Capitulo 9

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¡Hola! Lamento la tardanza, estaba de viaje y no podía actualizar ayer. También siento que el capitulo sea corto, ya vendrán algunos más largos, lo prometo. Quería darle un agradecimiento especial a todos los que votan y comentan este fanfic, no saben cuan agradecida estoy con ustedes. Por último, quiero decir que la muerte de Alan Rickman nos ha tocado el alma a todos, era una maravillosa persona y actor. Les dejo una cita de él que me encanta:  "Cuando tenga 80 años y esté sentado en mi mecedora, estaré leyendo Harry Potter. Y mi familia me dirá: ¿Después de todo este tiempo?, y responderé: Siempre.". Levantemos nuestras varitas por él.

Las lágrimas cayeron y Draco no lo pudo evitar. Había perdido a uno de sus mejores amigos ¿cómo aguantaría tanto dolor? ¿Cuándo se dejaría de derramar sangre de inocentes?

—Oh no —dijo Luna, abrazandose y sollozando. — ¿Có-cómo?

—Se negó a matar, y El señor Tenebroso decidió cobrarse ambas vidas. —en su voz se podía distinguir la furia y la impotencia.

— ¿Esto no va a parar nunca? ¿Cuántas vidas más tienen que pagar por la locura de un hombre? —sollozó Luna —¿Qué hay de Pansy? ¿Cómo esta ella?

—Ella está arriba ahora. Intentando reponerse, como todos nosotros.

—Blaise... —dijo, pero él la interrumpió.

—No lo sabe. Daphne y Tori tampoco. No sabemos dónde han ido con sus familia, de todas formas espero que no lo sepan, no aún —hubo un silencio antes que Draco cambiara de tema— ¿Cómo te sientes con tu vida aquí?

—Maravilloso. Muy Maravilloso. —respondió.

— ¿Eso es sarcasmo? Muchos años de amistad con las serpientes te harían efecto en algún momento. —comentó, provocando risas en Luna.

—Mi madre me ha dicho que Dean Thomas está herido ¿necesita alguna poción, o algo?

—No, ya lo he curado al estilo muggle, tu madre me enseño. Aunque, ahora que lo mencionas, el señor Ollivander necesita algo más de comida y algunas mantas. No es cómodo el suelo frío y mucho menos para un anciano. —Draco asintió.

—Vendré más seguido. —dijo, parándose.

—Te quiero. —espetó ella, imitándolo. Le dio un beso en la mejilla. —Siento mucho lo de Theo. —le susurró en el oído.

Él se marchó sin decir nada.

Cuando estuvo sola lloró por Theo, por su padre, al que extrañaba demasiado, y por sus amigos. Todos ellos corrían peligro.

No supo cuánto tiempo paso hasta que Draco volvió, allí abajo no podía distinguir el día de la noche. Twinky ya había llevado las mantas para el señor Ollivander junto con las comidas diarias.

—Draco, hey. —dijo ella, saludando.

—Luna, escúchame, no tengo mucho tiempo. Han arrestado a tu padre.

Luna sintió que su alma abandonaba su cuerpo al oírlo.

— ¿Cómo? ¿En Azkaban? ¿Por qué? —preguntó desesperada.

—Calma, calma —él la abrazo por una fracción de segundo— Al parecer, Potter estaba en tu casa y tu padre invocó el nombre del Lord para entregarlos a cambio de ti. Es decir, entregaría al trío de oro para que tú vuelvas a ser libre.

—Oh no... —Luna comenzó a llorar.

— ¡Draco! ¡Ven aquí! —oyó gritar a Narcissa.

—Debo irme. Calmate, todo irá bien. —alcanzó a decir pero ella estaba echa un desastre. Frágil por la situación en la que estaba, terriblemente mal por la muerte de Thedore, triste por su padre, preocupada por Harry, por Draco y por Pansy. La situación era demasiado, incluso para alguien tan fuerte como Luna.

Dean lo había oído todo y se acercó a Luna, abrazándola. La ravenclaw se dejó consolar, y lloró abrazada a su nuevo amigo.

No mucho tiempo después, escucharon pasos acercarse, y gritos, por lo que decidieron esconderse. Desde las sombras, vieron que Pettigrew dejó a Harry y Ron allí.

— ¡Hermione! ¡Hermione! —gritaba Ron.

— ¿Harry? —dijo Luna, esperanzada, se acercó a ellos.

— ¡Luna! —Harry la abrazó. Saco un espejo roto y pidió ayuda frente a él.

Luna le preguntó por su padre pero todos callaron al escuchar los desgarradores gritos de Hermione.

— ¡Hermione! Demonios, ¡suéltenla! ¡Hermione! —Ron gritaba, pegándole a la pared y sollozando.

En la planta de arriba, Bellatrix torturaba a Hermione con crucios. Draco estaba afuera, mandado por su tía a llevar los carroñeros de los cuales después se encargaría ella. Oírla gritar de esa forma terminó de romperlo. Dejó los cuerpos de aquellos hombres y entró corriendo, iba directo a su tía, pero los brazos de su madre se lo impidieron. No podía soportar los gritos de dolor de Granger.

—No lo hagas, te lo ruego. —susurró mientras lo abrazaba. Sus manos sudaban y su mirada estaba perdida. Los gritos inundaban toda la mansión, al final se decidió, no podía soportarlo más. Empujo a su madre, y se dirigió a la habitación siguiente, con una valentía, que no supo de donde saco, camino firme hacia Bellatrix. Iba a hacerlo, iba a salvar a Hermione aunque eso costara su propia vida. Pero entonces apareció Dobby, el elfo que alguna vez le perteneció a su familia. Bellatrix colocó la daga en el cuello de Hermione, y Draco quiso moverse para hacer algo pero su madre lo tomó del brazo, impidiéndole hacerlo por segunda vez. Los ojos de Narcissa le suplicaban que no lo haga. Ella era consciente que si su hijo movía un solo dedo para salvar a la sangre sucia, estaría muerto. Y no lo permitiría, no dejaría morir a su hijo.

Dobby fue más inteligente, y dejando caer el candelabro logró que Hermione se soltara del agarre de la mortífaga. Draco la vio caer directo en los brazos de Ronald, y lo sintió como una cachetada de la realidad. ¿Salvar a Hermione? Para eso estaban su novio y su mejor amigo. Él no podía hacerlo, por mucho que quisiera, porque era el malo, y siempre lo sería. Se acercó a batir un pequeño duelo con Harry, pero se distrajo al ver que Luna no estaba allí y eso le preocupo de sobre manera ¿sería Potter capaz de abandonarla en el calabozo? No lo creía. Utilizó su gran sabiduría en artes oscuras y logró meterse en la mente de Potter.

—Si Luna sigue allí abajo y no te la llevas, me asegurare de confesar que eres tú la próxima vez. —Harry pudo oír la voz de Malfoy en su cabeza, y asintió antes de desaparecer con Dobby y con la varita de Malfoy en su mano.


Amistades peligrosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora