La Cazadora de Serpientes (Draco Malfoy)

Capitulo 5

La luna brillaba intensamente en el amplio claro del bosque donde llevaban tumbados varias horas. Ya hacía frío, pero no querían volver a la tienda porque el aburrimiento les estaba asfixiando. Además, se saltaron el entrenamiento de ese día y sus padres estarían furiosos, pues los entrenamientos eran una actividad muy importante en su familia, sobre todo para fortalecer sus cuerpos y poder luchar contra toda clase de criaturas, además de poder combinar su fuerza con los Guardianes.

Todavía faltaba una semana para que la gente comenzara a llegar para la celebración del Mundial de Quidditch, pero los días para Reena y Moar eran demasiado aburridos, ya que su entrenamiento, con el cual soñaron durante medio verano, solo consistía en clases de historia sobre los Cazadores y los Guardianes y, tras eso, ejercicios básicos que ya conocían. Además, en aquellos bosques no había ninguna criatura a la que dar caza, ni ningún mago oscuro con el que luchar, porque antes de su llegada se encargaron de despejar el lugar y solo estaban sus padres y ella junto con sus respectivos Guardianes.

Desde que se enteró de que su familia sería la encargada de la seguridad, estuvo deseando que llegara ya el día, pero en esos momentos se arrepentía mucho de haber aceptado ir en vez de quedarse en la mansión Malfoy como su madre le recomendó. La mujer supo que al tercer día se acabaría aburriendo y su hija aburrida era desesperante.

La joven suspiró sonoramente, el recuerdo del rubio parecía estar siempre en su mente, y para su sorpresa desde el año anterior no pensaba en él como su mejor amigo, sino como aquel que hacía que su corazón latiera con locura con una simple caricia o sonrisa.

Llevaban, literalmente, toda la vida juntos, pues su madre le contó en varias ocasiones que cuando Draco nació ella la llevó al hospital para que le conociera, aunque apenas tenía unos meses de vida y le era imposible recordarlo. Desde ese día siempre estuvieron juntos, sobre todo en las fiestas, vacaciones, el colegio, y era obvio que ambos irían a la Casa Slytherin como sus padres.

Desde la escuela sus madres fueron grandes amigas y eso continuó a lo largo de los años, aunque en algunos aspectos sus personalidades chocaban, sobre todo en lo que a educación sobre los muggles se refería. Sin embargo, eso no consiguió separarlas y ayudó a que Draco y Reena se volvieran mejores amigos desde el inicio.

Un largó suspiro volvió a salir de sus labios al recordar el verano que pasaron. Todos los días se pudieron ver e incluso visitaron una feria muggle en una supuesta misión encubierta que le encomendó la madre de la chica. La mujer quiso que ambos se divirtieran haciendo algo nuevo y desconocido para ellos, aunque aquello la llevase a discutir con los padres del joven si se enteraban de donde habían estado.

Fue en esa feria donde todo cambió para ambos.

Un mes antes

-Por favor- Reena llevaba media hora agitando el brazo del rubio-. Nunca te pido ningún favor de este tipo- él volvió a negar con la cabeza. Era absurdo que le pidiera algo así, sobre todo, porque le conocía demasiado bien y sabía que no aguantaría sin matar a alguien-. Me lo debes.

- ¿Cómo que te lo debo? -Draco la miraba dudoso, porque no recordaba haber hecho nada para que deberle un favor.

-Sí, te recuerdo que soy yo la que les dice a todas las chicas con las que tienes algún tipo de relación que ya no quieres saber nada de ellas- el rubio se quedó boquiabierto al escucharla decir aquellas palabras, pues le causaron una extraña opresión en el pecho. No hasta que llegaron a Hogwarts que se dio cuenta de los sentimientos que tenía por su mejor amiga, pero los intentó ocultar en un sinfín de relaciones absurdas con todas las chicas que se le acercaban, lo cual le acababa causando un gran dolor de cabeza cuando quería cortar con ellas, pues ninguna era como Reena-. Por tu culpa la mayor parte de las chicas de Hogwarts me odia y todas creen que les digo eso porque quiero monopolizarte.