien podría ser un hombre respetable, pero se aprovechaba de las personas con puestos inferiores y sin importancia. Manipulándolos a su antojo y a veces explotándolos. Quiere manipularlo a él también. Pero Arnold se valía por sus propias reglas y tenía que recordarle a ese viejo regordete que a pesar de ser su trabajador, merecía respeto. No quiso ni imaginarse si alguna vez él quiso hacer algo parecido con Helga. Le pareció gracioso el solo pensar como habría actuado la chica rubia.

En Busca de una Familia (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora