CAPÍTULO 6: MÉTODOS ANTI-ESTRÉS

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CAPÍTULO 6: MÉTODOS ANTI-ESTRÉS

Narra Emma

Rebusqué en los pocos pantalones que tenía, con la esperanza de que hubiera algún cigarrillo olvidado entre ellos. Lo necesitaba con urgencia; pero nada, la suerte no estaba de mi parte y no había ninguno. Intenté relajarme por otros métodos.

Me senté en la cama, en un vano intento de perder el estrés. Probé el método de contar hasta diez inspirando y espirando.

10. Empecé la cuenta atrás.

9. Vamos a darle una oportunidad a este método.

8. No va a funcionar.

7. Me empezaba a estresar, más de lo que lo estaba.

6. Me estoy frustrando.

5. Me encuentro muy frustrada.

4. La rabia me está atacando.

3. ¿Enserio decían que esta chorrada funcionaba?

2. ¡Quiero mi cigarrillo!

1. ¡Y lo quiero ya!

0. ¡Tachán! Ahora estaba peor que antes.

Gracias, queridos psicólogos por vuestra magnífica ayuda; pero prefiero otras opciones.

Y aquí va, el segundo método mejor. Por detrás de fumar, claro.

Recogí el primer cojín que encontré. Lo tiré al suelo enrabiada varias veces.

-POR MIS PADRES.- Lancé otro cojín contra el frío suelo de mi  cuarto.

Lágrimas de frustración luchaban por salir de mis ojos.

-POR JAVI Y NORA.-  Cogí lo primero que vi. No me di cuenta que era el osito de peluche de mi hermanita. Lo tiré lejos de mí, provocando que una de sus patitas se rompiera, descosida y rota por el paso del tiempo.

Mis ojos estaban llorosos y oscuros, nublados por la rabia la frustración, aparte de por la tristeza.

-POR MI ESTÚPIDA VIDA.-  Lancé contra la pared mi pertenencia más importante.

Sí, aquel marco que mostraba una familia feliz.

El impacto provocó que se rompiera en mil pedazos. Trocitos diminutos de cristales salieron volando, cayendo unos metros  por delante de mí y logrando que despertara de mi  estado de rabia. La vieja foto aterrizó unos segundos más tarde, encima de aquel montón de cristalitos.

Me tiré de rodillas recuperando la foto e ignorando por completo el hecho de que cientos de vidrios se estaban clavando en mi cuerpo, creando así numerosos cortes.

Lentamente, conseguí ponerme de pie con la foto en mano. Las heridas me empezaban a escocer. Me apoyé en la puerta, ya consciente de que alguien me podía haber escuchado y podía entrar en mi habitación de un momento a otro. Me dejé caer con la espalda en la puerta. Rendida y sentada en el suelo, abracé la foto. Y así, entre lloros, me quedé dormida, con la foto en mis brazos.

Narra Marcos

Malhumorado. Así me había ido de la habitación de Emma.

Entré en mi cuarto y, tras poner la música a gran volumen, me tumbé con la intención de relajarme y de pensar en la que iba a ser mi venganza contra mi queridísima hermana. ¿Con qué derecho nos había echado de mi cuarto? Bueno, técnicamente era el suyo, pero durante mucho tiempo había sido mío. Además, seguía siendo MI casa.

Piensa Marcos, piensa. ¿Cómo te puedes vengar?

¿Aseninándola?

No, demasiado macabro y cruel.

Querida princesa, te necesito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora