Capítulo III

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Había pasado un año sin parar de estudiar, me había ido organizado como buenamente podía

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Había pasado un año sin parar de estudiar, me había ido organizado como buenamente podía. Continuaba trabajando en la pizzería para poder pagar todos los gastos básicos mientras que estaba estudiando y cuando llegó el día en el que finalmente ya me sentía preparada, aprobé el examen a la primera. Tuve realmente suerte, porque había muchas personas que tardaban varios intentos. A mí, solo me llevó un año sacarme las oposiciones para funcionaria de cárceles. 

Después de mucho pensarlo, me encontraba enfrente a la cárcel de Herrera de la Mancha, lugar en el que si todo iba según lo previsto, podría llegar a trabajar.
Hacía un día gris pero el aire de finales de agosto era cálido, sentía que hasta el sol me había dado la espalda. Pero en algún rincón de mí, me movía algún sentimiento que me impulsaba a estar allí.

Con anterioridad ya había estado hablando con algunos carcelarios, habían mostrado interés a mi propuesta y habíamos concretado el día en el que iría hacia allí. Cuando llegó el día, me sentía bastante preparada, pero sabía que lo que encontrara seguramente superaría los límites que había conocido hasta entonces.

Visto desde un punto de vista crítico, me daba cuenta de que en las cárceles iban las personas que habían actuado mal, y que a causa de eso tenían que pagar un precio para enmendar su error. Tal vez había personas que decían, que los criminales para siempre seguirían con su postura, es decir, que seguirían delinquiendo, pero no era así. Una vez muchos de ellos veían cómo el crimen les había afectado a su vida, les había desplazado de sus seres queridos y lo habían cambiado todo, comprendían que había caminos realmente peligrosos de los que debían alejarse. Muchos lo intentaban, y algunos lo lograban y con el tiempo podían pasar a formar parte de la sociedad nuevamente. Pero otros muchos no lo conseguían y volvían a estar entre rejas en poco tiempo, porque el mundo más allá de aquellas paredes había dejado de ser el que era. Algunas personas residían allí y lo veían como una oportunidad de ser diferentes personas, otras permanecían allí todo el tiempo intentando no armar barullo y así poder reducir algunos años la condena. También había personas que no tenían a dónde ir, y creían que al menos en su estancia en la cárcel tenían comida y una cama.

Antes de entrar en la cárcel ya conocía los tipos de personas que había, pero no era conocedora de sus respectivas historias. Y es que si lo cierto era que cada cual tenía un motivo que le había llevado a ese punto, ahora me tocaba a mí el turno de investigar el porqué.

Visto desde lejos el centro penitenciario podía parecer una residencia o una casa normal, pero a medida que me acercaba y comenzaba a ver a oficiales de policía veía que no era así. Había mucha vigilancia pese a que era plena luz del día, pero lo peor fue entrar en su recinto.

Enseguida alguien se presentó como la persona con quien había hablado hacía unos días. Se llamaba Marcos y parecía alguien amable que logró infundirme un mínimo de confianza mientras le acompañaba por los pasillos hasta un despacho. A lo lejos escuchaba algunos gritos, tal vez hubiera una pelea, opté por no preguntar pero como si Marcos me leyera la mente me dijo. –Ya te acostumbrarás, aquí es el pan de cada día. Una vez te habitúes ya ni te fijarás en las peleas.-Bajé la mirada pensando una vez más que en dónde me había metido. Sin saber porqué en aquel lugar me sentía oprimida, no quise imaginarme cómo se deberían sentir las personas que estaban allí. La situación que estaban viviendo sin duda era realmente dura. Intenté tener un mínimo de empatía respecto a las personas que se encontraban allí, pero de algún modo para mí era incomprensible. Estar allí me hacía sentir privada de libertad, encarcelada incluso en un nivel emocional. Apenas llevaba unos minutos allí pero ya estaba deseando volver a casa. Pero sabía que pasara lo que pasara no me echaría atrás, necesitaba algo más que suerte para conseguir ese trabajo pero si lo lograba habría logrado algo muy importante.

¿Qué ocultan sus miradas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora