Capitulo catorce: "Bipolar"

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–¡Andrea! –alguien gritó su nombre justo cuando estaba por cerrar la puerta.

–Andrea ¿te están llamando? –le preguntó Scott.

–Eso creo, pero...

–Pero debe haber millones de chicas llamadas Andrea en esta enorme plaza –La interrumpió Agustín terminando su frase– Ya cierra esa puerta y vámonos –dijo grosero.

Andrea comenzaba a odiarlo nuevamente, a odiar su extraña personalidad bipolar, « ¿Cómo puede una persona ser así? Había escuchado sobre personas con trastornos de personalidad, pero él, él me exaspera». Le hablaba mal, luego le hablaba de lo más amable, luego mal, luego bien, y así todo el tiempo.

–Por favor –Agustín la miró suplicante a los ojos desde el asiento del copiloto.

«Ahora si ¡lo odio! ¿Cómo puede hacerme eso?» Esa cara que le hizo, con esos ojos, « ¡Dios! ¿Cómo decirle no a esos ojos suyos?»

Andrea cerró la puerta del auto y automáticamente, el taxista arrancó abriéndose paso (tocando la bocina) entre todos los adolescentes que se cruzaban por la calle.

– ¡Andrea!

Volvió a escuchar que gritaron su nombre.

– ¿Podría ir más de prisa por favor? –Se dirigió amablemente Agustín al taxista–. Me duele la cabeza –Dijo llevándose una mano a la frente con un gesto de dolor.

– ¡Andrea!

Y nuevamente escuchó su nombre.

Miró a través del vidrio trasero del auto: Gastón venía corriendo detrás del taxi, pero al ver que se alejaban más rápidamente, dejó de correr y se quedó ahí parado, a mitad de la calle, mirando cómo se alejaban.

Andrea volvió su vista hacia delante un tanto confundida.

–No te aseguro nada, pero creo que sí te gritaban a ti –le dijo Denise burlonamente mientras se reía, ella estaba a su lado.

–La verdad no estoy cien por ciento segura, pero eso creo yo también –rió, Andrea le respondió siguiendo su juego.

– ¿Lo conoces? –le preguntó Denise.

–Bueno, sí y no –Le indicó Andrea incoherentemente–. Lo que no sé realmente es, como sabe cuál es mi nombre –respondió pensativa.

–Deberías ponerle cortinas a tu cuarto Andrea –Agustín sugirió casi incomprensible y entre dientes, pero al parecer nadie lo escuchó, o los chicos no le prestaron atención.

– ¿Creen que nos seguirá hasta poder hallar a Andrea? –preguntó Scott uniéndose a las chicas.

–No creo que le cueste tanto encontrarme, después de todo es nuestro vecino –le respondió Andrea.

**

Cuando llegaron a casa, Julia les tenía la cena lista. Todos se sentaron a la mesa luego de lavarse las manos.

– ¿Cómo estuvo la tarde? –les preguntó Julia.

–Fue divertido –Dijo Scott con una gran sonrisa–. El lugar estaba repleto de adolescentes como de nuestra edad, casi la mitad andaban en Skate.

–Oh, lo olvidaba, Scott ¿pudiste hacer uno de esos trucos que hacían los skaters o los bikers? –preguntó Andrea, le interesaba saber que tan hábil era ese primo.

– ¡Ni te lo imaginas! –Automáticamente una gran sonrisa se le dibujó en el rostro–. Todos me observaban asombrados. Cada truco que ellos me retaban a hacer lo lograba –dijo petulantemente gracioso.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora