Capítulo 3: Incomodidad

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  Pude divisar a Will, esperándome en la puerta del restaurante al yo llegar. Todavía me dolía un poco lo de la noche anterior, pero era urgente que debía superarlo. No más aquella actitud infantil que me dominaba de querer que él fuera mío y de nadie más.

  Caminé rápidamente hacia él, lo saludé de lejos y al llegar al frente suyo, le di un cálido abrazo.

  — Hola, Will —lo saludé sonriente.

  — Hola, Natalie. Qué bueno que hayas venido.

  Entramos al restaurante.

  Olía delicioso. En ese momento me devolví a mi pasado, recordando mi infancia en Florencia. Aquel aroma era el que llenaba las calles de esa hermosa cuidad. La pasta, las salsas, el vino. Era la combinación perfecta de olores.

  Venía aquí a menudo con mi madre. No era malo recordar el pasado y extrañar a Italia de vez en cuando. Por eso sabía exactamente en dónde era en el momento que Will me dijo que nos encontráramos aquí.

  Encontramos una mesa para dos, con las sillas una en frente de la otra, separadas por la pequeña mesa decorada con un mantel color blanco y un florero repleto de hermosas violetas.

  Luego nos sentamos.

  Un mesero se acercó a nosotros a pedir la orden. Ambos pedimos pastas, y cuando el mesero se fue, Will y yo empezamos a entablar conversación.

  — Y… dime, Natalie, ¿Cuánto tiempo llevas en el negocio de la música? —preguntó.

  — Bueno… lo que yo hago por ahora no es exactamente un negocio. Lo hago porque amo la música y también amo cantar y tocar. Además mi banda no es reconocida, todavía ensayamos en la cochera, y eso… acabamos de ganar una audición para tocar en House of Rock, y… espero que con el concierto que demos allí logremos un poco de reconocimiento.

  — Vaya, es un gran paso.

  Asentí. Pero no iba a dejar la conversación así como así. Debía seguir, conocerlo mejor, porque de verdad quería hacerlo.

  — Will… ¿Cómo iniciaste tu banda? —hice mi mayor esfuerzo para preguntar algo interesante. Sabía muy bien que de lo que a las demás personas más les gustaba hablar, era de ellas mismas y de sus asuntos. Pero a veces era difícil formular preguntas.

   — Bueno… nos conocimos en la universidad. Yo estaba estudiando ingeniería y la música era sólo un pasatiempo. Sí, me encantaba, pero nunca pensé que me dedicaría a ella. Al conocer a los chicos me di cuenta de que ellos también compartían el mismo gusto que yo, además de ser muy talentosos tocando sus instrumentos. Nos volvimos muy amigos y empezamos a tocar. El tío de Chris era dueño de una compañía de discos y nos dio una primera oportunidad, la cual nos ayudó mucho. Y… aquí estamos.

  Qué suerte tenían. Si yo tuviera un tío así ya hubiera aprovechado para decirle que nos dejara grabar un disco.

  — Vaya, es una historia interesante. Qué bueno que el tío de Chris les ayudó. De no ser así, este mundo se perdería de escuchar a una banda tan buena —dije. Él sonrió —. Y… Will, cuéntame algo más de tu vida, no sé… ¿De dónde eres y cómo llegaste a Nueva York?

  — Parece como si me estuvieras entrevistando —dijo Will sonriente.

  — Te ayudé con tus canciones, ¿no? Eso me hace oficialmente tu compañera de trabajo. Así que… no sé, me gusta saber de ti.

  — Está bien. Soy de Texas.

  Lo miré interesada. No tenía acento de Texas. Pero no me importó, eso era otro punto aparte.

15 Minutos de Fama (En espera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora