Epílogo

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Sus pasos resonaban en la madera polvorienta y vieja

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Sus pasos resonaban en la madera polvorienta y vieja. El sonido de sus tacones hacia eco en la habitación medio vacía. Tomó una fotografía que estaba colgada cerca del puerta de la cocina y la observó por un largo momento. Sintió la nostalgia haciéndole mella en ese corazón lleno de cicatrices por sus batallas interminables con la vida. Su amigo le puso la mano en el hombro.

―Siempre con el ceño fruncido ¿eh? Casi parecía que lo tuvieses pintado en la cara. ― dejó de mirarlo y se dio la vuelta para observar a Jack.

―Que tiempo aquellos... ¿Quién diría que esa seria mi época mas feliz de la infancia? Yo odiaba esa época ― metió con cuidado el cuadro donde aparecía su familia entera, y una Helga con el ceño fruncido. Jack se quedó en silencio, observándola con tristeza. El albino le sacaba una cabeza, por lo que tenia que observarlo para arriba.

Tenía una camisa negra, con bordados azules, sobre esta, una chaqueta de cuero con tela de lana por dentro para soportar el frio. Jack siempre iba bien vestido e impecable, sin embargo, su cabello platinado medio rebelde, le daba la apariencia de que no se había peinado demasiado, aunque lo mas seguro es que haya pasado algo de tiempo frente al espejo. Ahora que lo pensaba, Jack era algo vanidoso cuando se trataba de él y su aspecto personal. Se inclinó un poco mas para mirarla a la cara y le regaló una pequeña sonrisa.

―Sabes, yo sé como puedes viajar a esa época, de hecho, también se como viajar al futuro en tan solo unos segundos ― Helga arqueó una ceja

―¿Estas hablando enserio polvorón? Hoy no tengo ganas de bromas ― la sonrisa relajada de Jack se ensanchó un poco más.

―No es una broma... es algo si como... una maquina del tiempo. ¿quieres probar? ― Helga suspiró y dejó la caja que tenia en su brazo en una mesita cercana. Todo lo iban a regalar, excepto, claro las cosas personales de Bob, pero la mayoría de los muebles de la casa de su infancia iría directo a la caridad. Decidió que no perdía nada en seguirle la corriente, era Jack después de todo.

―Bueno, veamos. Si me engañas te golpearé ― trató de bromear. Una pequeña risa divertida salió de los labios del albino. Se acercó a ella y puso ambas manos en sus hombros. Se acercó un poco a su rostro y cerro sus ojos.

―Bueno, cierra los ojos ― Helga obedeció con curiosidad. Se quedaron así un instante, ambos con los ojos cerrados el uno enfrente del otro. Sintió los dedos de Jack retorcerse un poco en sus hombros, tomándola con más firmeza.

―¿Recuerdas cuando nos conocimos...? La verdadera primera vez que nos vimos. Eran mis primeros días en la ciudad, de hecho, era una época lluviosa, por lo que la mayoría de la gente llevaba impermeable o estaba protegida de la lluvia. Yo había salido al mercado, sin mucha suerte pues los vendedores no entendían mi pobre inglés. Estaba regresando a casa, había olvidado llevar sombrilla ese día, por lo que tuve que apresurarme si no quería mojarme demasiado. Giré una esquina, pero choqué con una niña de coletas. Por alguna razón me llamaste "Arnold" ―su sonrisa se convirtió en una mueca irónica― después empezaste a llorar, mientras me hablabas a toda velocidad, cosa que me dificultó mucho entenderte, así que pensé que te habías lastimado al caer. Traté de levantarte, pero cuando me miraste a la cara, me gritaste y me empujaste con una fuerza que era increíble que poseyera una niña de esa edad. En todo el camino me quedé pensando en esa niña de coletas rubias, que no tenia idea de lo que había pasado, y que estabas llorando de una manera muy triste, como si te hubiesen roto el corazón. ― Helga sonrió un poco al recordar.

En Busca de una Familia (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora