Capitulo 4

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El año escolar transcurrió rápido. Harry había estado pendiente de Luna y los slytherins, pero al pasar los meses, ninguno de ellos hizo nada en contra de sus amigos, asique abandonó el tema, aunque no dejo de preocuparse por su amiga. Luna se paseaba con ellos por todo el colegio, al principio nadie podía creerlo, pero al final se acostumbraron. Su amistad con Draco se volvió más fuerte que ninguna: había encontrado al chico que se ocultaba detrás de todas esas capas de indiferencia. Ella era su confidente, su mejor amiga.

Pero tenían que ser cautelosos. El padre de Luna, Xenophilius, era mestizo. Lucius había sido muy claro cuando le dijo a Draco que sólo debía relacionarse con magos sangre pura. Nada de mestizos, y no hace falta decir que los sangre sucia estaban más que prohibidos para el chico.

Y ahí estaba él, sentado frente al lago, junto a Luna, escuchando sobre la batalla que habían tenido ella y el Ejército de Dumbledore en el ministerio de magia.

—Tu padre estaba allí, Draco... —dijo con cautela.

— ¿Ha lastimado a alguien? ¿Te ha lastimado a ti? —la furia irradiaba de su rostro.

—No, él no... Pero el simple hecho de que haya estado allí, intentando conseguir lo que él quería ¿no crees que es suficiente?

—Sí, Luna, es suficiente para odiarlo. ¿Crees que me gusta saber que mi padre participa de eso y que pronto yo también lo haré? —ella negó— ¿Los lastimaron demasiado? —Luna pudo notar la angustia en su voz.

—No, algunos moratones, o cortes pequeños. Él más lastimado es Harry, ya sabes, su padrino fue asesinado esa noche... Esta devastado.

—Lo siento. —se limitó a decir. — ¿Qué hay de Hermione?

—Ella está bien, se había asustado bastante cuando quien-tu-sabes tomó posesión de Harry, teme por él y esta triste por Sirius. Claro que también teme por sus padres, porque sabe que una batalla grande se acerca y corren peligro.

—Si pudiera hacer algo... Si tan solo pudiera protegerla. —susurró, tirando de su cabello con fuerza. Luna tomó su mano y la apretó con fuerza.

Se había enamorado de Hermione en cuanto la vio el día del baile de navidad, pero el daño ya estaba hecho y por mucho que lo deseara, ella era una impura y él descendía de un largo linaje de pureza. Nunca iban a estar juntos, si es que ella algún día dejaba de odiarlo.

—No temas, Draco. Acércate a ella y veras que no es tan malo como crees. —intentó darle ánimos pero él solo rio amargamente.

—Luna, la he humillado e insultado durante cinco años. ¿Qué le diré ahora? ¿"Hey, me preocupo por ti aunque en realidad demuestre que te odio"? Sé lo mucho que mis comentarios la lastimaron, y sé también, que no debería importarme, porque lo he hecho para mantenerla alejada de mí. Lo he hecho para que me odie. Mi padre y mi tía los atacaron la otra noche, ella cree que soy igual que ellos, y no la culpo, está en lo correcto porque pronto lo seré. —confesó.

— ¡Tú no eres como ellos Draco Malfoy!—espetó la rubia, regañándolo— No vuelvas a decir eso ¿está bien? No eres así. Y, para que sepas, Hermione no piensa que seas igual a ellos. Si ella supiera la verdad... —quiso proseguir pero Draco la interrumpió.

—No debe saberlo, jamás. Correríamos mucho peligro. Nos matarían. —dijo Draco.

—Lo sé. —se limitó a decir, apenada.

Sabía perfectamente que Draco no esperaba que ella dijera algo, pero tenía la necesidad de hacerlo.

—Nunca sabrás que pasara si no lo intentas. A veces, vale la pena arriesgarse a morir, si mueres siendo amado. — dijo con firmeza.

Amistades peligrosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora