Extra: Doctor Malfoy.

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Habían estado todo el día haciendo compras navideñas. Scorpius volvería pronto de Hogwarts, y ambos estaban esperando con ansias. Aunque era el segundo año que su hijo no estaba en casa, aún no se acostumbraban a estar solos, la casa se sentía un poco vacía.

Incluso habían comprado un perro, para no estar solos.

—Creo que me iré a acostar, no me siento muy bien. —le dijo Astoria a su marido.

— ¿Quieres agua? ¿Comida? ¿Té? Dime, te lo llevaré al dormitorio. —le respondió, sumamente preocupado. Ella se rio un poco, porque le causaba demasiada ternura.

—Una sopa, eso estaría bien.

Draco asintió. Mientras ella subía las escaleras hacia su dormitorio, él estaba preparando la sopa en la cocina. No tenían elfos domésticos en su casa, y eso se debía a Granger. Astoria siempre había sido una buena chica, que se interesaba por los demás, y se preocupaba por muchas cosas, por ejemplo, la vida de los elfos domésticos. Draco no lo supo sino hasta muchos años después, pero incluso en Hogwarts, Astoria se había unido a P.E.D.D.O.

Así que, cuando ambos se mudaron a su casa, mucho antes del nacimiento de Scor, ella le había dicho que no quería elfos, podía mantener su casa ella sola. De todas formas, no era muy grande. Ninguno de los quería una casa muy lujosa, solo un hogar cálido donde criar a los hijos que pensaban tener.

Luego de que Scor comenzará a estudiar en Hogwarts, Astoria había decidido que quería trabajar, así que hablo con Granger y le propuso reabrir P.E.D.D.O, como una ONG mágica encargada de ayudar elfos domésticos. Incluso, quería abrir un hogar para elfos sin trabajo, o en situación de calle. A Granger le encantó la idea, y ambas estaban metidas en eso. A Draco le causaba gracia la situación, porque él creía seriamente que a los elfos les gustaba trabajar para ellos, pero sin embargo apoyaba a su esposa, moral y económicamente.

La sopa ya estaba lista. Draco subió hasta el cuarto, y se quedó con su esposa hasta que ella terminó, luego se llevaría los cubiertos y los lavaría. Pero no tuvo tiempo, porque apenas Astoria termino de tomar su sopa, corrió al baño a devolverla.

Draco se asustó, pero corrió detrás de ella y le sostuvo el pelo, tal como hacía cuando Astoria estaba en sus primeros meses de embarazo y vomitaba todo el tiempo.

—Nos vamos a San Mungo. —le dijo, una vez que ella se recompuso. Él le tomo la fiebre, y esta llegaba a 39 grados.

Draco trabajaba en San Mungo hacia muchos años, así que cuando llegaron inmediatamente otros medimagos atendieron a Astoria. Él se quedó en la sala de espera, hasta que un medimago lo llamó.

Al entrar, Draco se acercó a su esposa y le tomó la mano, sumamente preocupado por su salud.

—Es raro que usted no se haya dado cuenta, doctor Malfoy. —dijo el hombre, mirándolo con gracia.

— ¿Darme cuenta de qué? —respondió algo impaciente.

—De que su esposa está embarazada. Felicidades, ustedes serán padres de nuevo.

Astoria y Draco se miraron confundidos, y luego sonrieron. 

Amistades peligrosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora