Capitulo 20

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Una de las grandes desventajas del destino es que cosas que en absoluto quieres que pasen pasan. Sobre todo, cuando la casualidad y el destino se alían y forman algo tan estrafalario como esto. Recapitulemos, Helga se encontraba a punto de caer a la pileta de agua apestosa de túnel del amor (que Jack estaba tan interesado en entrar con ella) pero como muchas de las veces (en las que tiene bastante certeza que por ahí hay un ser que la odia de verdad y le hace ese tipo de maldades) algo extraño, inesperado y desafortunado pasa, al menos para ella. Su precioso trasero en vez de tocar el agua, toca un bote que estaba pasando exactamente al mismo tiempo en el que ella caía. Tan torpe era, tan torpe se sentía en no fijarse en donde pisaba... pero nada de eso importa ahora. Si no quería llamar la atención de Arnold y su hijo había estropeado el plan de manera irreversible. Haber ¿Cómo sabría ella en primer lugar que ellos estarían allí? ¡era el túnel de amor! Sin embargo, Arnold la miraba como si estuviese contemplado a su acosadora personal


Ella sostuvo su mirada, resistiendo las ganas a cruzarse de brazos. Arnold fruncía el ceño, otra vez..., era como si esas arrugas en su frente actuaran como parte de sus rasgos, generalmente masculinos, poderosos y delicados y atrayentes. Ahora Helga lucho contra el impulso de abofetearse ella misma. Colin los observo con la boca abierta, pero después se puso a jugar con un barco de juguete que había traído consigo, al parecer, tratar de entender a dos adultos era más complicado de lo que un niño podía soportar así que decidió ignorarlos. Que niño tan sabio.

Ese juego de miraditas estaba empezando a cansarla. Arnold estaba con brazos cruzados, he de ahí su decisión a no imitarlo, alguien en ese barco tenía que ser el maduro, y no iba a caer en ese juego infantil. Una parte dimunuta de su ser, tan diminuta como una chispa de luz, como una estrella en el cielo, se sintió afortunada de estar en ese barco con el, con ellos, que pudo haber caído con alguien mas, alguien diferente a ellos, que tal vez no toviera buenas intenciones. Y a pesar de que Arnold fuera un poco grosero, ceñudo y con mal humor... se sentía segura con él.

Pero eso no lo admitiría con facilidad. No sabía cómo podrían tomárselo los demás, no sabía cómo tomárselo ella misma. Jack estaría muerto de la preocupación en estos instantes, pero siendo sincera, en este momento no estaba con alguien malo, que pudiera lastimarla.

Cuando el silencio fue demasiado pesado, cuando sintió que los ojos le picaban por estar retándose uno al otro, desafiándose por quien hablaba primero, quien cedía, decidió que era estúpido. Relajo los hombros, Arnold siguió el movimiento con sus ojos verdes, verde bosque ahora con la luz tenue, el lugar apenas iluminado por unas cuantas lamparas de techo. Ahora Helga era diferente, ya no era esa adolescente tonta he inmadura. Si, tal vez conservaba unas cuantas cosas, pero dependía de ella como quería que fuera su vida, y la verdad, no quería que fuera tan complicada, tan turbulenta. Desvió la mirada y sin mirarlo a él, solo a un punto perdido en la oscuridad del túnel dijo:

―Lamento la intromisión. ― Una disculpa sincera, aunque admitida a regañadientes. Ella era Helga, si, pero dentro de ella sentía... que quería ser mejor, que quería avanzar. Tal vez es por eso por lo que tomo la iniciativa de manejar ella el auto de Jack, más aun, la iniciativa de hacerlo con el presente, con alguien presente. El rostro de Arnold era impasible, aunque acepto la disculpa con una inclinación de cabeza ¿desde cuándo se había hecho tan cerrado?

―No... importa. Aunque fue extraño. ― Si de extraño se referia a que fue gracioso verla caer de rabo en su bote entonces ella sentiría verdaderas ganas de esconderse en un rincón por la vergüenza. Helga no dijo nada, tal vez con temor a que el digiera algo que provocara que sus mejillas pálidas ardieran. En cambio, lo miro. Ese hombre extraño, fornido, fuerte, misterioso y siniestro. Lo contemplo pensativa. Llevaba una chaqueta de vestir con pantalones negros que casi no se distinguían en la oscuridad del lugar, su cabello perfecto, ni un pelo fuera de su lugar. Colin estaba a su lado, jugando con esa lanchilla de juguete, hacia sonidos extraños con la boca, imitando a una lancha de verdad. Después de haberle asegurado mas de tres veces al niño que se encontraba bien siguió con lo suyo, jugando, aunque estaba bastante segura de que pararía oreja cuando los adultos digieran algo interesante. Una sonrisa tensa se formó en sus labios finos de él, sus dientes perfectos relucieron ligeramente con la luz de las lamparas.

En Busca de una Familia (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora