Capítulo 8

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Antes de que pasase todo ya tenía ese presentimiento en la cabeza, estaba muy cerca de tener todo lo que quería, aunque tenerlo todo no siempre es bueno...

- ¿ Qué pasaría si ahora mismo te encontraras con ese chico?

Sara sabía que no quería seguir hablando de él y no paró de mencionarlo en toda la tarde. 

Ya habíamos salido de la última tienda, ella tuvo que ayudarme a llevar las bolsas porque a mi me faltaban manos para cogerlas todas.

- No pasaría nada, no creo que se acuerde de mi.

Sara me miró extrañada.

-  ¿ Y si a él le pasa lo mismo que a ti? Ya me entiendes, desde ese golpe no para de pensar en ti y te ve en todos lados...

- No creo que le pase eso Sara, no seas dramática.

Me dió un golpe en el brazo y seguidamente me contestó.

- Si te pasa a ti, ¿ por qué no le iba a pasar a él?

Había un poco de ironía en su pregunta, quería dejarme sin palabras para contestarle, y lo consiguió. 

Quizás tuviese razón, alomejor yo no era la única que estaba así, pero estaba segura de que no volvería a ver a ese chico. 

La suerte nunca pasa dos veces seguidas y mucho menos a mi. Londres es muy grande y encontrarle entre dos millones de personas sería imposible.

- Venga, vamos a cenar.

No era una pregunta, más bien era una orden ya que agarró mi brazo y tiró de mi llevándome a un local cerca de el sitio donde estábamos. 

Esa chica me había metido en un bar de chicos, pero ella conocía a todo el mundo. No era la primera vez que entraba en ese sitio, saludó al camarero que se encontraba detrás de la barra y nos sentamos en una mesa en el fondo del local.

- Yo quiero una hamburguesa, ¿ qué vas a pedir tú?

Llevé el menú a la altura de mis ojos, no era un menú muy variado, en él sólo habia nombres de comida basura.

- Yo prefiero un sandwitch.

A pesar de lo incómoda que me sentía, ese bar era muy acogedor. Éramos las únicas chicas sentadas en el local.

- Olvídate de ese chico, mira cuántos tienes aqui.

Sara me había llevado a ese sitio a posta, quería que me fijara en otros chicos y me olvidara de los imposibles.

- Ya te dije que paso de chicos ahora mismo.

Me llevé la coca-cola light a la boca y le guiñé el ojo. Sabía que esa actitud la ponía rabiosa, pero ella sólo quería lo mejor para mí.

- Estoy pensando en sacarme el carnet, necesito moverme por la ciudad.

Cambié de tema para liberr la tensión que se entreponía entre nosotras tras el tema de los chicos.

- Me parece muy bien, creo que es buena idea. Así no tienes que depender de mí.

Intentó hacer la broma, ella se había convertido en mi chófer las últimas semanas durante las veinticuatro horas que tiene el día. 

Me llevaba a todos los sitios que yo quisiese, pero claro yo tenía que pagar la mitad de la gasolina. Era como si fuera yo quién condujera y por intentar sacármelo no perdía nada.

- ¿ Qué clase de coche tienes pensado comprar?

-No pensaba comprar uno nuevo, prefiero uno de segunda mano más barato.

Tener un choche espectacular noo era mi pensamiento, sólo necesitaba un coche con cuatro ruedas y que andase.

- Si quieres te puedo decir una autoescuela muy buena y yo te podría enseñar a conducir, sería divertido.

Me daba miedo pensar que Sara me enseñaría a conducir, estaba loca y no es que manejase muy bien su coche. Tenía un golpe en la parte trasera al lado de la matrícula, ella decía que era porque no estaba acostumbrada a conducir por la derecha, pero la verdad es que no tenía ni idea de conducir. 

Si no tuviese el carnet pensaría que me estába mintiendo.

- Hahaha, no creo que sea buena idea. Pero bueno, confiaré en ti.

Ni yo misma estaba segura en decir esas palabras, pero no quería quedar mal delante de ella. La quería mucho, pero es un poco irresponsable y yo era muy joven para morir.

Nos terminamos la comida y salimos a fuera, el camarero nos invitó ya que decía que éramos las chicas más guapas que habían pasado por el local, aunque no creo que hubiesen pasado muchas chicas por allí. 

Seguro que se lo decía a todas par aver si se quedaba con alguna, desde luego a nosotras no nos convenció.

Sara sacó las llaves del bolso para abrir el coche para llevarme a casa. Ahora me llevaría una hora en colocar toda la ropa que había comprado. 

No debía gastar mucho hasta final de mes, había gastado demasiado ese día y aún estábamos a principios de Febrero, pero bueno un día es un día.

Al llegar subí las escaleras cargando con las bolsas, abrí el vestidor y comencé a guardar ropa.

Mi móvil empezó a vibrar, mi madre me estaba llamando.

- Dime mamá.

- Sólo quería saber si estabas bien, dentro de poco comienzas las clases.

- Si mamá, estoy bien. Acabo de venir de comprar ropa.

- Te echo de menos, llevas tres meses fuera de casa, ¿ no piensas volver?

Volver ahora mismo sería como abandonar todo, a penas había empezado y no estaba dispuesta a hacerlo.

- Ya volveré mamá, mañana te llamo. Adiós, te quiero.

- Vale, adiós, ponte el chaquetón, te quiero.

Y dale con el chaquetón, no había sido tan pesada nunca como ahora. 

Por mucho que intentase cambiar ahora mi madre conmigo nunca se me iba a olvidar lo mal que lo pasé por su culpa. Mi madre me había hecho mucho daño y hasta que no me perdió no se dió cuenta de lo que tenía, aunque aveces ya es demasiado tarde...                                                                                                                                

De pequeña contaba los segundos, los minutos y las horas que me quedaban para marcharme de esa casa y siempre tuve la esperanza de que las cosas ocurriesen antes de lo que esperaba. 

Todo no era tan horrible, a mis padres les daba por momentos. 

Un día podrían ser los mejores padres del mundo, amables y cariñosos, pero al día siguiente las cosas cambiaban y a la mínima que mi madre estuviese cabreada con alguien las pagaba todas conmigo. 

Yo no me porté muy bien con ella tampoco, aunque según le decía yo le hablaba '' como se merecía'', y aún sigo manteniéndolo. 

Si alguna vez hubiese mostrado un poco de cariño hacia mi, como el de una madre normal, y no me hubiese tratado de la forma en la que lo hizo nuestro trato sería diferente. 

Ya con las cosas hechas era muy difícil de cambiarlo todo, por mucho que ella lo intentase, las cosas no se olvidan de la noche a la mañana.

Pero ya eso para mí era el pasado, por eso dejé esa vida atrás y me arriesgué viajando lejos de mi casa, estaba contenta de no estar allí y dentro de una semana empezaría las clases. 

No podía estar más orgullosa de mí misma, aunque si hubiera podido cambiar una cosa sería traer a mis amigas aqui, pero ahora tenía a Sara.

Tenía que centrarme mucho en mis estudios, porque podrían quitarme la beca, y además tener que sacarme el carnet del coche y hacer vida personal, iba a tener un año muy duro...

ShadowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora