Capitulo seis: "Demasiado torpe a su lado"

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Pero alguien tocó la puerta.

– ¿Andrea? –Era Denise.

– ¿Sí? –Le contestó.

– ¿Puedo pasar?

–Claro, entra –Andrea la invitó a pasar.

–Solo quería decirte que Julia se va a comprar justo ahora, dijo que te avise. Le informé que sí iríamos a caminar, me dijo que tengamos cuidado.

–Bueno, gracias –Le dijo.

–Y también quería decirte que ahora puedes bajar a comer, sé qué tienes mucha hambre porque no has comido nada –Dijo riéndose.

Andrea se unió a su risa.

–Oh, muchas gracias por recordármelo –Así de despistada era Andrea. Le agradeció sinceramente y se puso de pie para ir a la cocina.

–Una cosa más –Dijo Denise e hizo una pausa, su rostro se entristeció–. En verdad lamento lo que hizo Agustín, el no debió...

–Para ya –La interrumpió Andrea–. ¿Siempre pides perdón por los demás? –Le preguntó irritada–. Tú no eres quien debe disculparse, es Agustín, y si él en verdad lo siente vendrá a decírmelo, y no te preocupes, de todas maneras no se llevó nada –Le dedicó la mejor sonrisa que pudo y bajó las escaleras.

Andrea no entendía cómo es que Denise se había enterado de lo sucedido, «seguramente Agustín se lo dijo» pensó.

Se dirigió a la cocina, directo a la heladera. Ahí le esperaba un pote de dulce de leche que habían traído Viviana y Roberto.

Tomó unas rodajas de pan y le untó dulce con un cuchillo que sacó del cajón de cubiertos.

Comió pan con dulce de leche –su favorito- hasta que el hambre desapareció.

Andrea subió las escaleras para dirigirse nuevamente a su habitación.

Cualquiera diría que ella era una ermitaña, pero lo cierto es que no sabía que más hacer, no había internet, ni cable, nada.

Se sentó en la cama, apoyó la espalda en la pared y comenzó a escuchar música, mientras garabateaba dibujos sin forma en un cuaderno.

– ¿Estás ocupada? –Dijo Scott entrando sin permiso a su habitación.

–No –Le respondió ella–. ¿Qué necesitas?

–Estaba pensando si podríamos salir ahora a dar una vuelta al vecindario, así conocemos un poco más –Dijo sentándose en la cama–. Estar aquí en tu casa es demasiado aburrido –Una sonrisa con sus perfectos dientes blancos despabiló a Andrea, tomó una almohada y la golpeó.

–Llegas tarde, Denise ya me lo preguntó –Le devolvió el golpe con la otra almohada y comenzó a reírse–. Claro que podemos ir ahora.

– ¡Está bien! Le diré a Denise y a Agustín, seguramente querrán ir ahora mismo. –Scott se puso de pie -no sin antes darle con la almohada en la cara- y riéndose, salió corriendo para que Andrea no alcanzara a golpearlo.

Scott era el tipo de persona que te cae bien desde un principio, a Andrea le encantaba poder hablar con él; jamás podría hablar así con alguien más que no sea él y su hermana; su timidez con ellos desapareció como si fueran amigos de toda la vida, y eso, para ella era algo muy desconcertante, pero agradable. Scott no era irritable, sino gracioso, su personalidad y su hermosura atraía a cualquiera. Todo lo contrario de su hermano Agustín, su constante mal humor y su falta de respeto, hacía que Andrea lo odiara aún sin conocerlo realmente, aunque, ella debía admitirlo, el era condenadamente guapo. Y Denise, bueno, ella era, sin mentir, la persona más amable que Andrea conoció en toda su vida, se había disculpado varias veces por su fastidioso hermano sin ni siquiera tener la culpa de algo, una excelente persona.

El reloj que se encontraba sobre la mesita de luz marcaba las cuatro en punto.

Julia había salido hace media hora, «quizá ya está por llegar», ella no solía tardar más que eso cuando salía, no le gustaba dejar sola a Andrea -aunque ahora no estaba sola, los chicos estaban en casa también-, así que, quizá, los vería marcharse.

**

Cuando salieron, a Andrea le pareció extraño no ver llegar a Julia, podría haberse retrasado -o también puede que como no estaba del todo sola ya no se preocuparía tanto-. Pero le pareció aun más extraño que Agustín los acompañara, él parecía no querer estar cerca de Andrea.

– ¿Hacia dónde? –Preguntó Denise.

– ¿Cómo? –Andrea se había distraído pensando.

– ¿Hacia dónde vamos? –Le aclaró Denise.

–Bueno, conozco el barrio tanto como ustedes... llegué ayer –Les explicó–. Pero podemos ir hacia donde quieran, solo hay que recordar por donde caminamos para volver.

Ni bien terminó de hablar, Scott, Denise y Agustín caminaron hacia el lado derecho de la calle, como si se hubieran puesto de acuerdo, aunque no habían hablado; Andrea solo se limitó a seguirles.

El rubio iba a delante, como si caminara solo. Los ignoró completamente.

Púdrete. Estúpido. Tonto.

Andrea lo insultaba mentalmente, deseando que él escuchara eso. Él no le caía para nada bien, y resultaba que le recordaba a un chico arrogante que le hiso la vida imposible durante todo el segundo año y en adelante de primaria.

Denise y Scott caminaban a su lado, ella a su izquierda y el a su derecha.

Mientras caminaban, Andrea notó que los tres tenían el paso más ligero que el de ella. Caminaban con estilo, con gracia, como si hubieran sido modelos; como si fueran modelos. Andrea intentó adaptarse a sus pasos mientras los observaba.

Denise miraba con atención las casas, como si buscara algo en ellas, por momentos sonreía, como si hubiera escuchado algo gracioso.

Scott solo observaba a las personas que estaban al pasar, y si ellas lo miraban él hacía un gesto de saludo. Era obvio que iban a observarlos a los tres, tenían una belleza inhumana, eso hizo que Andrea se sintiera pequeña y avergonzada, sobretodo avergonzada, debía verse como el vomito de un perro a la par de los tres.

Agustín, bueno, él solo caminaba, como si no prestara atención a nada en su alrededor, solo miraba al frente.

Tarado. Idiota. ¡INTRUSO!

A Andrea le costaba trabajo adaptarse al paso de los chicos, sus torpes pies no reaccionaban al mismo tiempo. Por momentos tropezaba pero no caía, siguió persistente, casi ni vio a su alrededor, ponía la mayor parte de su atención a su caminar, así tenía que ser si no quería volver a tropezar; pero sus esfuerzos al parecer fueron muy pocos, porque tropezó nuevamente.


AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora