Los corredores del paraíso

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Guerra y desolación. Eso era lo que veía Harriet. Hacía más de una semana que los del campamento del desierto habían atacado por sorpresa y había habido muchas bajas... como por ejemplo, el padre de Tegan.

Aquel día había sido el funeral de los casi 20 muertos y entre ellos estaban, en unas lapidas sin nombre, Tegan y Minho. Al no regresar, muchos dieron por hecho que el ejército los había encontrado y... descuartizado.

Harriet había llorado todos los días por todos sus conocidos y amigos muertos, pero sobretodo, por Minho. Su único amor. Durante los últimos tiempos había estado tentada en revelarle lo que de verdad sentía, pero siempre pensaba que no. Y ahora era demasiado tarde.

El brazo derecho de Pietro, Thomas, no había salido de su habitación desde entonces. Aquello le parecía una pesadilla. Valentina había intentado concentrarse en sus trabajos... pero su dolor no la dejaba seguir. Brenda lo había organizado todo y mantenía la mente ocupada para no pensar en la cantidad de gente que habían perdido.

La doctora Shannon no era mujer de lágrima fácil y no había llorado desde la muerte de su marido a causa del destello, pero lloro aquella vez. Makotey le dio un abrazo y la consoló.

No solo habían muerto mujeres y hombres, sino también niños, dejando como futuro de la humanidad a pocas personas. Brenda no dejaba de dar gracias al cielo por estar embarazada y poder reploblar la Tierra.

—Hoy, nos hemos reunido aquí para enterrar a los caídos en la batalla. Debemos recordar a Jonathan—puso una rosa en su tumba, luego caminó a otra—,Kima—otra rosa—,Nicolai

Y así estuvo hasta que las 30 tumbas tuvieron una rosa encima cada uno.

—Tampoco olvidaremos a los corredores Tegan Vinogradov y Minho—dijo el administrador central—.Y en este fatídico día yo me pregunto: ¿es esto lo que verdaderamente queremos? ¿Quedarnos a merced de unos asesinos? Yo digo que no—hubo un murmullo generalizado—.Yo digo de que ya es hora de contraatacar y exterminarlos a todos.

Harriet miró a Brenda, esperando ver algún gesto de preocupación, pero lo encontró alentador. También el de Thomas, extrañamente amenazador.

—¿Qué quieres decir?—preguntó Shannon, la doctora.

Pietro la miró seriamente.

—Yo digo que nos preparemos para la guerra. Exterminémoslos.—dijo el hombre.

—¡Sí!—gritaron un grupo de jóvenes.

Todo el mundo empezó a animarse, incluso Thomas y Brenda. Harriet estaba horrorizada.

—¡No!—gritó, poniéndose delante de la muchedumbre—¡La violencia nunca es la solución!

Entonces uno de los guardianes, Nicolas, se puso en primera fila.

—Eso es una gilipollez. Ellos han asesinado a mi administrador, a Tegan y a otra amiga mía, ¿crees que deben quedar impunes?—preguntó.

—¡Podemos intentar hablar con ellos!—gritó Harriet.

Entonces fue Thomas quien se acercó a la cazadora.

—Algunas veces la violencia es la mejor solución, Harriet, tú lo sabes mejor que nadie—dijo el chico, luego, se volvió hacia Pietro—.Yo sustituiré a Tegan en el puesto de administrador.

Pietro asintió y se dirigió a su pueblo.

—¿¡Estáis todos de acuerdo!?—gritó a su pueblo.

—¡Siii!—gritaron todos al unísono.

El italiano sonrió y se volvió a su segundo.

—A partir de mañana hay que empezar a prepararse. Estamos en guerra.

Los corredores del paraíso (Maze Runner fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora