15 Minutos de Fama (En espera)

Capítulo 20: Llegada a Cambridge

Mis queridísimos amigos! AL FIN! He terminado el capítulo 20 y espero que me perdonen por no haber subido en siglos... LO SIENTO MUCHÍSIMO! Pero he estado hiper ocupada. Además... -.- repróbé matemáticas y estadística y peligra física (aunque la maestra es un amor X3). En fin, mi promedio bajó muchísimo este periodo... PERO NO IMPORTA! Jamás dejaré de escribir... aunque sí tendré que dedicarle muchísimo tiempo de ahora en adelante a estudiar todo lo que tenga números -.- (odio a esos malditos).

En fin, espero que les guste un montón, que rían, que se queden atrapados entre las palabras de mi capítulo XD Y, por supuesto, que voten y comenten mucho!! XD

Gracias por ser tan pacientes! :)

xoxo, Pofy05 (Sofi ; ] )

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  Presioné el botón “enviar” por, quizás, décima vez en el día. Me había pasado mis últimos dos preciados días de vacaciones enviándole mensajes de disculpa a Kate por la manera tan horrible en que la había tratado, intentando una y otra vez buscar las palabras más decentemente adecuadas para decirle cuánto lo sentía por haberle gritado de tal modo y haberle echado la culpa por algo en lo que ni siquiera había intervenido de gran manera. La culpa era de Will y de Alice. No de Kate.

   Ya había intentado con frases como: “Lo lamento muchísimo, sé que actué de manera muy inmadura, pero te ruego que me perdones”, también la típica: “Perdón, todo fue mi culpa, sé que no me comporté como debería, y de verdad me arrepiento”. Pero, al parecer, ninguna, ni siquiera la más sincera y elaborada, cambiarían su opinión. Todo parecía indicar al hecho de que se había auto programado para no aceptar mis más honestas disculpas, y creía que hasta me había eliminado o bloqueado de su teléfono móvil. Y no la culparía por ello.

  Suspiré observando detenidamente, pesarosa, la bandeja de entrada de mi celular, que indicaba claramente que estaba completamente vacía. Lentamente un extraño sentimiento que me suscitaba a golpearme fuertemente la cabeza con una enciclopedia comenzó a esparcirse por mis venas y hasta comencé a buscar con la mirada un libro que pareciera considerablemente pesado alrededor de la sala de mi casa, pero luego me di cuenta de que causarme un derrame cerebral no iba a arreglar las cosas con mi mejor amiga, así que luché para reprimir aquella confusa sensación.

  Sabía que debía hacer todo lo posible por mantener mi mente despejada durante las últimas cuatro horas que quedaran del día, ya que tendría que conducir hasta Massachusetts por mi cuenta —mi tacaña madre no quiso mandarme en un avión—, y uno de los principales causantes de los accidentes automovilísticos es, ciertamente, estar pensando en demasiadas cosas a la vez mientras se conduce. Así que, si no quería terminar en un hospital por segunda vez, debía hacer todo lo que tuviera a mi alcance para no perder la concentración en el largo camino que me esperaba.

  Sentía miedo, por supuesto, ¿quién no? Tendría que permanecer cuatro horas metida en un auto intentando no perderme por las millones de calles de los Estados Unidos, además de que Kevin me había lavado el cerebro hacía poco con sus escabrosas historias acerca de ser el nuevo en la universidad, algunas de ellas tan placenteras de recordar como acordarme de la muerte de mi padre. Sí, a mi mejor amigo le encantaba hacerme sufrir.

  —¿Lista, Natalie? —escuché la voz de Victoria, filtrándose a través de las escaleras de mi morada. Sonaba más emocionada que nostálgica, lo que me sorprendió sobremanera viniendo de ella, quién casi cae en depresión el día de mi graduación.

  No, no quiero irme, pensé, pero me guardé mis palabras, ya que si sacaba a relucir algún sinónimo de “no quiero” o “no me apetece” con relación a la universidad, mi madre estallaría en furia y comenzaría a sermonearme acerca de mi futuro.