La primera prueba

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Años después...

–Diana, despierta –intentó despertar Narnia a su hija, que dormía plácidamente.
–Mmmmm... –Murmuró.
–¡Vamos! ¡Hoy es el día de la prueba de acceso para la academia!
–¿Hoy? –Se despertó de golpe.
–Sí. Papá tiene una sorpresa para ti. Desayuna y prepárate.
–¡Vale! –Salió de su cuarto.

~~~
Su padre y ella se reunieron en uno de los jardines más bellos de los cielos. Anwin le saludó con un beso en la mejilla y comenzó a hablar.
–Verás Diana, sé que esperabas este día desde que eras muy pequeña. Quiero desearte suerte y entregarte un regalo –le entregó una armadura hecha a su medida y una espada en su funda–. Toma, esta es tu nueva armadura y tu espada. Es una sencilla, pero será suficiente para pasarla. Has entrenado mucho y espero que demuestres lo buena que eres, mi pequeña.
–¡Gracias, papá! –Le abrazó y se puso la armadura.
–Pero hay un pequeño problema. Tú no puedes volar debido a que no tienes alas.
–¿Por qué yo no tengo alas, a pesar de tener veinte años? –Preguntó avergonzada.
–No lo sé. Eres especial, siempre los has sido.
–Yo quiero tener alas, como cualquier otro ángel. Quiero volar...
–Hazlo con todas tus fuerzas, ¿vale? Yo estaré allí presente junto a los jueces. Tú puedes –le animó su padre al ver su desánimo.
–Sí, papá –se abrazaron y ella entró en el recinto dónde se hacían las pruebas de acceso.
Se quedó muy sorprendida al entrar. Se parecía mucho al lugar que fue cuando tenía tres años, que recordaba perfectamente.
–Vaya... Qué bonito –observó a su alrededor.
El edificio era redondo, con paredes blancas y un montón de banderas colgadas. El techo era de cristal, y se podía ver todo desde ahí abajo. De pronto, una voz interrumpió sus pensamientos.
–¿Diana, hija del gran comandante? –Era un guardia de allí.
–Sí. Soy yo –dijo la chica haciendo una reverencia.
–Venga conmigo. Le llevaré a los retos para pasar la primera fase del examen.
–¿Cuántas son en total? –preguntó con curiosidad mientras le seguía.
–Hay cinco: lucha con espada, velocidad corriendo, agilidad, vuelo y competición entre candidatos.
–¿Competición?
–No todos pasan. Los diez primeros de la clasificación entrarán seguramente. El resto no.
–Vaya... –Dijo de nuevo desanimándose.
–Vas a tener que esforzarte al máximo, si quieres pasar –se detuvo enfrente de una puerta–. Es aquí. Suerte.
–Gracias.
Abrió la puerta y vio a muchos ángeles jóvenes como ella, la única diferencia era que todos tenían alas. Cuando la vieron entrar, todos la miraron con atención.
–¿Quién es esa? –Oyó de  alguien.
–No tiene alas.
–Dicen que es la hija del comandante.
–Parece una humana –escuchaba entre murmullos.
Se puso en una esquina de todos los demás, escuchando cómo hablaban de ella.
–¡Buenos días a todos, ángeles jóvenes! ¡Bienvenidos a la gran prueba para ir a la academia de ángeles! –Dijo una mujer de una edad avanzada.
Todos aplaudieron.
–Como ya sabéis, este examen cuenta de cinco pruebas. La primera será...¡Lucha con espada! –anunció y volvieron a aplaudir–. Hoy vendrá alguien muy especial que estará entre los jueces, ¡nuestro comandante, Anwin!
Su padre entró en la sala y todos le recibieron con un grande aplauso.
–Hola a todos, es un honor tener en mi presencia a los futuros guerreros de los cielos. En esta prueba, voy a desafiar a todos a una pequeña batalla. Mientras estemos en la pelea, los jueces tomarán nota y pararán la batalla cuando sea preciso. Sólo pasarán veinticinco –dijo el comandante.
Diana pensó que habrían unos cincuenta ángeles.
–Voy a decir el nombre del primero que vendrá aquí conmigo... –Miró a todos y se paró en su hija–. El primero que vendrá será...

"Seguro que soy yo" –dedujo ella.

–Diana.

"Lo sabía".

Anduvo hasta su padre. Dirigió su mirada a los tres jueces, que se sorprendieron por su aspecto.
–No voy a darte ventaja, pequeña –le dijo su contrincante.
Ella se puso en guardia y dieron la señal para que empezara el combate. Ella no se esperaba que se tuviera que enfrentar a su padre, pero tenía que hacerlo.
Ella dio el primer ataque con un gran golpe con su arma. Él retuvo el golpe y sigueron. Chocaron sus espadas varias veces y Diana procuraba por acabar desarmada. De repente, su padre fue a dar un golpe en sus pies y ella saltó, esquivando el ataque. Después, le dio un pequeño golpe en el pecho y cayó al suelo, soltando su arma. Diana retrocedió, creyendo que no debía de haberlo hecho. Lo había hecho mal. Podría que le expulsaran.
–Basta –dijo un juez.
Ella se tapó la boca y ayudó a su enemigo abatido a levantarse. Al ver su cara entristecida, su padre le sonrió.
–Lo has hecho bien.
–No, no ha estado bien –se marchó con el resto de los candidatos.

Vio los demás combates, que la mayoría acabó desarmada. Uno de ellos, junto a ella, que lo consiguió. Lo observó con curiosidad. Era demasiado bueno. De un movimiento lo hizo. Los jueces aplaudieron encantados con el combate.

"Vaya, hay gente muy buena. Pero si me toca luchar contra él... Lo tengo claro... ¿Estará?".

Más tarde, los jueces fueron pasando por la sala y diciendo a algunos que siguieran al guardia. El chico de antes también se fue con el guardia. La jueza anciana se dirigió a Diana.
–Síguelos. Has pasado. Has sido una de los únicos que lo ha desarmado, aunque eres su hija.
Ella asintió y se fue con el resto de los demás. Los que no pasaron, unos lloraron por su fracaso y se marcharon del lugar.
Diana estaba muy contenta. Había pasado el primer reto, aunque no lo había hecho muy bien.

Fallen Angel©(#0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora