Eran las cinco de la tarde del sábado. No sabía qué hacer, ¿debía empezar a arreglarme para la fiesta? Mejor no. Sería a las ocho de la noche, todavía faltaban tres horas. No malgastaría tanto tiempo. Podría dedicarme a muchas otras cosas más en este lapso. Hasta podía empezar a reflexionar si sí iría a la fiesta o no.
No quería ver a Alice, me sentía insegura e inferior hacia ella. Además quién sabe si la pasaría bien. Como ya había dicho antes, no me gustaban las fiestas. Para nada. Eran más bien como un manicomio con música y alcohol. Aunque… quién sabe, quizás sería una fiesta relajada, de personas maduras que saben cómo comportarse y no beberían en exceso. ¿Quién creería semejante mentira? Una fiesta en Nueva York no sería nada relajada.
Suspiré, levantándome de mi cama, y dirigiéndome a la habitación de mi madre.
Al entrar, la vi leyendo un libro como de mil páginas, completamente concentrada y entretenida.
Caminé lentamente hacia su cama y me senté a su lado. Ella se dio cuenta en ese mismo instante, de mi presencia, y despegó los ojos del libro, para dirigirme una mirada amable acompañada de una sonrisa.
Me acosté a su lado y la abracé.
— No quiero ir a la fiesta… —susurré mientras leía algunas frases en mi mente de la página que se encontraba abierta. Ya sabía por qué mi madre no se despegaba de aquel libro. Era atrapante, con sólo leer un párrafo ya me había encontrado enganchada a su interesante historia que apenas alcanzaba a entender, debido a que mi madre ya iba en la página 482. Leía mucho. La mayor parte de su tiempo libre se la pasaba leyendo, y no se aburría de hacerlo.
Victoria me miró confundida, y me acarició el hombro.
— Cariño… —suspiró —. Estabas tan emocionada en el momento que me pediste que te dejara ir… ¿Qué pasó?
Le devolví la mirada, pero la mía estaba cargada de angustia. No sabía en realidad qué hacer.
— Mamá… es que… creo que no me sentiré cómoda.
— ¿Por qué? Estarás con Will. Según lo que me has dicho, es todo un caballero, ¿no? —me dijo extrañada. Lo único que no sabía era que yo casi lo besaba sabiendo que tenía novia, y que estaba completamente enamorada de él.
— Oye… es que pasó algo incómodo entre Will y yo la semana pasada —me atreví a contarle, sentándome con mis piernas cruzadas en frente de ella.
Mi mamá me dedicó una mirada sospechosa. Con sólo eso, ya sabía qué era lo que estaba pensando, y no era aquello. También me sentí ofendida al ella mirarme de esa manera, ¿quién creía que era yo para hacer semejante locura? Yo jamás en la vida me acostaría con alguien que conozco desde hace una semana.
— Ustedes… —empezó, más le corté las palabras.
— No, nada de eso. Ni se te ocurra volverlo a pensar, ¿me oíste? —hice lo posible para dejárselo bien claro.
— Sólo me preocupo por ti.
— Lo sé, y te agradezco que lo hagas, pero sabes que yo no soy así.
— Está bien, lo siento. Entonces… ¿qué pasó?
Suspiré antes de contarle, tomando fuerzas.
— Él y yo conversamos un buen rato en el restaurante… me contó mucho sobre su vida, sobre cómo formó la banda, cómo llegó a Nueva York, y… sobre su relación con una actriz llamada Alice… —me dolió bastante al decir aquellas últimas palabras; no me gustaba recordarlo.
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15 Minutos de Fama (En espera)
Teen FictionNatalie Ricci es la típica adolecente de 17 años. Vive en Manhattan, Nueva York con su madre Victoria, quien es viuda de un importante empresario italiano, Antonio Ricci. Natalie adora la música con toda su alma y corazón, y es por eso que es la vo...