Llegaron volando a un lugar que la pequeña Diana desconocía. Mientras viajaba en los brazos de su madre, descansó para tener energía cuando llegaran a su destino. Escuchaba a sus padres hablar de cosas que no entendía, pero le agradaba oírlos. Tenía muchísimas ganas de conocer al que podría ser su amigo, y al colega de sus padres.
La pareja aterrizó enfrente de una pequeña casa que estaba bastante lejos de dónde vivían ellos.
Narnia avisó a la niña de que el viaje había acabado.
–Hija, despierta. Hemos llegado.
Ella abrió sus diminutos ojos y se desperezó.
–¿Ya? ¡Qué bien! – se bajó con rapidez de los brazos de su madre
Anwin llamó a la puerta y un ángel de más o menos su edad le abrió.
–¿Anwin? –preguntó el desconocido. Era alto rubio con los ojos marrones y una armadura muy peculiar, de tonos dorados y plateados, junto con una larga capa roja un poco rajada por abajo.
–¡Yandak! ¡Cuánto tiempo! –Se dieron un gran abrazo.
–¿Qué tal?
–Muy bien. El Creador me envió para darte una cosa, pero seguro que tienes mucho que contarle a Narnia(porque yo ya lo sé) –le dijo susurrándole ésto último.
–¡Claro! ¿Has venido con Narnia? Vaya, cuánto tiempo –saludó a la mujer.
–Hola Yandak –también le dio un cálido saludo.
–¿Sólo habéis venido dos?
–No, hemos traído a nuestra hija –se apartaron a un lado para que pudiera ver a Diana, escondida tras las ropas de su madre–. Aquí tienes a nuestro amigo, Diana.–Hola. Soy Diana –saludó sin timidez.
–¡Hola Diana! ¡Mucho gusto! –Le acarició su larguita melena castaña–. Mi hijo Azazel también tiene tu misma edad, ¿quieres pasar y conocerlo? Está en su cuarto.
–¡Sí! –Entró corriendo con mucho entusiasmo.
Los ángeles adultos se reunieron en una de las salas y hablaron, mientras Diana buscaba a ese tal Azazel.
Entró en una de las habitaciones, donde había un niño sentado en el suelo con algo entre las manos. Se acercó a sus espaldas y le preguntó:
–¿Qué es eso que tienes en las manos?
El chico se sobresaltó. Se giró y la miró asustado. Era rubio con los ojos azules, y tenía unas pequeñas alas que sobresalían de su espalda. Se parecía a su padre, es más, era casi su misma imagen.
–Perdón si te he asustado. Me llamo Diana –le mostró su mano amistosamente.
Él no contestó. La niña vio lo que tenía entre sus dedos.
–¿Eso es una espada?
–Sí –contestó.
–Creía que no hablabas... ¿Cómo te llamas?
–Azazel.
Ella cogió una de sus manos y la agitó como un saludo amistoso.
El niño no parecía estar muy cómodo con la actuación Diana.
–¿Por qué no hablas? ¿Puedo jugar contigo? ¿Sabes que tu papá conoce a mis padres? ¿Cuánto años tienes? –Le soltó tantas preguntas que se perdió en la primera.
–Hablas mucho –le dijo.
–Yo hablo mucho y tú hablas poco. ¿Te gustaría ser mi amigo? Yo siempre he querido tener uno.
–Yo tampoco tengo amigos.
–¡Entonces seamos amigos! –Exclamó.
– Vale, pero no hables tanto.
Diana se puso a bailar y saltar por la habitación muy contenta. No conversaron demasiado, aunque hablaron un poco.
–Yo de mayor quiero ir a la academia de ángeles y ser una gran guerrera, como papá y mamá.
–Yo también quiero ir.
–¡Podemos ir juntos! Cuando seamos mayores... ¿Sabes lo que es una promesa? Mis papás y yo lo hacemos mucho.Él negó con la cabeza.
–Pues dices algo que algún día vas a hacer y cruzas tu dedo pequeño con el de la otra persona.
–¿Que vamos a prometer? –Dijo el niño.
–Vamos a ir los dos juntos como amigos a la academia cuando seamos mayores.
–Está bien.
–¿Prometido?
–Prometido.
Unieron sus dos dedos, y pronunciaron la promesa los dos a la vez.
–¡Prometo ir a la academia de ángeles los dos juntos como amigos!
Cuando llegó el momento de despedirse, los padres de Diana le entregaron el regalo del Creador al padre de Azazel y los dos niños se despidieron con un abrazo.
–¿Nos volveremos a ver? –Preguntó Diana a su amigo.
–Una promesa es una promesa, ¿no?
–Sí, es verdad. ¡Hasta luego! –se marchó, dejando al pequeño ángel con su padre.
–Hasta luego... –susurró con tristeza.
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Fallen Angel©(#0.5)
FantasyHace muchísimos años, dos dioses que vivían en el universo vacío, decidieron crear nuevos mundos. Uno de ellos se llamaba Satanás, que creó los infiernos y unos seres llamados demonios. El otro, el Creador, construyó otro lugar llamado cielo, y en s...