Capítulo 14: Otra oportunidad

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  No, no puedo estar muerta, no ahora. Lo siento, papá, pero no puedo dejar las cosas como están. Si muero con asuntos pendientes, me convertiré en fantasma —bueno, eso creo—. Sólo míralos. Allí, abajo, llorando a cántaros. ¡No! ¡No me iré! Papá, por favor suéltame, déjame seguir viviendo.

  Sí, sé que no es tu decisión. Es mía. Total y completamente mía. Y mi decisión es no dejarme llevar por la paz. Tengo que volver, regresar a mi antigua vida. No me importa no despertar, no quiero que sigan sufriendo.

  Déjame ir. Algún día volveré a ti. Pero será en muchos años. Tú tuviste la oportunidad de vivir. Yo todavía soy joven, tengo futuro, una vez me lo dijiste, ¿no? Que tenía un gran camino de éxitos por delante. Y no voy a desmentir tu comentario. Voy a ser fuerte, voy a continuar por ti.

  ¡Lyla! No, no vengas a ayudarlo a convencerme de quedarme. Porque no voy a hacerlo. DEBO dar la vuelta y caminar hacia atrás. Hacia la oscuridad, de nuevo, pero lo haré. Lo haré por mamá, por Will, Kevin, David, John, Jake, Kate, por todos a los que les importo.

  Perdón, Lyla. Por mi culpa estás aquí. Te vamos a extrañar muchísimo, en especial yo. No debí haberte agarrado junto a mí en la avalancha de estudiantes. Es mi culpa, lo siento muchísimo… perdón…

 

  Había un túnel. Un largo, oscuro y solitario túnel. Sabía que me reencontraría con el dolor… pero también con la luz. ¡Por fin la luz! No lo podía creer.

  Caminé rápidamente, el sonido de mis pasos retumbaba con el eco. A medida que encontraba la salida, sentía cómo todo volvía a ser como antes. Especialmente el ardor de mis heridas causadas por el gas. Pero nada de eso importaba…, porque no vería a más gente sufrir…

  Al salir del túnel, a medida que me reencontraba con todo —todas mis sensaciones y sentimientos de nuevo—, intenté abrir los ojos. Mis párpados parecían estar pegados con cinta adhesiva, pero la emoción de saber que los podía mover de nuevo era todo lo que ocupaba mis pensamientos.

  Los logré despegar. Al principio no vi nada. Pero después mis pupilas volvían a reaccionar y a acostumbrarse a la luz blanca y refulgente del hospital.

  Parpadeé. Una, dos, tres veces, todo parecía tan fácil y emocionante, que terminé por esbozar una leve sonrisa que no alcanzaba a expresar del todo lo embargada de felicidad que estaba.

  Había tres rostros mirándome hechizados, sorprendidos, pero a la vez emocionados. Victoria, Will, Kate.

  —Hija… —musitó Victoria, acercándose como por acto reflejo hacia mí, y envolviéndome en un abrazo empapado de lágrimas. Pero estaba segura de que ya no eran lágrimas de horror. Éstas eran derramadas por la exaltación —… estás viva... ¡y has despertado!

  Volví a cerrar los ojos, para asegurarme de que no era un sueño, alucinación. No, no lo era. Era tan real como cuando había visto a mi padre y a Lyla.

  Los abrí inmediatamente, atemorizada por haber vuelto a divisar oscuridad. Quería aprovechar lo que quedaba del día para poder tener los ojos abiertos.

  Sin vacilar, le devolví el abrazo a Victoria, estrechándola fuertemente, a medida que mis articulaciones volvían a responder a mis estímulos y me iba sentando.

  —Estoy bien… —sollocé. No pude contener las lágrimas, que parecían estar aflorando por mis ojos por cuenta suya —. Te extrañé, mamá.

  —No tienes idea de cómo me asustaste, Natalie. Te amo, jamás te quiero volver a perder.

  No quería que acabara el momento. Era uno de esos tan llenos de júbilo, que quieres que sean eternos.

15 Minutos de Fama (En espera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora