Un día cualquiera.

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Le di una calada a mi cigarro y vi a Claire correr entre las flores de Primavera.

-Deberías dejar de fumar.

-Ya sabes que se me ha hecho difícil.

-¿Ese es el ejemplo que le das a Claire y Nick?

Sonreí y abracé a mi amiga.

-¡April! -chilló-. Hueles horrible.

-Ya me bañé, Vic.

Ella sonrió ante mi comentario y giró a ver a su ahijada. La niña con rizos marrones estaba llena de tierra y jugaba con las flores.

Sus ojos azules localizaron a su madrina y rápidamente corrió a darle un abrazo al momento que yo terminaba mi cigarrillo.

-¡Oh! Pero que bella estás -dijo Victoria sin abrazarla.

-Dame un abrazo.

-Oh, no, ni lo sueñes, estás llena de tierra y no me puedo ensuciar para esta noche.

-¡Mamá! -gritó Nick dentro de la casa.

Caminé hasta el interior de la casa y me encontré a mi hijo intentando hacerse el nudo de la corbata.

Sus ojos marrones me miraron pidiendo ayuda y me acerqué con una sonrisa.

Le enseñé paso a paso como realizar el nudo y cuando finalicé le di un beso sonoro en su mejilla.

-Gracias, mami. Te amo.

-Y yo a ti, pequeñín.

Despeiné sus rizos rubios justo en el momento que Victoria comenzaba a hablar.

-No puedo creer que sean morochos, es decir, ambos tienen el cabello de distintos colores y ojos distintos.

-Es genética, cariño -dije sonriéndole a Victoria-. A ver, princesa, a bañarse. Y tú, príncipe, quédate con tu madrina. Vuelvo enseguida.

Subí las escaleras con Claire y nos duchamos juntas, luego le coloqué su vestido de flores y peine su cabello.

-¿Quieres un peinado?

-No, quiero llevar el cabello suelto.

-Bien -le sonreí-. Ponte un poco de perfume y baja a cenar con tu madrina, yo bajaré en unos instantes.

Salí de la habitación de Claire y caminé hasta la mía. Me coloqué mi vestido color pastel, me maquille y me puse un poco de perfume. Procedí a colocarme los tacones y, por último, las joyas.

Bajé hacia el comedor y los vi comenzando a comer. Victoria me miró unos instantes y me hizo la misma pregunta de siempre.

-¿Cuándo piensas decirle a Shawn?

Suspiré y caminé a la cocina seguida por ella.

Habían pasado 6 años desde aquel 8 de abril, 6 años criando a mis hijos, manteniendo una casa y estudiando. No lo había necesitado en absoluto estos años, y ahora, que ya estaba graduada en administración de empresas y tenía un trabajo realmente bueno, no me hacía falta.

-Nunca.

-Shawn merece saberlo.

-No, él tiene una carrera, es famoso, considero que unos hijos le dañarían un poco su vida.

-Sabes que no es así.

-Además, -continué ignorándola- a ellos no les falta un padre.

Victoria me miró medio sonriendo y caminó hasta el comedor donde se encontraban los niños.

-Niños, ¿les hace falta un padre?

-No -contestaron al unísono.

-¿Lo ves?

Victoria suspiró derrotada.

Primavera «Shawn Mendes»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora