Tegan notó que la llevaban en un animal, pero que además olía a... excrementos. Notaba la espalda del animal como dura y cuesta arriba así que se trataba de un camello o un dromedario. No podía ver nada porque tenía una venda en los ojos.
Rápidamente lo relacionó con el desierto. Entonces ¿iban al desierto? ¿Quiénes eran esas personas? Sus voces no les sonaban. Hablaban en distintos idiomas y de vez en cuando en idioma común, aunque pocas veces o solo órdenes.
Tras tres cuartos de hora las tiraron al suelo como si fueran sacos y les quitaron las vendas.
Una mujer negra, de unos 30 y pico años, empuñaba un arma y detrás de ella, un grupo de 5 personas. Todos parecían de distintos países.
—Cuales son vuestros nombres—dijo la mujer en idioma común, apuntando a Brenda con la pistola.
—Mi nombre es Brenda y ella es Tegan—respondió la chica—¿Quiénes sois vosotros?
Un hombre blanco, con facciones eslavas, miraba a un lado a otro nervioso. Era muy alto y delgado y se comía las uñas.
—Aquí soy yo quien hace las putas preguntas ¿de acuerdo? —dijo la mujer.
Tegan miró alrededor.
—¿Dónde está nuestro compañero?-preguntó.
Entonces el hombre nervioso se acercó corriendo y se acercó a las chicas con los ojos desorbitados.
—¡Ha dicho que ella es la que hace las preguntas! —gritó, le salían gallos en la voz—¿¡Es que no sabes escuchar!?
Uno de los hombres, con facciones amerindias se acercó al eslavo.
—Zlatan, cálmate —dijo.
Se veía un hombre robusto, y tenía un tatuaje en la cara. Después se dirigió a la mujer de la pistola.
—Tal vez deberíamos llevarles con él—le susurró en el oído.
Brenda y Tegan se miraron, ¿hablaban de Minho? De quien si no.
Finalmente la mujer asintió y les ordenó que se levantaran.
—Ahora iréis andando y como intentéis hacer algún jodido truquito con la puta esperanza de escapar, os dispararé en las rodillas, ¿lo captáis? ¿eh? —preguntó.
Ambas asintieron. Las ataron a los camellos y siguieron andando. Como bien Tegan habían pensado, la pequeña sabana había dejado paso a un desierto, no de arena, sino de una árida zona donde antes hubo agua.
Tegan no dejaba de preguntarse quienes eran aquellas personas ¿eran infectados? Desde luego Zlatan parecía un poco ido. Tegan le miró y vio que la miraba fijamente con los ojos muy abiertos. Tragó saliva, ¡no tendría que haber mirado!
Entonces el hombre se acercó a ella y le susurró al oído.
—Me gusta tu pelo—dijo cogiéndolo—,es muy bonito—lo olió—¿me das un poquito? Quiero tener un poco de ese pelo negro tan bonito. Muy bonito...
Tegan se apartó de él y sacando una valentía impropia de ella, le contestó:
—Aléjate de mí. No intentes tocarme o lo lamentarás.
Brenda miró a su compañera e intentó reprimir una sonrisa. Aquello había sido un buen farol. Pero el hombre no desistió, le acercó un cuchillo a la mejilla y dijo.
—Obtendré mi trofeo cuando mi jefa lo diga—dijo acariciando su pelo.
A Tegan le dieron ganas de vomitar, aquel hombre estaba enfermo. El hombre del tatuaje en la cara, el amerindio, le dijo algo a la mujer de la pistola (presumiblemente la jefa) y segundo después, ella se dio la vuelta:
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Los corredores del paraíso (Maze Runner fanfic)
ФанфикHan pasado cuatro años desde que escaparon del infierno del laberinto junto a 200 inmunes, pero ¿donde se encuentran en realidad? ¿de verdad CRUEL les dejó en paz? ¿Era solo una trampa? ¿un truco para seguir torturándolos? Junto a Tegan, una nueva c...