Capitulo 24

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¿Qué hace Amara en Hilwood? Se preguntó Helga. Ella estaba allí, parada en medio de su oficina con ese porte tan profesional e impecable. Por un momento sintió pánico al pensar que algo le pudiera haber pasado a su albino, pero la señorita Fried (como insistía tanto Jack que la llamara) le había informado que Jack se encontraba en perfectas condiciones y francamente aburrido en su casa en Homburgo. Había muchas cosas que no entendía, pero Helga no era la clase de persona que se gustase dejar cabos sueltos. Arnold se disculpó para irse, su orgullo se veía algo herido y a pesar de toda la curiosidad que seguro tenia, no quiso interrumpir la conversación que estaban a punto de tener.

― No es que me desagrade tu presencia aquí, Amara... perdón, Señorita Fried... pero ¿puedo saber qué haces en Hilwood? No, mejor ¿en mi oficina? ― La chica de ojos tiernos y mirada amielada se aclaró la garganta buscando las palabras, o más bien traduciéndolas no lo sabía discernir con exactitud.

― Lamento la intromisión Señorita Pataki ― el fuerte acento alemán le recordó que Amara muy apenas sabia hablar un poco su idioma. La chica parecía atragantarse con las palabras.

― El Señor Galdschmidt me envió aquí para supervisar algo...― Amara probablemente era la única persona en todo Hilwood que podía pronunciar el apellido de Jack a la perfección. Rodó los ojos. Se encontraba semisentada a la orilla de su escritorio, sus brazos cruzados posiblemente le estaban arrugando la blusa verde pastel que se había puesto para el trabajo, pero no podía evitarlo, presentía que algo había hecho el albino, y eso algo no le iba a gustar.

― ¿Enserio? Tengo que revisar ese contrato que hiciste con el polvorón cuando aceptaste ser su asistente, estoy segura de que no incluye traerle un late doble hasta el otro lado del mundo ― La chica se removió incomoda. Tal vez ella sabia que estaba siendo usada por Jack, aunque si ella lo sabía, no lo dejaba ver.

― El señor Galdschmidt me dijo que no se lo ocultara o podría enojarse mucho ― le dijo con un poco de timidez. Helga frunció el ceño. Jack y ella no solían ocultarse nada, o bueno, trataban de no hacerlo. Era un trato mutuo (aunque había ciertas excepciones, como el no decirle que había pasado una tarde con Arnold) cosas grandes se las decían, planes, ambiciones, proyectos... incluso inseguridades. Tal vez suene un poco infantil, pero el compartir todo eso con alguien, los a ayudado a ambos a sentiste bien, no tan solos.

Así que Jack se lo informaría, o le diría el plan que trae en mente, tarde o temprano (o cuando ya esté ejecutado) pero lo haría, aunque la incluya a ella.

Por eso supo que no le iba a gustar nada lo que le diría Amara, porque lo conocía y sabia lo sobreprotector que era, no, lo obsesivamente sobreprotector

― Déjame adivinar, Jack te mando para que me vigilaras, así podría pegar el ojo en las noches ― La chica no dijo ni una palabra, se preguntó si le había entendido bien o habría tenido que repetírselo, pero ella asintió contestándole

― Mas o menos... aunque dijo que también se iba a enojar ― De hecho, enojar solo era una pequeña palabra a comparación a como se sentía en ese momento. En un arrebato se bajó de su escritorio y sin mirar a la chica que la veía un poco intimidada salió de su oficina, y caminó dando largas zancadas por el pasillo del fondo, pasando por los cubículos hasta donde se encontraban las demás oficinas. Los trabajadores desviaron la vista al ver la cara de asesina en serie que tenia en ese preciso momento. Llegó a su destino que, con un gran portazo, abrió la puerta, a su manera tan dramática y especial.

Adrián ni siquiera se tomo la molestia en observarla, inmutable, seguía escribiendo en su ordenador, con muchos papeles esparcidos por todos lados. La oficina de Adrián era muy parecida a la suya, hablando de proporción y espacio, como se encontraba a la zona norte del edificio la ventana quedaba mucho mas a la derecha que la de la suya, pero creaba su efecto. Se veía que era en espacio de un hombre, con sus sofás con tapicería purpura azulado, paredes grises, ni un cuadro para ambientar, eso era seguro, la alfombra negra le daba un toque demasiado siniestro al lugar, sobre todo porque en ese lugar reinaba el silencio, el misterio y una oscuridad inquietante. Pero no se detuvo a admirar las habilidades de Adrián para decorar una habitación, que por cierto, era pésimo.

En Busca de una Familia (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora