Capitulo 25 ''Dándoles caza''

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Isobelle.

Todo era falso.

Falso.

Falso.

Ellos nunca me quisieron, me mintieron durante toda mi vida, no eran lo que yo creí. Mi familia las personas que me criaron no eran más que sucios farsantes que solo se habían quedado conmigo por el valor que tenía para ellos.

Quería arrancarles la garganta con mis propias manos.

Lo aria.

Pagarían de tal forma, los iba a hacer tan miserables como era humanamente posible. No se trataba de mí, por primera vez en mi vida no era cosa mía, todo era sobre ella. Tanto tiempo pase odiándola, encontrando alguna excusa de porque había hecho lo que hizo, desde hace meses me preguntaba que en el infierno la poseyó para involucrarse con alguien como mi padre, pensando todas las formas en las que él pudo haberla obligado a hacerlo, ahora estaba consciente de que era.

Amor.

Oh era la última maldita excusa que tenía.

Tal vez y ese ''amor'' la había matado, bueno en realidad eso era lo que acabo con ella, literalmente.

Seguí caminando en el terreno lleno de hierba verde y alguna que otra flor hasta que encontré lo que estaba buscando.

Tallado en roca gris se encontraba el nombre escrito de una forma elegante. Al menos no habían tirado su cuerpo en algún pantano para que los buitres se lo comieran.

Tal vez no eran tan malos, solo tal vez...

Enterré mis uñas en las palmas, dejando que el ardor y la sangra me invadieran las manos. No debía excusarlos, ellos la habían matado sin piedad, ellos. No importaba que me hubieran criado, que me hubieran hecho quien era ahora, habían matado a su propia hija e iban a hacer lo mismo conmigo cuando se dieron cuenta que era valiosa para ellos, no eran más que bastardos egoístas que no merecían piedad alguna.

Quería tanto hacerles daño, solo necesitaba poner mis manos sobre ellos y sentirían lo que yo sentía, el ardor en mi piel de la ira hirviendo dentro de mí, solo, solo necesitaba...

Solo necesitaba hacerles daño.

Pase la tumba de mi madre sin una última mirada, había venido a este lugar solo para que no supieran que iba a por ellos, este camino conectaba a la entrada principal por los árboles, ni siquiera me iban a ver llegar, sería una sorpresa tan satisfactoria... para mí, claro.

A lo lejos pude ver el muy familiar arce amarillo en el que me había subido tantas veces con mis primos, retándonos a ver quién era el primero en llegar lo más alto que se podía, mis primos, los que se encontraban ahora muertos casi todos. Pasé el árbol y con unos simples pasos más, me encontraba en la puerta principal de la gran casa.

Y era la hora.

Abrí la puerta sin problema alguno, el lugar se encontraba tan reluciente como lo recordaba y tan vació como era de costumbre.

Subí las escaleras yendo a por algo que quería tener en mis manos de nuevo.

Al momento en que entre en mi antigua habitación fui al lugar especial en la pared donde se encontraba mi arma más valiosa, la katana de plata que había pertenecido a el primer samurái de la familia en 1658.

Bien, ahora había encontrado un uso realmente importante para ella.

Regrese a las escaleras... Y no pudo haber sido mejor.

HUNTERS and WOLFSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora