Capitulo 16: Final.

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El 1 de septiembre de 1999, la plataforma 9 3/4 de la estación KingCross, se llenaba de alegría y nostalgia. Los niños de primero no sentían la opresión en el pecho que todos los demás tenían. Un nuevo año, sin muchos de sus amigos. Era algo difícil de procesar. El dolor de las pérdidas eran muy reciente para todos.

Minerva McGonagall era la nueva directa de Hogwarts. La misma noche en que todos llegaron al castillo, dio un discurso muy emotivo sobre las pérdidas de tantos queridos alumnos. Muchos terminaron llorando. Pero Hogwarts era ahora un lugar seguro, y el peligro ya no existía.

Se había decidido por ir, pero había perdido el tren. Así que se apareció en las afueras del castillo, y camino. No encontró a nadie por los pasillos, asíque supo de inmediato donde estaban todos. Lo primero que Draco distinguió al entrar al Gran Comedor fue el sitio vacío de Luna en la mesa de Ravenclaw, y el sitio vacío de Theodore en su propia mesa. Luego, vio a Astoria y a Daphne, junto con Pansy y Blaise.

—Hey. —dijo. Los cuatro se giraron a mirarlo.

— ¡Has venido! —dijo Pansy, llena de emoción.

Daphne se levantó y lo abrazó. Sus ojos estaban rojos, ya sabían que sus amigos habían fallecido.

—Lo siento mucho. —sollozó la chica.

—Yo también, querida Daphne. —respondió, haciéndola reír porque así la llamaba Theo.

Entonces vio a Astoria. Había cambiado mucho, ya no era una niña. Sin dudas, Francia le había sentado bien. Ella estaba llorando incluso peor que su hermana.

—Hola. —susurró la muchacha.

—Astoria. —respondió él, igual de bajo que ella.

Se miraron por lo que pareció una eternidad, hasta que él se acercó y ella lo abrazó. Por un segundo, se sintió tan bien de estar entre sus brazos.

—Lo siento tanto. —lloró ella.

—Yo también, y no sabes cuánto. Por favor, no llores. —dijo. No quería que ella llorara, no quería ni podía permitirlo. Un sentimiento casi oxidado dentro de él fue tomando impulso y apoderándose de él, su intuición le decía que debía protegerla, cuidarla. Alejó sus pensamientos y se sentó junto a ella, disponiéndose a cenar.

No pasó mucho para que Draco se diera cuenta que se estaba enamorando de Astoria. Se veían en la sala común cada vez que podían, pasaban el rato frente al lago o en la biblioteca, y se sentaban juntos en el Gran comedor. Atrás quedaron los sentimientos que alguna vez tuvo por Hermione Granger, quien estaba ahora felizmente de novia con Ronald Weasley. Sin embargo, Draco no quería arruinar lo que tenía con Astoria, por lo que nunca la besaba o abrazaba. Eran amigos, amigos de verdad esta vez.

Hasta cierto día, cuando junto al lago, Astoria se atrevió a decir las palabras que por tanto tiempo había guardado.

—Te amo, Draco. —dijo, alto y claro. Él se volteó a mirarla. Los ojos verdes de la joven lo dejaban en un limbo. Era tan hermosa, y escucharla pronunciar aquellas palabras fue para él lo más hermoso que alguna vez había escuchado.

Astoria no lo miraba. Temía su respuesta.

Draco tomó la barbilla de Astoria, y girando su rostro suavemente, la obligó a mirarlo.

—No tengo una idea muy clara de lo que es el amor —dijo— pero tiene que ser algo parecido a lo que siento por ti. Cuando te veo, cuando estoy contigo, cuando me miras a los ojos. Creo que te amo, Astoria. Estoy seguro de hacerlo.

Y acercándose a su rostro, sello su amor con un dulce beso.


FIN.

Amistades peligrosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora