Capitulo 15

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Una seman en Azkaban les fue suficiente a todos para no querer volver nunca más.

El juicio dictó que Draco Lucius Malfoy nunca había querido ser mortífago, ni parte del ejercito de Voldemort, si no que había actuado bajo presión y por obligación. A demás, no había cometido ningún crimen, y había salvado a Harry Potter, Hermione Granger, y Ron Weasley en la mansión Malfoy ubicada en Wiltshire. No se resistió a los aurores y contribuyó con lugares exactos donde podrían esconderse algunos mortífagos fugados. Todos los cargos fueron retirados. Draco era libre.

Narcissa Black de Malfoy no era mortífago, ni había cometido ningún crimen más que darle asilo en su casa al señor Tom Riddle, viéndose obligada a dejar que su hogar fuera lugar de asesinatos y torturas. Sin embargo, había salvado a Harry Potter en el Bosque Prohibido, mintiéndole a Voldemort y poniendo en riesgo su vida y la de su familia. También contribuyo a la búsqueda de mortifagos prófugos. Quedó libre de cargos.

El señor Lucius Malfoy fue sentenciado a doce años de prisión en Azkaban. La condena fue reducida por el buen accionar de su familia, y por su contribución a la búsqueda de mortifagos prófugos.

Pansy Parkinson fue liberada de cargos al quedar demostrado que había sido obligada a aceptar la marca tenebrosa, y que no había cometido ningún crimen.

Unas semanas después de quedar libres, Narcissa y Draco vendieron la Mansión Malfoy de Wiltshire al Ministerio de Magia, para su posterior derrumbe. Aquella mansión, que fue su hogar por tantos años, era ahora un recordatorio de los errores del pasado. Compraron una mansión en las afueras de Bedford.

Xenophilus Lovegood fue puesto en libertad dos días después de la caída de Voldemort.

Lo primero que preguntó fue dónde estaba su hija. Nadie supo cómo decirle lo que había ocurrido. Harry lo hizo.

Xenophilus cayó al piso. Jamás había sentido un dolor semejante.

—Mi pequeña Lunita —susurraba en sollozos— ¿por qué mi niña?

¿Cómo seguiría sin ella? Quería morir, quería dar su vida a cambio de la de Luna, su hija. Se sentía terriblemente culpable, porque si no hubiese estado encerrado, podría haber estado allí para salvarla.

Dos meses después se mudó a Irlanda, dejando el mundo mágico que tanto amaba y tanto le había quitado. Se refugió en el mundo muggle, y comenzó a escribir pequeños cuentos infantiles. Una editorial lo contrató unos meses después y eso pareció hacerlo revivir un poco.

Había estado escribiendo un libro sobre su hija, y un año después su libro salió. Se titulaba: "Luna, luz y oscuridad".

Jamás se pudo reponer a la pérdida de su única hija, pero escribir le sacaba un poco de tanto dolor. Y sus libros eran tan vendidos que en poco tiempo hizo una fortuna, pero a él no le importaba, por lo que el 90% de sus ganancias la donaba a escuelas y hospitales públicos.

Astoria y Daphne volvieron un año después, para retornar sus estudios en Hogwarts. Todos habían sido llamados para recuperar el año perdido.

Pansy y Blaise irían. Draco no estaba seguro.

— ¿Volver allí? —le dijo a su madre— ¿Sin Luna y Theodore?

—Tienes que ir, Draco. Si quieres estudiar medimagia primero debes cursar tu último año.

Él negó.

— ¿Quién confiaría en un medimago que lleva esta marca? —soltó, levantando la manga de su camisa. Una lágrima rodó por la mejilla de Narcissa. Le dolía en el alma ver la marca en el brazo de su hijo, y la culpa la carcomía por dentro.

—Pansy y Blaise estarán allá. —intentó ser suave, para convencerlo de ir, pero su hijo parecía muy seguro en su decisión.

Draco no la miraba, su vista estaba fija en un cuadro que adornaba su mesa de luz. Allí estaban todos; Theo, que miraba a Luna por una fracción de segundo, luego miraba a la cámara y sonreía; Luna, a su lado, tomaba el brazo de Astoria y sonreía hacia la cámara; Astoria miraba a Draco y luego a la cámara; Pansy se reía a carcajadas echando la cabeza hacia atrás por la cara que hacía Daphne; Daphne sacaba la lengua y torcía los ojos hacia los costados; Blaise, al lado de Draco, sonreía; y Draco, él sonreía amplia y sinceramente.

Narcissa se acercó a su hijo.

—Ellos no se han ido, Draco. Viven en todos ustedes. Mientras los recuerden, no morirán. —lo abrazó con fuerza.


Amistades peligrosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora