NOTA DE LA AUTORA: ¡Que suenen las trompetas de la gloria! He logrado, al fin, encontrar un poco de inspiración para escribir en esta novela, y se me ha ocurrido una grandiosa idea que los dejará intrigados hasta el siguiente capítulo! buajajajajajaja! Lo siento, pero así deben ser las cosas XD
MIL MILLONES DE GRACIAS A TODOS LOS INCREÍBLES LECTORES QUE ESPERARON PACIENTEMENTE DURANTE MILENIOS POR ESTE CAPÍTULO, SE LES QUIERE MUCHÍSIMO!!!!
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Como por acto reflejo, comencé a rezar de inmediato, como si no tuviese nada más que hacer, como si Melissa no me estuviese gritando que me moviera. Podía sentir cómo mi corazón adoptaba casi la misma velocidad en sus latidos que en la noche del hotel Plaza, que tanto me dolía y me fascinaba recordar, y el oxígeno del aire parecía haber mantenido una riña con mis pulmones en aquel momento, ya que al parecer se negaba a entrar en ellos.
Intentaba con todas mis fuerzas convencer a mis músculos de que se movieran, pero parecían haberse convertido en duras rocas, pesadas e inmóviles. Me sentía como si hubiese comenzado la Primera Guerra Mundial y yo fuera partícipe de ella. No sabía por qué, pero no lograba pensar correctamente.
Los alaridos de Melissa sonaban lejanos, a miles de kilómetros lejos de mí, y mi cerebro no comprendía lo que decían, hasta que se hicieron más fuertes y mi compañera me agarró de la muñeca, obligando a mis piernas a desdoblarse y a mis huesos a crujir con el movimiento.
—¡¿Por qué no te mueves, estás sorda?!
Al parecer, sí; temporalmente, pero no identificaba con claridad las ondas sonoras de su voz apremiante.
Una lluvia de globos con agua se avecinaba desde arriba, amenazadores, tambaleantes y, para mi sorpresa, con muy mala puntería. No lograban atestarle ni a Melissa ni a mí, pero era cuestión de tiempo para que soltaran la harina y lo que fuese que contenían en aquellas latas.
Melissa me arrastró a un pequeño cuarto y me pasó un pesado balde repleto de “misiles” para contratacar: un montón de globos llenos de una sustancia que no parecía ni agua ni harina… era algo asqueroso, de un color rosáceo y vomitivo.
—¿Qué cosa contienen estos globos? —me las arreglé para encontrar mi voz, que sonó anonadada.
—Una sustancia que de seguro nunca querrás que te caiga encima —me guiñó un ojo—. Si te dijera qué contiene, vomitarías aquí mismo, así que no lo haré.
Madre mía, esta chica está loca, surgió una pequeña voz en mi cabeza, mientras contemplaba con mis ojos los globos.
—¡Melissa Archer, sal de una vez de tu escondite y enfrenta tu destino, o ríndete de una vez! —logré escuchar desde afuera, proveniente de la misma voz masculina, desafiante y alcancé a identificar un deje airoso, como si ya diera por hecho que iba a ganar.
—¡Nunca, Tailer Bradford! —le respondió la aludida, con tono tajante y emocionado. Se le notaba fácilmente que contaba los segundos para poder darle su merecido.
Melissa se armó con una pistola de agua y un cinturón cargado con más de esos globos repletos de la sustancia no identificada, y salió triunfante, trotando hacia afuera.
—¿Qué esperas?, ¡necesito ayuda! —vociferó haciendo un ademán con la mano para que la siguiera.
No quería salir, ni siquiera era de la calle Broadway, ¿para qué someterme a terminar digna de una ducha si apenas acababa de llegar y no conocía a mis contrincantes?
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15 Minutos de Fama (En espera)
Teen FictionNatalie Ricci es la típica adolecente de 17 años. Vive en Manhattan, Nueva York con su madre Victoria, quien es viuda de un importante empresario italiano, Antonio Ricci. Natalie adora la música con toda su alma y corazón, y es por eso que es la vo...