CAPÍTULO 7: LA CENICIENTA Y LOS FUGITIVOS.

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CAPÍTULO 7: LA CENICIENTA Y LOS FUGITIVOS.

Narra Emma

Mi móvil vibró. Había recibido un mensaje de Sergio.

Baja. Estoy en la puerta ;)

Apresuradamente, atravesé las escaleras y dejé una nota en la cocina; explicando que había quedado con un viejo amigo y que volvería por la tarde.

Corrí por los pasillos y abrí la puerta, tirándome en los brazos de mi mejor amigo.

-Te he echado tanto de menos…- Le abracé fuertemente.

-Emma- Me llamó Sergio.

-¿Qué?- Pregunté sin soltarle.

-¡Me estás ahogando!- Dijo él, riéndose.

Me separé de él,  observándolo. ¡Lo había echado mucho de menos! Aquel pelo moreno tapado por la capucha de una sudadera azul de Dolce Gabbanna; aquel cuerpo “serrano”-según él mismo decía-; aquellos bonitos ojos verdes claros –parecidos a los míos-.

-Pero qué feo es mi niño- Le agarré de los mofletes, mientras una pequeña sonrisa perversa pintaba mi cara.

-Auch, quítate de encima.- Me contestó zafándose de mi agarre, tocando sus adoloridos y pellizcados mofletes.

-¿Y si no quiero?- Me colgué de su cuello.

-Tendré que hacer esto.- Me subió a su espalda como un saco de patatas y empezó a correr calle abajo, poniendo sus manos debajo de mis nalgas.

-Sergio, me voy a caer…- Le dije gritando.

-Di: Sergio es más guapo que yo y te bajo.- Me dijo sin dejar de correr.

¿Es que acaso no se cansaba?

-Ja. Eso nunca lo diré.- Dije, provocando que acelera y que empezara a dar saltos.

Pegué un gritito por el susto y… ¡Qué asco! Mi cara rebotaba en su asqueroso trasero.

-Admítelo y te dejaré al suelo.- Me dijo sin dejar de saltar.

-Vale vale. Lo diré.- Dejó de correr.

-Sergioesmásfeoqueyo.- El juego no había terminado todavía.

-¿Qué?-Dijo arrugando el cejo, sin haber entendido nada.

-Que. Sergio. Es. Más. Feoqueyo.- Marqué las pausas entre las palabras.

Sergio se rio, mientras aprovechaba para bajarme de su espalda y hacerme cosquillas.

-Para, para.- Le dije entre risas.

Mi tripa rugió, provocando que él dejara de reírse y de hacerme cosquillas. En unos instantes, el semblante de Sergio se tornó a preocupado.

-Emma, ¿has desayunado?- Me preguntó.

-No…- Contesté con un hilo de voz. Se me había olvidado por completo… Al igual que comer y cenar ayer… Y antes de ayer… Y antes-antes de ayer… Pero no había comido porque no quisiera; simplemente, se me había olvidado, por culpa de los nervios.

Me agarró de la mano y me llevó hasta su coche. ¿Un Porsche Blanco? La última vez llevaba otro coche, pero ya le preguntaría en otra ocasión. Me sentó en el asiento del copiloto.

-Sácate la sudadera.- Me ordenó malhumorado.

-Tú no me das órdenes. Yo hago lo que quiero.- Me crucé de brazos, tan enrabietada como una niña pequeña.

Querida princesa, te necesito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora