Andrea:
Cerré los ojos porque el cansancio y el dolor de mi cuello me vencieron.
– ¡¿Andrea?! ¡Reacciona por favor! –me pidió a gritos el ángel mientras me levantaba cuidadosamente del suelo y me envolvía en sus fuertes y protectores brazos.
–ángel... ¿Dónde están tus alas? –le pregunté con dificultad cuando abrí los ojos y vi que no las llevaba en su espalda.
– ¿Qué? –me preguntó confundido y con algo de alivio al ver que aún reaccionaba.
Todo lo escuchaba como si estuvieran lejos, como si se estuvieran alejando cada vez más, pero los veía ahí, estaban a mi lado.
–Agustín, hay que llevarla a un hospital, y rápido. Perdió mucha sangre, ¡mírala! aun pierde sangre, y ahora está delirando –escuché que la chica le habló desesperadamente al ángel. «Agustín, el ángel se llama Agustín... ese nombre me suena.» pensé, y de un segundo para otro ya no había nada, ya no veía nada, la oscuridad cegó por completo mi visión sumiéndome en la inconsciencia.
**
Una luz blanca me encandilaba, intenté mover mi mano para impedir que la luz llegue a mis ojos pero me fue imposible, no reaccionó a mi orden, parecía estar dormida.
– ¿Andrea? –alguien me llamó.
Eso me recordó a varias películas, cuando una persona está muriendo y le gritan "no vallas hacia la luz".
– ¿estoy muerta? –le pregunté a la voz.
Escuché una pequeña risita.
–No, no lo estás –me respondió divertido.
Mis ojos se comenzaron a acostumbrar a la luz. Pude distinguir un cielo raso color blanco y una lámpara en forma de campana colgaba de él, paralela a mi cara.
– ¿Cómo te sientes? –me preguntó la voz que ahora me parecía familiar.
Volteé mi rostro hacia la dirección desde donde provenía aquella voz y estuve agradecida de que al menos mi cuello y cabeza si funcionaran. A mi izquierda estaba Scott sentado en una silla de metal.
Analicé la pregunta que me había hecho, y recordé todo lo que había sucedido, inmediatamente llevé una mano a mi cuello « ¡Ahora responde a mi mando!», pero solo sentí una venda bajo mis dedos.
–No te quedará una cicatriz, si eso es lo que te preocupa –me dijo Denise con una sonrisa, sentándose a los pies de la cama–. Sanas bastante rápido, de hecho, cuando llegamos al hospital, ya estabas recobrando el color normal de tu piel –me dijo e hizo una mueca–, estabas horriblemente pálida –me explicó.
Eché una rápida mirada a mí alrededor, estaba en una habitación de hospital, la otra cama a mi lado estaba vacía, y solo habían tres personas en el cuarto: Scott, Denise y yo.
–Por si te preguntan, fuiste atacada por algún tipo de animal y no recuerdas nada –me dijo Scott.
Miré confundida a Denise esperando una explicación.
–Luego te explicaremos todo, lo prometo. –Tan pronto como Denise terminó de hablar, la puerta de la habitación se abrió y entró un doctor.
Cuarenta años seguro, pelo brillante, sedoso y gris. Llevaba una especie de guardapolvo blanco y largo -como de farmacéutico- y en el bolsillo derecho un pequeño prendedor que decía "Dr. Meller". En la mano traía una carpeta.
–Paciente Andrea Gallagher –dijo mirando la planilla que colgaba a un lado de la cama–. Bien, tengo los estudios que te realizamos mientras estabas inconsciente aquí –dijo de lo más normal golpeando la carpeta con su dedo índice–. No habíamos visto un caso como el tuyo en más de diez años, y no lo digo por el accidente que tuviste –explicó mirándome fascinado y a la vez extrañado–, sino qué me refiero a tu tipo de sangre, y a tu organismo en general. Verás, cuando llegaste aquí, habías perdido muchísima sangre; luego de tomar una muestra para poder administrarte la sangre correcta, nos dimos cuenta que no teníamos tu tipo de sangre, y que muchos de los que trabajamos aquí no habían visto nunca esta sangre, a excepción de los más antiguos, claro –se señaló–, porque como ya te dije han pasado más de diez años que no se ve a alguien de tu tipo.
El hablaba bastante rápido, «Demasiada información que procesar.».
– ¿De mi tipo? –le pregunté confundida.
Scott y Denise solo escuchaban en silencio.
–Cuando vimos que no podríamos administrarte la sangre que necesitabas para que siguieras viviendo, nos entristecimos mucho, porque ibas a morir, solo faltaba esperar, te quedaba menos de una hora de vida. –hizo una pausa para contemplar mi cara de horror y asombro–. Entré a la habitación para darle la fatal noticia a los chicos, cuando te vi, el color de tu piel había vuelto por completo a la normalidad, y al tocar tu mano ya no estabas fría, al escuchar tu corazón, me sorprendí aun mas, porque latía con la misma intensidad de una persona normal. –Yo solo lo observé aun mas confundida que antes–. Quise hacerte un último estudio –Dijo sacando una hoja de papel de la carpeta y me la mostró–. Los resultados fueron sorprendentes. –tomé la hoja y la miré con atención intentando descifrar lo que significaban esos números, gráficos y todo lo demás-. No necesitabas sangre, todo estaba como si nunca la hubieras perdido. –Se acercó a mí y con cuidado sacó el parche de mi cuello–. Y mira esto, ni siquiera te quedará una cicatriz. En verdad eres sorprendente.
– ¿Eso significa que ya puedo irme? –le pregunté dándole poca atención a lo que él había dicho, tan solo pensar en que podría haber muerto... una extraña sensación en mi estómago ponía mis pelos de punta.
–No en realidad –me respondió–, te quedarás aquí un par de horas más, así veremos si sigues estable o si necesitarás ayuda. –Ante esta noticia di un gran suspiro de exasperación, quería irme a casa–. Lo siento, sé que no te gusta este lugar, se nota, y es totalmente comprensible, ya que solo vienes al hospital para ponerte las inyecciones obligatorias, de hecho, esta es la primera vez que te haces un estudio de cualquier tipo –me terminó por explicar el doctor, aunque eso ya lo sabía.
–Es que hoy es el cumpleaños de mi tía, y quisiera poder estar con ella...
–No te preocupes por eso, la verás, es más, ya debe de estar por llegar, Agustín fue por ella –me interrumpió Scott despreocupado.
– ¡oh Dios! No deberían haberle dicho, saben que mi tía suele exagerar las cosas, ella va a...
– ¡Andrea! Pequeña. ¡¿Dónde está?! –mi tía entró a la habitación vuelta loca.
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Andrea
VampireAndrea Gallagher, es una chica más curiosa, tímida y torpe de lo normal. La muerte de su tío, una mudanza y la visita de unos primos sacados de una revista de moda irán desencadenan...