Otro más, ¿cómo va?,¿ les gusta? me encantaría que si.
Mi grito quedó atrapado en mi garganta al oír esa voz, esas palabras, esa advertencia.
—¿Quién esta ahí?—pregunte sin querer realmente conocer la respuesta.
Nada, solo silencio. Ya no se escucha aquel sonido de piano, ni se percibe ese helado viento. Nada.
No sé que hacer. Tengo temor de dormir y temor de quedarme despierta. Estiro mi brazo, prendo la luz; yo no veo...no me hace diferencia, pero creo que si la luz esta encendida lo que está en la oscuridad no puede esconderse.
Transpiro entre las sábanas, alerta, despierta. Tengo sueño, mis parpados se caen, no me quiero dormir pero me vence el sueño.
Suena el despertador; son las siete.
Lo escucho y me despierto, mi mente esta confusa, no sé cuan real fue lo que sentí anoche, no sé realmente que fue lo que sentí...lo que oí anoche.
—Poco sueño, más mucha imaginación—me digo.
Me tranquilizo, respiro, pienso y apelo a la razón. Decido que fueron las dos noches de mal dormir. Y lentamente recupero la paz.
Me preparo para ir a trabajar, vuelvo a mi rutina diaria. A veces creo que hago lo mismo todos los días, con solo algún detalle distinto aquí y allá.
Estoy acostumbrada a estar sola. Fui criada por mi anciana abuela que murió hace ya dos años, mi madre una adolescente adicta, simplemente se fue y me dejó con ella; mi padre nunca supe quien era y dudaba mucho que ella supiera.
Mi abuela me había enseñado a superarme en todo y también en mi enfermedad. Enfermedad degenerativa del nervio óptico, que con solo doce años me había dejado completamente ciega. Ahora, con treinta años, era una mujer fuerte y que se valía por si sola, como había querido mi abuela.
Dejo de lado mis pensamientos sobre el pasado y salgo para la estación.
Saludo al entrar como cada dia. Hay preocupación en la voz de John cuándo me hace una pregunta.
—Buen día, Tami, ¿qué sucede?, ¿qué son esas ojeras?
—No estoy durmiendo bien...solo eso Jhon—respondo.
—Pues comienza a hacerlo—me dice él—No quiero que se enferme mi locutora estrella.
—Claro que no, no te preocupes—lo tranquilizo, y luego entro a mi cabina.
—Buenos días, amigas y amigos—inicio una vez más.
Luego le toca al libro...a ese libro. Por alguna razón recuerdo"Por favor...no leas mas", no la vuelvas a la despertar" Pero dejo de lado esas palabras y abro el libro, apoyo mis manos en el, y comienzo.
UNA MUJER INOCENTE ENTRA A LA MANSIÓN CON ALEGRÍA, NO SABE QUE AL REVELARSE SU VERDAD ROMPERÁ SU ALMA Y PERDERÁ SU VIDA. LAS QUE LA TOMARÁN NO SERÁN MANOS EXTRAÑAS, SON LAS QUE EN ELLAS CONFIÓ. AQUEL OSCURO SECRETO LA ABRAZA...Y SE LA LLEVA AL OLVIDO; SE PIERDE PARA SIEMPRE POR AMOR.
Leo hasta ahí, no puedo mas. Escucho el suspiro de resignación de Larry. Lo entiendo, yo suelo leer por día mucho más.
Otra canción y Jhon entra.
—Tamara—me dice—¿ Estas bien? Te ves muy pálida.
—Si, no lo sé. Ya te lo dije no vengo durmiendo bien, no debe ser nada, en serio.
Sigo, una llamada y Larry la pone al aire.
—Hola—dice—Soy Susanne, quiero comentar que me encantó ese nuevo libro de poesías de horror. Por favor has más extensa la lectura ¡Me encanta su programa!
—Gracias, Susanne— respondo—Me alegra que te guste el programa y la lectura. Claro, mañana extendida y dedicada para ti.
Mas poesía, esta vez Gustavo Becquer.
Vuelvo a casa, con sueño, mucho sueño. Pienso en dormir una pequeña siesta.
Esa noche Gissel, mi más querida amiga me viene a visitar y si no descanso me voy a quedar dormida en medio de la conversación.
Subo a mi habitación, me desvisto y me acuesto.
Cierro los ojos y me empiezo a dormir cuando...
—¿Porqué no escuchas?—me dice esa voz.
Pego un salto en la cama.
—¿Quién esta ahí?—pregunto petrificada.
Nada. Otra vez. Nada.
—¿Quién es?, ¡Salga de donde esta! Por Dios, ¿porque me hace esto?
—¿Qué salga?... no puedo. Estoy atrapado y es mejor así. Ya no leas—responde.
Es una voz de hombre...pero ¿quién?, ¿dónde?
—No me lastime...—ruego—Por favor llévese todo lo que quiera... pero no me haga daño. Soy invidente, no puedo identificarlo.
—Ya no leas, por favor no lo hagas. No lo permitas...no abras la puerta.
Me cubro con la sabana y caen lágrimas de mis ojos, espero...espero...y nada. Las manos que me arrastran de la cama reclamando dinero, o las que sabiéndome sola vienen a ultrajar mi cuerpo. No están. No hay nadie, no hay nada, solo silencio.
¿De quién es esa voz que me alerta?¿ no ve que no veo? quiero destaparme y volver a preguntar quien es...pero no puedo, no puedo.
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Invisible Escarlata
FanfictionLo que sus ojos no veían, su corazón lo sentía. ¿Cuánto puede acercarse la maldad si no la ves? ¿ Y el amor si es invisible para ti?