CAPÍTULO 20: UNA EXTRAÑA CONVERSACIÓN.

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CAPÍTULO 20: UNA EXTRAÑA CONVERSACIÓN

Narra Emma

Mi mente iba a más de mil por hora. Imginándome lo desastrosa que podía llegar a ser la cena, así como las cientos de posibilidades de lo que podría ocurrir. 

Había pasado más de un año desde la última vez que los vi, exceptuando a Chloe y a Sergio.

Flashback

Con mis casi quince años seguía sin ser capaz de afrontar todo lo ocurrido hace unos pocos meses, sin ser incapaz de superar que mis hermanos no estaban junto a mí. Las ojeras en mi rostro seguían siendo visibles, así como las numerosas cicatrices de "batalla", o por lo menos así las llamaba mi psicólogo; aunque cuando ella me decía que eran marcas de haber superado la batalla, yo pensaba que aún no había ganado "la guerra". Por otro lado, se podían apreciar en mí cada una de mis costillas.

Oí varios toques en la puerta, para ver posteriormente aparecer a una profesora del orfanato, de la cuál si quiera me sabía su nombre. Echada en la cama, hice caso omiso a su presencia.

-¿Usted es la señorita Emma Cortés?

-Ajam.- Contesté sin dejar de observar el techo.

-Pues tiene visita. Le esperan abajo.

No contesté a ello. Quien quiera que fuese,que se fuera. No me interesa. Total, no había nadie a quién quisiera ver en ese momento,

-¡Emma! ¿Me ha oído?

-Ajam.- Volví a decir, que se fuera ya, por dios.

-Pues entonces les diré que suban.

-Ajam.- Repetí de nuevo, sin creer sus amenazas. Respiré tranquila y volví a cerrar los ojos cuando la puerta se cerró, pero la tranquilidad no me duró mucho; ya que, dos minutos después, se volvió a abrir.

-¿Qué puñetas quiere ahora?- Pregunté sin moverme de mi posición, pensando que sería la molesta profesora, de nuevo.

-Esos modales, señorita.- Esa voz de mujer no me era para conocida.

-¿Y usted es?- Me incorporé de la cama e inspeccioné a mis visitantes. Era una familia de cuatro personas: padre, madre, hijo e hija. A la derecha del todo, se encontraba el padre; debía tener unos cuarenta y cinco años y portaba un bigote que le iba de oreja a oreja, vestía un traje gris que podría segurar que era de marca. A su lado, estaba la madre; una mujer rubia y estirada de unos cuarenta años. A la inquierda, estaban los dos hermanos, un guapo muchacho que tendría un par de años más sujetaba a una niña muy mona de unos doce años.

-Margaret Thomsom, por desgracia algo así como tía tuya.- Dijo mirándome con repulsión..

Espera, espera. Si esa que dice ser mi familia, nos hubiera adoptado a mí, a Javi y a Nora. Ahora estarían aquí conmigo. Y por su culpa, y solo su culpa, no lo están.

-¿Tía mía?- Solté una sarcástica risa  y la miré con una fría mirada.- Mi familia está muerta.

-Soy tu tía y punto, ni se te ocurra hablarme así niña. 

Intenté volverme a reír, pero fue en vano, ya que lo que conseguí fue que más de una lágrima surcara mis mejillas.

-Si hubierais sido familia mía, hubierais acudido cuando mis hermanos estaban aquí.- No pude reprimir mis lloros.- No ahora.

Querida princesa, te necesito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora