CAPÍTULO 2: LA MALCRIADA Y EL DESAGRADECIDO
Narra Marcos
Rápidamente, aparté a Alicia. Aproveché para ponerme la camiseta; por suerte, aún llevaba los pantalones. Oía a mis padres hablar, pero no entendían muy bien lo que decían. Se oyó un grito procedente del piso de abajo.
-Marcos, ya estamos aquí. ¡Baja a conocer a Emma!- gritó mi oportunísima madre.
Se me tenía que ocurrir una excusa para que no me obligaran a ir abajo en seguida. Y se me tenía que ocurrir rápido, muy rápido. No sabía qué decir ni qué hacer, estaba totalmente bloqueado.
-¿Marcos, estas ahí?-oí gritar a mi padre, más fuerte esta vez. Se oían pasos. ¡Mierda! Mi padre estaba subiendo las escaleras y llegaría enseguida a mi habitación. Piensa, joder, Marcos piensa algo.
Tomé la desesperada y mala decisión de taparle la boca a Alicia, la que se tomaba el que nos pillaran como un juego. Me empezó a lamer la mano. En otras circunstancias, este gesto conseguiría que me excitara aún más, pero, en este momento, lo que conseguía era ponerme más nervioso. Quité mi mano de su boca, optando por agarrarla del brazo y meterla corriendo dentro de mi armario, dejándola allí angustiada y sorprendida. Rápidamente, me senté en la silla del escritorio y conecté el ordenador a unos auriculares, fingiendo que escuchaba música. Crucé las piernas, rezando para que mi padre no se diera cuenta de la erección que llevaba encima.
Oí la puerta abrirse. Uf, de momento me había salvado. Solo esperaba que Alicia se comportara bien.
-¿Marcos?- oí decir a mi padre de nuevo, tocándome el brazo.
-¿Papá? ¿Ya estáis aquí?-contesté yo girándome hacia mi padre y haciendo el ver que no había oído nada- Estaba escuchando música y no he oído nada.- Expliqué.
-Vale, pues baja cuando puedas que ya está Emma abajo.-Contestó mi padre, sentándose en mi cama tranquilamente, sin darse cuenta de lo nervioso que estaba.- ¿Qué música escuchabas, si tienes el ordenador apagado?- Dijo mi padre, con una sonrisa en la cara. ¡Mierda! No había caído en eso…
-Es que… Lo acabó de apagar.- Dije yo, riéndome falsamente y descruzando las piernas sin darme cuenta.
- ¡Marcos!-Dijo mi padre, entre sorprendido y frustrado, alzando un poco la voz. -¿Por qué tu amiguito está tan despierto? Qué estabas haciendo…- Continuó, poniéndose una mano en la cabeza, sin creérselo aún. Volví a cruzar las piernas. ¿Se creía que me estaba haciendo una paja? ¿En serio? Para que me iba a masturbar pudiendo tener a cualquier chica a mi alcance… Pero no le podía decir eso. Me inventé una excusa.
- Emm… Es que me acabo de despertar…-Dije yo. Oí una pequeña risia tonta procedente del armario. ¡Joder! Ya no me acordaba de que Alicia seguía en mi cuarto y estaba escuchando toda la conversación.
Me tapé la boca, fingiendo que la risita había sido mía. ¡Bien! Ahora encima de haber quedado como un idiota, parecía gay. ¡Yupi!
Mi padre me miró extrañado, a saber que estaba pensando sobre mí.
-Date una ducha fría y baja enseguida.-Dijo él, derrotado por la situación. Levantándose de la cama y haciendo el ademán de irse.
Asentí con la cabeza, poniendo cara de niño bueno.
Empezó a caminar hacia la puerta. Tres pasos más y saldría de la habitación. Dos pasos. Me iba a librar de un gran castigo. Un paso. Contuve la respiración.
-Ah, se me olvidaba decirte algo.- Dijo mi padre girándose.
-Dime.- Dije yo.
-Sé amable con Emma, deja que se acostum…-Empezó a decir para que, un instante despúes, los ojos de mis padres aumentarán de tamaño y su boca se abriera totalmente.- ¿Qué puñetas hace un sujetador al lado de tu cama?- Gritó fuertemente. ¡Mierda! Alicia era tonta, ¿cómo coño había podido dejar su sujetador allí? ¿Y cómo no me había dado cuenta de que la había metido en el armario sin sujetador y, posiblemente, sin camiseta?
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Querida princesa, te necesito.
Teen FictionElla es huérfana desde los 10 años. Él siempre ha sabido lo que es tener una familia. Ella hace tiempo que dejó de sentirse una princesa. Él nunca ha querido ser un príncipe azul. Ella se llama Emma. Y él, se llama Marcos.