Mordido

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Pasaron las horas y el administrador de los corredores no volvía. La noche estaba bien entrada y Harriet rezó porque no estuviese fuera, porque si no, le expulsarían del pueblo por incumplimiento de las normas. Y Minho jamás desobedecía una norma.

Entonces, justo cuando estaba al borde de devorarse todas las uñas, le vio regresar. Por suerte, estaba dentro del perímetro del pueblo. Sonriente, se acercó a él.

—¿Estás bien?—preguntó preocupada.

—Déjame Harriet—ordenó.

—Pero Minho has...

—¡Déjame te he dicho!—gritó él.

Harriet se quedó con la boca abierta y muy dolida. Estaba a punto de llorar cuando de repente, oyeron una lastimera voz proveniente del bosque. No fueron los únicos que la oyeron, porque un circulo de curiosos de agolparon en la linde del pueblo.

—¡Ayuda...!—gritó la voz.

Era de mujer, joven. Como las normas decían, estaba prohibido salir del pueblo del bosque, así que esperaron impacientes.

—¡Por favor, necesito ayuda!—gritó de nuevo.

Llegó Brenda en ese momento, alarmada por los gritos. Entonces, la vieron. Se trataba de una chica del pueblo del desierto... era Namibia. Brenda cogió a Minho del hombro y negó con la cabeza.

—No Minho, no lo hagas, podría estar infectada—espetó.

La chica se acercaba cada vez más y más y Minho quería salvarla. Entonces, vieron a dos infectados acercarse detrás de la chica.

—¡Cuidado Namibia!—gritó Minho.

Pero al ver que no le hacía caso, se preparó para salir corriendo en su ayuda.

—¡No lo hagas! ¡Si sales del pueblo después de la puesta de sol, serás expulsado!—gritó Brenda.

Minho miró a su amiga, después al bosque y de nuevo a Brenda.

—Los siento—susurró.

En un segundo, empezó a correr por la oscuridad del bosque buscando a Namibia.

—¡Ayuda! ¡Socorro!—gritó ella de nuevo.

—¿Nami?—preguntó Minho.

Ella tardó en responder.

—¿Minho?—preguntó—¡Estoy aquí!

Segundos después, la encontró tumbada en el suelo con una herida en la pierna.

—¡Gracias al cielo, Minho! Hay infectados por todas partes ¡tienes que ayudarme!

El chico la cogió y la ayudó a andar. No dejaban de escuchar risitas por todas partes, sin duda les estaban acechando.

Llegaron a la linde del bosque y vieron sobre la colina a todo el pueblo observándoles expectantes.

—Ya casi estamos—susurró Minho.

Pero entonces, Namibia se paró y le agarró.

—Atacaron nuestro pueblo hace dos semanas. Desde entonces os hemos estado buscando—dijo ella, aunque su voz, era bastante extraña.

Minho frunció el ceño.

—Aquí no tendrás nada que temer.

Namibia se acercó y le susurró al oído:

—No lo entiendes Minho, vais a morir.

Y con un rápido movimiento, alcanzó a morderle la mejilla.

Los corredores del paraíso (Maze Runner fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora