Capitulo veinte: "¿Que hice mal?"

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Andrea:

Al verme, fue directamente hacia mí y me abrazó fuertemente.

–Me... me quedo sin aire tía –dije dificultosamente.

–Oh, lo siento –Se disculpó y me soltó–. Es que desperté y no estabas, ninguno de ustedes. Iba a llamar a la policía cuando llegó Agustín y me contó todo lo que paso...

Mi tía estaba a punto de llorar.

–Está bien, ya estoy aquí, y estoy más que perfecta –le dije para tranquilizarla.

Mi tía miró al doctor esperando una confirmación, y este asintió.

–Andrea se encuentra en perfectas condiciones, es más, ya puede irse retirando si quiere –miré al doctor con asombro, porque minutos antes me había dicho que debería quedarme un par de horas más.

Quizá la gran preocupación de Julia lo había conmovido y dejó que me fuera.

**

Al salir del hospital, le pregunté a mi tía por Agustín al ver que él no estaba entre nosotros.

–Se quedó en casa –me respondió.

Julia, Denise, Scott y yo nos subimos a un taxi.

Camino a casa me sentí extraña, vacía, como si algo me faltara, pero lo preocupante no fue eso, me preocupó que esa sensación desapareciera cuando entré al comedor y vi a Agustín, « ¿Qué está pasando conmigo? Él me hace ¿falta?»

**

– ¿Tu cocinas? –preguntó mi tía al ver que el rubio estaba friendo tocino en una sartén.

–No tan bien como usted, pero sí, sí cocino –Respondió Agustín con una sonrisa–. Oh, por cierto, feliz cumpleaños –le dijo a Julia y la abrazó.

Luego de que todos saludamos a tía Julia por su cumpleaños -y hasta hubo un par de lágrimas de mi parte-, Denise sacó un sobre de regalo.

–Con todo esto que pasó hoy, solo pudimos comprar este pequeño obsequio, espero que le guste, es departe de nosotros cuatro –dijo y le entregó el sobre a Julia.

Un pequeño pero precioso cuadro con la frase "Hogar, dulce hogar" fue el contenido del sobre.

–Es perfecto ­–­agradeció Julia. Mi tía colgó el cuadrito en el living, para que sea totalmente visible al entrar por la puerta principal a la casa–. Aquí podrán verlo todos los que entren.

Sentía que mi cabeza iba a estallar por la extremadamente larga lista de preguntas que tenía, mi mente estaba trabajando lo mejor que podía.

Agustín hizo de almuerzo huevos con tocino y ensalada.

Durante el almuerzo nadie habló, ni siquiera Julia -todos estábamos ocupados comiendo el exquisito almuerzo que Agustín había preparado; era bastante buen cocinero, debo admitirlo, o al menos lo era mejor que yo, se que hacer huevos con tocino no presentaba gran reto para la gente normal, pero para mi si-, y eso me agradó, ya que nadie tocó el tema de mi "accidente".

No estaba enterada de todo lo que habían inventado los chicos sobre lo que había pasado hace algunas horas, solo de una parte.

Denise había prometido explicarme luego las cosas.

Estaba volviéndome loca al darle vueltas al asunto en mi cabeza: «no puede ser posible, no existe tal cosa» decía mi lógica, «tu lo viviste» me decía la razón, « ¿vampiros?» pensé con temor y mucha curiosidad.

Agustín me ignoraba desde que había llegado del hospital, él ni siquiera cruzaba miradas "accidentales" conmigo, parecía que no existía para él.

No entendía, mi mente no llegaba a comprender qué hice mal, ¿que había hecho yo para que se enojara conmigo?, y si ese no fuera el caso, si él no estuviera enojado conmigo ¿por qué me ignoraba?

Ahora que estaba consciente, ahora que entendía un poco mejor lo que había pasado, sabía que no era un ángel lo que me había salvado, había sido él, él se había preocupado por mí, él había derramado lagrimas por mi, él estaba dispuesto a pelear con esos tipejos por mí, ¿eso podía significar que yo le importo? ¿Aunque sea en lo más mínimo? Porque si eso era así, no lo parecía.

¿Acaso lo había ofendido al cruzar por la puerta? Me sentía patética, tonta, ilusa, porque yo pensaba en él, yo sentía cosas por él que me eran difíciles de explicar, pero él: « ¡pff! Ni siquiera me mira».

Caí en la cuenta de que me afectaba mucho que el me ignorara así, quería que me viera con esos ojos, aunque este enojado, no me importaba, pero ni siquiera me dirigió la mirada. 

**

Al terminar de almorzar Julia insistió en limpiar todo lo que se había ensuciado, pero ninguno de nosotros quiso dejarla, era su cumpleaños, ella debía pasar un día excelente, y por supuesto, no limpiar.

Esta vez, Scott y Agustín lavaron la loza.

Subí a mi habitación, busqué ropa, tomé mi toalla y fui a darme un baño, ya que luego iríamos a comprar helado y algunos regalos más para mi tía.

Ella estaba preocupada por mi salud, pero le recordé lo que el doctor había dicho y cedió de mala gana.

Al bajar las escaleras vi que todos estaban esperándome sentados en los sofás.

Cuando notaron mi presencia todos voltearon a verme, excepto Agustín.

Mis ojos ardían, quería llorar, recostarme en mi cama, envolverme en mantas, acurrucarme y llorar hasta que mis ojos se secaran, pero eso podría dejarlo para después, en la noche nadie podría verme.

Llamamos un taxi para que nos llevara a la heladería. Al llegar y comprar los helados, Scott sugirió ir nuevamente a la plaza.

Nos sentamos en las bancas de la plaza a observar el espectáculo de baile, ¿Como es que siempre habían este tipo de eventos en este lugar? En fin, mientras terminábamos los helados. Fue entretenido ver a esas personas bailar, pensé en lo privilegiados que debían sentirse, «no todos bailamos tan bien como lo hacen ellos» pensé.

Scott se paró.

–Voy a ir a bailar –dijo, yo lo miré divertida–. ¿Qué es tan gracioso? –me interrogó frunciendo el ceño.

– ¿enserio quieres ir allá y hacer el ridículo? –le pregunté aguantando la risa.

–Yo bailo mejor que todos ellos. Si participo voy a ganar –dijo muy confiado de sí mismo.

Increíble.

–No lo creo –dije mirando mis uñas y fingiendo indiferencia.

– ¿Acaso quieres apostar? –dijo él con una extraña pero encantadora sonrisa.

Denise lo miró desaprobando lo que decía.

Me puse de pie.

– ¿Qué desea apostar? –pregunté cortésmente.

Scott comenzó a pensar.

–Andrea, esto no me parece una buena idea... –me dijo Denise, pero la ignoré.

Jamás digo que no a una apuesta.

– ¿Qué te parece... toda tu mesada? –por fin respondió en modo de incógnita Scott alzando una ceja y ofreciendo su mano.


AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora