La tentación del ángel sin alas

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Diana estaba sentada en un callejón llorando. ¿Cómo podía haberle hecho eso? Sus lágrimas caían sobre sus mejillas. No podía aguantar su dolor.

"¿Será por qué no tengo alas? Seguro. Solo soy su amiga".

–¿Te gustaría tener lo que tienes, jovencita?- le dijo un desconocido a unos metros de ella. No podía verle muy bien del todo, pero por su voz y silueta supuso que era una mujer.
–Tú no puedes darme unas alas.
–Sí que puedo, yo daré solución a tu problema. Sólo tienes que confiar en mí –le dijo el ser encapuchado.
–¿Te tengo que dar algo a cambio?
–No, tu felicidad me basta –dijo con un tono aterrador.
–¿Qué harás?
–Levántate y deja que mi magia actúe.
–¿Magia?¿No hará...?
–No, no, será rápido. Date la vuelta –ordenó.
Ella hizo lo que le pidió y el desconocido puso sus manos en su espalda. Recitó unas palabras muy extrañas, y de sus manos salía una luz morada oscura. Se apartó de Diana, que todavía no contemplaba cambios. De repente, un dolor intenso fue recorriéndole por la espalda, y se derrumbó. Ese desconocido le había maldecido.
De su espalda salieron dos hermosas alas, aunque ella estaba muy débil y furiosa a la vez.
–¿Q-ué me has... HECHO! –Chilló sacando su espada y clavándosela en el costado de la bruja. Retiró el arma y dejó caer a ese ser que le había engañado.
–Maldita... ¡Yo te maldigo! Caerás por una brecha y te convertirás en un ángel perdido, oscuro y maldito... –Ésta cayó, desapareciendo en la oscuridad.
Diana miró a su alrededor. ¿Qué había hecho? Tenía lo que más quería, pero tenía una maldición. Se sentía muy mareada, así que se dirigió a su casa.
Entró en ella y sus padres la recibieron, y Diana se desmayó al llegar. Urgentemente, la llevaron a su cama y avisaron a los médicos. Lo único que le dijeron fue:
–Sus alas han crecido tan rápido que su cuerpo no ha podido aguantar la presión y el dolor. Debería de estar en reposo y darle medicinas para calmarle el dolor.
Sus padres estuvieron a su lado día y noche. La joven apenas podía moverse, y no dormía bien por el dolor de tener alas. Había cometido un error. Primero, Azazel le engaña y segundo, le dan unas alas y, para ello, recibe una maldición. Era justo lo que necesitaba. La vida de Diana daría un gran giro, y no solo la suya, sino la de todas las criaturas existentes.

Fallen Angel©(#0.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora