¿Qué estaba pasando? ¿Era simplemente posible…? ¿Acaso era aquello cierto, o sólo me veía sumida en las aguas de otra de mis fantasías y ésta poseía un excelente colorido que me dejaba en shock?
Desde que lo había conocido había soñado con sentir sus labios sobre los míos, esperando que sus besos fueran tan perfectos que no pertenecieran a este mundo, que nadie más podría compararse con él… pero esto era muchísimo mejor.
De verdad que no lo podía creer, era sencillamente imposible que él hubiera hecho eso en aquellos momentos, llenándome de tanto júbilo inmortal y provocando que una efusividad tan increíblemente abrumadora inundara mi corazón. Parecía que quería romper mis costillas y salirse de mi cuerpo para ser parte del momento.
También me encontré atrapada en la sensación de estar a un segundo de ser testigo de una bajada en una montaña rusa, con un vacío en mi estómago que se hacía cada vez más grande.
Mientras salía de mi estado de shock, me percaté de que sus labios estaban tensos, esperando por mí para corresponderle decentemente. Y en cuanto volví a posar mis pies sobre la Tierra, ya que había salido en un repentino viaje a las nubes por unos segundos, entrelacé mis dedos en su sedosa cabellera, atrayéndolo más a hacia mí, mientras sentía cómo una bomba atómica explotaba en mi interior al Will acunarme el rostro con una mano y rodearme la cintura con la otra. En el instante en que sus labios se relajaron, un fuego abrasador se extendió por todo mi cuerpo, causando que mi temperatura corporal aumentara considerablemente.
¡Al diablo con todos mis estúpidos pensamientos perniciosos que apuntaban hacia el mismo hecho de que él no estaba a mi alcance!
¡Will Davis me estaba besando, y sólo por haber dicho “gracias” dos veces! De acuerdo, sólo una vez y media, pero ese no era el punto, ahora que tenía más criterio para pensar más o menos correctamente, fue cuando mis malditos pensamientos negativos empezaron a golpear a mis sentimientos con la zozobra que se regaba por mi alma.
¿Y si solamente me había besado para callarme y no haberle agradecido doblemente? ¿Estaba tan harto de mi incesante e inconsciente gratitud con él que había recurrido a la solución más extrema para que mis labios no pronunciaran aquella última sílaba?
Claro, en uno de los momentos más épicos y emocionantes de mi vida era cuando mi lado más perjudicial para mi salud mental tomaba lugar en mi cabeza y desataba uno de mis demonios más agresivos.
Allí era cuando la pregunta más dañina tomaba lugar: ¿Por qué me había besado sabiendo que yo era su mejor amiga? De seguro no querría arruinar nuestra amistad intentando algo como esto, pero ya lo había hecho, cosa que ponía mis argumentos en duda. Si no quería que termináramos en la incómoda situación de un par de amigos que quisieron dar un paso más y nada funcionó, ¿por qué no simplemente me soltaba? No es que yo quisiera, al contrario, no deseaba que el beso terminara, si era sempiterno, mejor. Además, ¡yo era su mejor amiga, no él mi mejor amigo!, así que no contaba.
Desgraciadamente, nada es como una quiere en este mundo, y él había empezado el beso pero también debía terminarlo, ya que yo no era capaz de actuar o de siquiera moverme. Estaba rígida como una piedra que sólo podía moldear su boca contra la de él.
En cuanto me soltó, por un momento creí que me había quedado sin respiración de nuevo, quería más, ¿por qué mi estúpido enamoramiento era tan fuerte e irracional? Claro, porque cuando de amor se trata, la razón siempre ocupa un segundo plano.
—¿Qué… qué fue eso? —susurré, confundida y desorientada. Me había dejado hipnotizada con sus labios y embriagada con su sabor adictivo, el cual quería volver a probar.
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15 Minutos de Fama (En espera)
Teen FictionNatalie Ricci es la típica adolecente de 17 años. Vive en Manhattan, Nueva York con su madre Victoria, quien es viuda de un importante empresario italiano, Antonio Ricci. Natalie adora la música con toda su alma y corazón, y es por eso que es la vo...