Capítulo 28

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¿Para qué hacerse un corte de cabello? Simplemente no lo entendía. La idea de dejar que una chica parlanchina, que pone su atención mas en sus camaradas que en su trabajo, se le acercara con unas tijeras le causaba pavor. Pero Richelle y Amara parecían muy confiadas al respecto. Que nadie la malinterpretara, Helga sí se corta el cabello, pero solo en una estética que está a unas cuadras de su casa y le tiene completa confianza a esa señora.


Aunque Helga le tendría más confianza a una anciana de setenta y un años y tres dedos que a una de esas chicas risueñas y parlanchinas.

Pero a pesar de todo, las siguió. Helga no era una chica confiada, pero tampoco una a la que le gustase la soledad. Ya había pasado muchos años en esa época de estar al margen de todo y todos, quería... sentir que pertenecía a algo, a alguien.

Cuando llegaron a ese salón de belleza, un bello local con ambientadores florales y ligeros olores a fijador de cabello, aerosol y lociones, pensó que era el comienzo de su sufrimiento. Al menos el lugar estaba impecable, con los sillones de espera elegantes, de un color rojo y las innumerables lámparas y luces decorativas le molestaron un poco en los ojos. Amara y Richelle no habían hecho cita, por lo que tuvieron que esperar un poco. Por suerte, esperaron charlando. Nadie cobra por hablar hasta por los codos, por suerte, porque esas chicas se hubiesen quedado en quiebra. En cierta manera, a Helga le alegró que Richelle encontrara a una chica con la cual entablar conversaciones banales del género femenino.

Richelle era una chica muy femenina, aunque también le gustaba ver mangas y jugar videojuegos. Era una chica muy especial, pero Helga no compartía los mismos gustos, al menos ya no, no tenían hobbies en común a parte de la lectura y a Richelle le gustaba otros géneros. Cuando intentaban mantener un tema de conversación, la plática se tornaba en una caída en picada bastante decepcionante.

Cuando las vio entablar conversación tan rápido, se dio cuenta de que, a pesar de la familiaridad, ella no terminaba de encajar con el género femenino. Helga no era ni femenina, ni perseguía a los chicos, pero tampoco caía a los extremos de ropa holgada y completa indiferencia al sexo masculino. Ella era un equilibrio perfecto entre la feminidad y la masculinidad, y eso le asustaba.

Mas que nada porque no lograba encajar del todo. Cuando no eres ni una cosa ni la otra, y eres una persona imposible de etiquetar ¿A dónde perteneces?

Lo cierto es que al menos pertenecía a un grupo de gente, aunque un poco reducido, pero lo hacía. Jack fue el primero, entendió su lado suave, sentimental y también su lado rudo, para nada femenino. El no la juzgó por ello, por esa personalidad tan cambiante, que podía pasar de la zona A a la Z sin ningún problema.

Las demás personas incomprendidas, imperfectas, fueron llegando, y se hicieron uno solo. Personas que tal vez no eran políticamente correctas, como Adrián, ni que cumplían su estereotipo, como Raphael, ni siquiera las que serían típicamente gays, como Jack.

Suspiró cuando la nostalgia empezó a inundarle. Sentada en el sofá y con las chicas hablando de temas extraños para ella, pensó que tal vez necesitaba un cambio de perspectiva. Y por alguna razón se le vino a la mente Arnold, pero no el Arnold de ahora, el de el pasado. Ese chico bueno y alegre, que siempre era honesto y optimista, era bueno pensar en él como era antes, pero también consideró que tal vez Arnold había cambiado para bien. Que Arnold había dejado de ser demasiado bueno, que había bajado de ese trono de dios perfecto que ella se había creado de él. Arnold había dejado de ser un objeto para adorar... ahora era una persona con defectos.

―Ya es nuestro turno ― anunció Richelle levantándose del sillón. Amara hizo lo mismo y Helga suspiró un poco. La chica encargada ―que había llegado sin que se diese cuenta― las guió al interior. Había sillas giratorias, Helga no conocía como se llamaban, pero supuso que allí realizaban el corte de cabello y aplicaban el shampoo. Había algo parecido a un peinador con muchísimos productos, botellas intimidantes que la hicieron arrugar la nariz ¿para qué querían tanta cosa?

En Busca de una Familia (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora